Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 23 de junio de 2002
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Mundo
Tratan de usar el caso argentino para atemorizar a otras naciones: economistas

Manipulan FMI y EU cifras económicas del Cono Sur para impedir avances de opositores

La recesión en la zona, reflejo del colapso de las políticas neoliberales

STELLA CALLONI CORRESPONSAL

Buenos Aires, 22 de junio. Los países del Cono Sur definitivamente están sufriendo una crisis económica que se expande a otras naciones, pero según economistas de la región, entrevistados por La Jornada, el fenómeno está siendo presentado de manera irreal y tramposa por países y organismos poderosos.

Los expertos consideran que esta tendencia es "una movida del Fondo Monetario Internacional (FMI) y Washington" destinada a impedir avances políticos de sectores no manejables en la zona, cuando todo se tambalea y aparecen movimientos que desplazan a los partidos tradicionales y surge una efervescencia social de nuevas características.

Sostienen que Brasil, por ejemplo, cuya moneda experimentó la semana pasada pérdidas sin precedentes frente al dólar, no está en la situación en la que dejaron los gobiernos a Argentina a partir de 1990, cuando se produjeron las más escandalosas privatizaciones de la subregión y se desmanteló una nación, bajo los efectos de una propaganda de modernización primermundista.

El economista Claudio Lozano, de la Central de Trabajadores Argentinos, quien también labora en fundaciones de análisis locales y regionales, sostiene que luego de la destrucción de la economía argentina el FMI "sigue jugando al gato y al ratón" y trata de usar como "ejemplo" lo ocurrido en este país para atemorizar a otros de América Latina.

Que el efecto tango no existe

"No existe el efecto tango", agregó el economista, quien afirmó que la recesión en todo el planeta afecta al conjunto de las economías y pone en evidencia el fracaso del modelo económico.

Sostuvo que la situación en Argentina es una consecuencia lógica de su historia reciente, que no se vivió en otras naciones. Recordó que el ministro de Economía de la década pasada, Domingo Cavallo, fue el alumno consentido del establishment internacional, gracias a su política privatizadora y cambiaria, desde el primer gobierno de Carlos Menem (1989-1995). Cuando Fernando de la Rúa, de la Unión Cívica Radical(UCR) -partido centenario en Argentina que compartía con el peronismo (Partido Justicialista) la permanente disputa por el poder-, llegó a la presidencia en una alianza que prometía combatir la corrupción, terminó incluyendo en su gabinete a Cavallo. "La suerte estaba echada", comentó Lozano.

Tras los "blindajes y megacanjes que siguieron, teñidos siempre por la corrupción que había alcanzado hitos insospechados, el país fue dejado a la deriva y comenzó el chantaje externo", añadió. Durante 2001 cada día los argentinos se despertaban amenazados por las cifras del supuesto "riesgo-país, calificación que sonaba como advertencia del terror económico para millones de desocupados y subocupados, después de que se destruyera la industria nacional y todo indicio de producción". Por supuesto, considera Lozano, si las calificadoras del sistema ubican a un país en estado de riesgo permanente esto provoca, inevitablemente, despidos y desintegración.

Esto fue lo que derivó luego, entre otras medidas, en el corralito bancario, que confiscó millones de depósitos de ahorristas, salarios e indemnizaciones.

Por su parte, el analista argentino José María Pasquini Durán señala que "con los ingredientes de la coyuntura lo que está pasando en la zona tiene una raíz común y es el colpaso de la políticas llamadas neoliberales que marcaron décadas recientes. Las libres flotaciones y las devaluaciones han sido nocivas, como la dolarización que pregona Menem, según se puede ver en Ecuador, y las privatizaciones a mansalva ya no logran los consensos sociales que tuvieron a principios de los años 90".

Señaló que el desempleo y el hambre son los denominadores comunes en las preocupaciones más urgentes de las mayorías populares de sudamérica, y sobre ese trasfondo van y vienen las turbulencias económico-financieras. Y expresan, además, la incapacidad de las políticas de la Casa Blanca para la región, empapadas por la doctrina militarista del antiterrorismo, que evoluciona con rapidez hacia la llamada contrainsurgencia de los años 70.

Ya no interesa a nadie el riesgo-país

"En realidad -agregó el analista- el riesgo-país ya no interesa a nadie, pero crea numerosas suspicacias; tanto, como las decisiones del presidente de Uruguay, Jorge Batlle, quien desde el principio parecía decidido a acabar con el Mercado Común del Sur (Mercosur) e ir directamente hacia la propuesta del Area de Libre Comercio de las Américas de Washington."

Agregó que "el tinglado resulta así sospechoso por todos lados". La actitud del FMI hacia Argentina ha servido también para ponerlo en evidencia ante el resto de los países. Durante años ayudó con millones de dólares al gobierno de Carlos Menem, considerado el más corrupto de la historia nacional.

Ahora Menem recibe un "escrache" (denuncia pública) en cada lugar donde aparece.

Pasquini Durán advierte que desde la óptica de la Casa Blanca "el avance de las posiciones electorales en Brasil y Uruguay, de corrientes opuestas a los gobiernos conservadores de estos años, está siendo condicionado desde ahora para disminuir las capacidades de autodeterminación económica y política que podrían tener esos gobernantes a partir de 2003".

También se refiere a la molestia que implica el Mercosur para "los intereses que perciben a la región como un mercado único para los productos latinoamericanos, ya sea mediante el Area de Libre Comercio de las Américas o el Tratado de Libre Comercio "ampliado".

El juego de estos días indica que "los poderes conservadores no parecen dispuestos a aceptar la desobediencia popular que pide más Estado y menos mercado".

Así están las cosas en el sur, donde anoche el hombre preferido de Washington en Argentina, el presidente del Banco Central, Mario Blejer, acaba de renunciar después de haberse comprometido a permanecer hasta que se firmara el acuerdo con el FMI, que nunca llega. Estados Unidos ya sabe también que su "caballo de Troya" dentro del Mercosur, como lo fue Carlos Menem, no puede regresar al tablero político y debe dar pasos fuertes para tratar de destruir todo, antes que la efervescencia popular que sucede tanto en Argentina como en Bolivia, Paraguay y Uruguay vaya demasiado lejos como para poder inventar un plan de contención.

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