Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 23 de junio de 2002
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Capital
CON VISTA AL ZOCALO

José Agustín Ortiz Pinchetti

"FALTA ENTREGA. Los jugadores piensan más en el dinero que en la patria", ha declarado Maradona, mientras Joseph Blatter reconoce que el arbitraje es el único aspecto negativo de la Copa del Mundo. Los civilizados italianos estuvieron a punto de linchar a su selección por haber perdido. En México, el Tri fue recibido con aplausos; nuestros aficionados tienen mayor madurez que sus homólogos europeos. El arranque de esta Copa del Mundo marcó en el DF y en todo el país 25 puntos de rating, unos 19 millones de televisores encendidos.

EN LA ciudad de México hay afiliadas al Instituto del Deporte 134 ligas y uniones. Este número comprende grupos femeninos, infantiles, amateurs, escuelas de futbol, equipos de trabajadores, vecinales, y otros (1). Ahora, miles de niños y jóvenes de estas ligas y de otras estarán, como cada semana en nuestra capital, disputando el balón en el clásico ritual deportivo del domingo. Tal vez algunos buenos árbitros y jugadores entregados saldrán de este semillero para alimentar nuestros tres grandes estadios de la capital, los torneos interligas y, por supuesto, para ir a las copas mundiales.

¿POR QUE tiene el futbol esta característica universal, arrasadora -durante un Mundial todo lo demás parece quedar en segundo plano?, globalizadora, multitudinaria, hermanadora y apasionada que hemos testimoniado en los últimos días- Se han dado muchas respuestas: que es pan y circo, prosa y poesía, fiesta y carnaval; que es una danza sublime, inteligencia en movimiento, un negocio multimillonario; que es un espejo de lo que somos, una lección de moral, que los once héroes solares, como lo han hecho durante centurias, emergen del túnel del tiempo a la cancha, ombligo del mundo, a librar una vez más el combate parricida. A mí me gusta la elección de Villoro: un permiso amplio para volver a la infancia, como individuos y como especie (2).

EN ESTA mundialización futbolera hay un campo de cultivo fecundo para el refuerzo de las identidades nacionales. Porque el espectáculo no sería tal sin la oposición y el enfrentamiento. Nosotros somos nuestra selección nacional. Y el oponente, gracias a quien podremos desplegar nuestra astucia o nuestra torpeza deportivas, es nuestro jurado enemigo, por lo menos mientras dure el partido. La posibilidad de disolvernos en el ser colectivo -nuestro equipo, nuestros conacionales, nuestros vecinos en las gradas del estadio, los otros televidentes, de forma natural y sin dar explicaciones-, presta gran magnetismo al juego. Si la victoria llega, nos toca un resplandor de plenitud.

EL ABSOLUTISMO globalizador, con su libre y abundante flujo de capitales, productos, ganancias, información y servicios, tiende a afectar de muchas maneras a la soberanía nacional. Ante la embestida globalizante, las fronteras se vuelven borrosas, el Estado nacional pierde fuerza, y también se debilita su expresión a través de la homogeneización de los hábitos, valores y preferencias de las sociedades. El nacionalismo mexicano resurge entonces como elemento de contención de esta fiebre de uniformidad y como una forma de reivindicación del propio ser nacional con sus peculiaridades; un partido de futbol es uno de los ámbitos donde todavía es legítimo expresar estos sentimientos de apego a lo propio.

(1) Instituto del Deporte del DF.
(2) Juan Villoro, Los once de la tribu, México, Aguilar, 1995.
 
 

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