Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 2 de julio de 2002
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Economía

Ugo Pipitone

Temblores brasileños

Otra vez se tambalea el barracón financiero mundial. Y llegó el turno de Brasil para ser disparador de riesgos propios y ajenos. Antes fue Argentina a asustar el mundo, pero de ahí no han venido, hasta hoy, daños globales que lamentar. Aparte, obviamente, la miseria interna y uno que otro muerto a manos de la policía en manifestaciones de protesta. Y válgame Dios que si hay un país donde la protesta contra los gobernantes -de ayer y de hoy- es legítima, es Argentina. Y aquí es inevitable abrir un paréntesis (que cerraremos de inmediato) sobre esa tropa de gorilas institucionales que no saben controlar las manifestaciones callejeras de protesta sin producir muertos, con una regularidad que sería digna de nota si no se desplegara entre cadáveres.

Por su parte, Brasil, que comenzaba a sosegarse por el escampado peligro del contagio argentino, se encuentra de pronto a ser él mismo la nueva fuente de contagio. Y sin embargo, los números no están tan mal aparte algo así como unos 50 millones de pobres, una deuda externa de casi 300 mil millones de dólares (la mitad del PIB) y un servicio de la deuda externa que absorbe (en el 2000) 80 por ciento de los ingresos por exportaciones. Aparte eso, los números no están tan mal. ƑQué está pasando entonces? Tres cosas. Primera: los mercados cambiarios refuerzan la posición del euro frente al dólar y eso pone nervioso a un universo financiero en que el dólar sigue siendo rey y soberano. Segunda: los mercados financieros están en fibrilación por los fraudes contables de Enron antes y de WorldCom ahora. Y los títulos del tercer mundo son los primeros en ser castigados mientras avanza la incertidumbre sobre confiabilidad y transparencia de los mercados financieros. Tercera: las elecciones presidenciales brasileñas se tendrán en cuatro meses más y Lula (eterno candidato de izquierda) tiene una ventaja de más de 20 puntos sobre su más cercano contrincante. Metamos los tres ingredientes en una licuadora y tendremos esa mezcla inestable que preocupa a políticos, banqueros, periodistas y a algunos millones de personas que, mientras los nervios de las finanzas no se relajan, corren el riesgo de perder el empleo. En Brasil y en otras partes.

Concentrémonos en el tercer factor de nerviosismo: Lula. A última fecha, su discurso político, tradicionalmente amarrado a antiguos clichés nacional-populistas (que le hicieron perder tres elecciones presidenciales al hilo), parece haberse esfumado frente al tono redentor de antaño. Tres derrotas electorales consecutivas son una forma bastante contundente para decirle a alguien que su discurso no convence a la mayoría. Después de tantas palizas, Lula, tal vez, aprendió algo. No siempre es así, habrá que añadir con tristeza, y la izquierda mexicana está ahí para demostrarlo.

Pero lo difícil de entender (al menos para mí) es cuál de las siguientes dos hipótesis esté más cerca de la verdad. Primera: en tiempos recientes, Lula ha descubierto las complejidades del mundo y ha dejado de razonar como si el tiempo de su país se hubiera detenido en Getulio Vargas con algunos aportes posteriores de la revolución cubana. O sea, una mezcla de Goulart y Castro. Tal vez entendió que la globalización no es una conspiración imperialista sino un fenómeno histórico que requiere nuevas propuestas y no satanizaciones ideológicas. Segunda hipótesis: sus consejeros electorales le dijeron al líder del PT: tú piensa lo que quieras, pero, en público, no vendas cruzadas redentoras. Asustan a los electores. Las cruzadas por televisión no funcionan, y menos si no son religiosas.

ƑCuál de las dos hipótesis es correcta? No lo sé. Lo que sé es que muchos de los alcaldes del partido de Lula han cumplido en los últimos años un excelente trabajo como administradores locales, desplegando creatividad y sentido de responsabilidad. Así que quiero creer que algún contagio positivo (de abajo hacia arriba) haya ocurrido en el PT y que Lula haya madurado a tal punto de ser hoy una perspectiva realista y potencialmente positiva para su país.

También quiero suponer que la izquierda brasileña haya entendido algo de la experiencia venezolana. América Latina ya tiene suficientes desgracias para añadir la de otro Hugo Chávez en su escenario regional. Y en ese caso, al gobierno de la octava economía del mundo.

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