La Jornada Semanal,   domingo 30 de junio del 2002                núm. 382
Alessandro Cassinis
entrevista con Rodney Brooks

Hermana máquina

Director del prestigioso Artificial Inteligence Lab [Laboratorio de Inteligencia Artificial] en el Massachusetts Institute of Technology, el australiano de cuarenta y tres años Rodney Brooks es una especie de propagandista de la robótica, y es también presidente de la iRobot, empresa a la vanguardia en la producción comercial de robots. En su nuevos libro, Flesh and Machines. How Robots will change Us –Carne y máquinas, cómo los robots nos cambiarán–, expone una teoría revolucionaria sobre la relación hombre-máquina. Puede considerarse, pues, como, un científico anti-Fukuyama. (Ver el artículo de la página siguiente.)

-Usted sostiene que nuestra dificultad para aceptar una relación paritaria con las máquinas inteligentes, y en general con la nueva revolución tecnológica, depende de prejuicios culturales.

–Exactamente. Remitirse a las biotecnologías, a las máquinas inteligentes, a los robots del futuro, nos obligará a reexaminar nuestra naturaleza. Lo que distingue al hombre de los animales es el uso de la sintaxis y de la tecnología. En ambos campos, las máquinas del futuro nos superarán. Esto puede generar angustia sólo si nos quedamos aturrullados en la defensa de la primacía del hombre. En cambio, si nos damos cuenta de que también nosotros somos máquinas, la integración entre hombres y autómatas nos parecerá normal.

–Entonces, ¿no teme a un mundo en el que los robots esclavizarán a una humanidad imperfecta?

–Esas son historias hollywoodenses. Los robots no esclavizarán al hombre porque ya no existirá un género humano, como hoy lo conocemos, que pueda ser esclavizado. Hombres y máquinas se integrarán. Esto ya está aconteciendo.

–¿Puede dar un ejemplo?

–Basta con pensar en los cientos de miles de personas que han recuperado el oído gracias al injerto de aparatos electrónicos capaces de transmitir impulsos eléctricos al sistema neuronal. Recientemente conocí a un hombre que, después de la amputación de las piernas, camina con dos miembros de robot: es hombre de la cintura para arriba y máquina de la cintura para abajo.

–Y esto, ¿a dónde nos lleva?

–Muy pronto el hombre usará estas tecnologías para divertirse y ampliar sus capacidades. Ya ha ocurrido en la cirugía plástica, que nació para reparar los daños, y hoy se practica en un ochenta y cinco por ciento por razones estéticas. En poco tiempo, con una operación, será posible obtener una perfecta visión nocturna. Imaginen las posibilidades para los militares, los contrabandistas, los terroristas...

–¿En qué punto está la revolución robótica?

–En la etapa de las computadoras de 1970. Hoy los robots son caros y complicados. En breve, en un lapso entre cinco y diez años, se volverán indispensables. Ahora es posible comprar robots que cortan el pasto y la Electrolux ha puesto a la venta un robot doméstico que limpia los pisos cuando intuye que nadie está en casa; después regresa al clóset para recargarse. Son los antepasados de las máquinas inteligentes que describo en mi libro.

–Usted habla de una "vida emotiva de los robots"...

–Los robots que construimos en el laboratorio están equipados con un "modelo emotivo" y muestran "reacciones emotivas" en su interacción con los hombres. ¿Se trata de verdaderas emociones o de simulaciones? No importa. Un avión no vuela como un pájaro, pero vuela. Los robots tendrán un universo emotivo distinto al nuestro, pero de todas maneras se trata de un universo emotivo.
 

TRADUCCIÓN  DE  ANNUNZIATA ROSSI