lunes 1 de julio de 2002
La Jornada de Oriente publicación para Puebla y Tlaxcala México

 
Tauromaquia

Cartel gafado

n Alcalino

Uno de los secretos mejor resguardados del mundo taurino lo construye el hecho de que, siendo cercanas al millar las corridas que anualmente se celebran en España, y toreando alrededor de cien los mandones Ponce y El Juli, y no tantas pero sí las suficientes como para alternar más asiduamente con ellos el más cotizado de todos, que es José Tomás, los carteles donde al menos dos de estos tres ases se reúnen son apenas unos cuantos, y nunca en ferias importantes. Censurados en consecuencia por la afición, los interesados cumplen con cargar toda culpa sobre el empresariado. Como sea, los tres nombres aparecieron en uno de los carteles de feria de la ciudad castellana de León, en lo que pasó enseguida a convertirse en la cita del año. Se recordaba que en 1998, fue Leganés, otro coso de tercera el que acometió la hazaña de reunir en su patio de cuadrillas nada menos que a Joselito, Ponce, Rivera Ordóñez -formaban entonces el llamado cartel de los tres tenores- con un emergente José Tomás, que tuvo tarde arrolladora y desbancó con esa tajada a los otros tres. Esta vez, el empresario leonés anunció a los mismos Joselito, Ponce y Tomás, pero añadiendo al suculento menú el concurso de El Juli. En cuanto carte, era la cumbre de la temporada. Más una inesperada cadena de adversidades lo desbarataría sin remedio.
Verano sangriento. En un año en que el toro sin trapío está saliendo con alarmante frecuencia en las corridas de las figuras, las bajas de las mismas se vienen sucediendo con regularidad no menos inquietante. El primero en caer fue Joselito, atropellado en el tercio de varas por un castaño de Domingo Hernández el 17 de mayo en el coliseo romano de Nimes: parecía un simple revolcón y resultó fractura múltiple en la cabeza del fémur, percance cuya gravedad mantendrá al madrileño fuera de combate por el resto de la campaña. José Tomás, cuyo arriesgado concepto del arte lo mantiene de por sí al filo de la navaja, ya había sido herido en la feria de Granada, y volvió a sufrir el pasado sábado 22, en Badajoz, otra impresionante cogida de la que resultó con tres cornadas que no le impidieron desorejar a su heridor ni mantenerse muy firme ante su segundo, ambos de Parladé, la misma vacada de donde procedían el que fracturó a Ortega Cano y el que en esa misma tarde abrileña le produjera a Enrique Ponce en Sevilla la mayor de sus cornada. Por lo visto, la corrida de León, anunciada para el domingo 22, tenía en su contra los avatares de un destino aciago. Pero faltaba lo peor.
Claroscuros. Roto el cartel esperado por los percances de ambos Josés, la cuarteta de León finalmente la completaron el veterano Paco Ojeda y el desigual Morante de la Puebla, que cubrieron las bajas sin pena ni gloria. Al menos, pensaba la afición, Ponce y El Juli prometían buen agarrón. Pero la tarde, que fue de toros chicos y con poca cara, osciló entre protestas ruidosas y faenas triunfales. El valenciano dio fe de maestría con el anovillado segundo y muleteó larga y caudalosamente al noble y codicioso sexto, premiado al final con la vuelta al ruedo, lo mismo que el Zalduendo que cerró plaza. Lo malo fue que la aclamada faena de Enrique terminó mal, perseguido con saña el de Chiva tras dejar la estocada, y empitonado a nivel de la axila antes de ser violentamente azotado contra el piso. Su cuadrilla paseó el rabo, pero El Juli se negó a salir en hombros -había cortado tres orejas- cuando ya se barruntaba la gravedad del percance. El cuadro aun se agravaría porque, durante el traslado a Madrid, el pulmón perforado por una costilla rota se congestionó al recibir la sangre de un catéter mal aplicado, y el torero llegó a sufrir dos infartos, justo cuando acababan de internarlo en un sanatorio capitalino. Las cornadas de los ases no sólo partieron por la mitad el cartel del año: la cita en León reservada su propia cuota de sangre, demostración de que aun con toros chicos -siempre que sean fuertes y tengan casta- el riesgo de los toreros es enorme.