CON VISTA AL ZOCALO
José Agustín Ortiz Pinchetti
"FALTA ENTREGA. Los jugadores piensan más en el
dinero que en la patria", ha declarado Maradona, mientras Joseph Blatter
reconoce que el arbitraje es el único aspecto negativo de la Copa
del Mundo. Los civilizados italianos estuvieron a punto de linchar a su
selección por haber perdido. En México, el Tri fue
recibido con aplausos; nuestros aficionados tienen mayor madurez que sus
homólogos europeos. El arranque de esta Copa del Mundo marcó
en el DF y en todo el país 25 puntos de rating, unos 19 millones
de televisores encendidos.
EN LA ciudad de México hay afiliadas al Instituto
del Deporte 134 ligas y uniones. Este número comprende grupos femeninos,
infantiles, amateurs, escuelas de futbol, equipos de trabajadores,
vecinales, y otros (1). Ahora, miles de niños y jóvenes de
estas ligas y de otras estarán, como cada semana en nuestra capital,
disputando el balón en el clásico ritual deportivo del domingo.
Tal vez algunos buenos árbitros y jugadores entregados saldrán
de este semillero para alimentar nuestros tres grandes estadios de la capital,
los torneos interligas y, por supuesto, para ir a las copas mundiales.
¿POR QUE tiene el futbol esta característica
universal, arrasadora -durante un Mundial todo lo demás parece quedar
en segundo plano?, globalizadora, multitudinaria, hermanadora y apasionada
que hemos testimoniado en los últimos días- Se han dado muchas
respuestas: que es pan y circo, prosa y poesía, fiesta y carnaval;
que es una danza sublime, inteligencia en movimiento, un negocio multimillonario;
que es un espejo de lo que somos, una lección de moral, que los
once héroes solares, como lo han hecho durante centurias, emergen
del túnel del tiempo a la cancha, ombligo del mundo, a librar una
vez más el combate parricida. A mí me gusta la elección
de Villoro: un permiso amplio para volver a la infancia, como individuos
y como especie (2).
EN ESTA mundialización futbolera hay un campo de
cultivo fecundo para el refuerzo de las identidades nacionales. Porque
el espectáculo no sería tal sin la oposición y el
enfrentamiento. Nosotros somos nuestra selección nacional. Y el
oponente, gracias a quien podremos desplegar nuestra astucia o nuestra
torpeza deportivas, es nuestro jurado enemigo, por lo menos mientras dure
el partido. La posibilidad de disolvernos en el ser colectivo -nuestro
equipo, nuestros conacionales, nuestros vecinos en las gradas del estadio,
los otros televidentes, de forma natural y sin dar explicaciones-, presta
gran magnetismo al juego. Si la victoria llega, nos toca un resplandor
de plenitud.
EL ABSOLUTISMO globalizador, con su libre y abundante
flujo de capitales, productos, ganancias, información y servicios,
tiende a afectar de muchas maneras a la soberanía nacional. Ante
la embestida globalizante, las fronteras se vuelven borrosas, el Estado
nacional pierde fuerza, y también se debilita su expresión
a través de la homogeneización de los hábitos, valores
y preferencias de las sociedades. El nacionalismo mexicano resurge entonces
como elemento de contención de esta fiebre de uniformidad y como
una forma de reivindicación del propio ser nacional con sus peculiaridades;
un partido de futbol es uno de los ámbitos donde todavía
es legítimo expresar estos sentimientos de apego a lo propio.
(1) Instituto del Deporte del DF.
(2) Juan Villoro, Los once de la tribu, México,
Aguilar, 1995.