Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 15 de junio de 2002
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Cultura
Inauguró un espacio para proyectos culturales en la ciudad de Oaxaca

Moby Dick, la ballena blanca, nueva musa del pintor Sergio Hernández

Exhibe siete obras con reminiscencias melvilleanas en la galería Punto y Línea

GERMAINE GOMEZ HARO ESPECIAL

Oaxaca se ha convertido en el epicentro artístico del interior del país. No se trata sólo de una ciudad-museo como tantas otras que conforman nuestro riquísimo patrimonio artístico: las casas y edificios coloniales que han sido restaurados y acondicionados para albergar centros de promoción y difusión de las artes plásticas y populares, la literatura, la historia, el cine, la filatelia o la música son espacios vivos, animados por la continua organización de conferencias, debates, mesas redondas y presentaciones en las que llama la atención la asombrosa participación de un creciente público de lo más heterogéneo.

El pasado fin de semana, el pintor Sergio Hernández desarrolló dos actividades dignas de mención: la inauguración de un nuevo espacio destinado a proyectos culturales y la presentación de su trabajo reciente en la galería Punto y Línea.

Espacio alternativo

Hace aproximadamente dos años, Sergio adquirió la casa ubicada en el número 204 de la calle de Reforma, en el centro de la ciudad, a unas cuantas cuadras de Santo Domingo, con la finalidad de crear un espacio alternativo para exhibiciones diversas. Se trataba de una casa sencilla, típicamente oaxaqueña, con su portada sobria y elegante, prácticamente derruida en su interior. Para su restauración, el pintor convocó al célebre arquitecto Ramón Torres, su amigo y cómplice de otros proyectos.

Don Ramón, con la amplia experiencia, la sencillez y la fina sensibilidad que lo caracterizan decidió respetar al máximo el material sobreviviente y limitarse a una ''intervención". Esto significa que se conservó la traza del inmueble, tras haber efectuado excavaciones para detectar la posible existencia de vestigios de construcciones anteriores; asimismo, los muros originales fueron consolidados y recubiertos con los materiales adecuados al nuevo lenguaje estético y a las necesidades funcionales.

Un pozo de agua hallado en lo que fue el patio trasero quedó a la vista como única reminiscencia de épocas pasadas. Con el objetivo de dar a conocer de manera pública el proceso de restauración del inmueble, se organizó una mesa redonda con la participación del arquitecto Torres, el diseñador de la iluminación, Gustavo Avilés, y el arquitecto-restaurador, Juan Urquiaga, responsable del magno rescate del Centro Cultural Santo Domingo.

Urquiaga resaltó el impecable trabajo realizado por el equipo de Ramón Torres y señaló la importancia de contar con criterios amplios en la reglamentación de las intervenciones arquitectónicas, en el entendido de que las autoridades deben estudiar y regular cada caso en forma individual.

Lo anterior viene a colación porque, cuando se iniciaron los trabajos en esta propiedad, un vecino ?ocioso o envidioso? interpuso una demanda por ''destrucción del patrimonio arquitectónico", acusación ignorante que retrasó las obras y provocó muchos dolores de cabeza.

Con seguridad el nuevo espacio será piedra de toque para futuros proyectos que consideren la integración sensata e inteligente de lenguajes propositivos en la arquitectura vernácula oaxaqueña. Fusión de tradición y vanguardia, este espléndido espacio es una contribución de Sergio Hernández al desarrollo del corredor cultural de esa ciudad.

Bajo el título El mundo azul de Moby Dick, la ballena blanca, el pintor exhibe siete piezas que forman parte de una nueva serie temática inspirada en el universo marino.

La ballena blanca de reminiscencias melvilleanas es apenas un pretexto para internarse en fascinantes parajes submarinos que revelan una atmósfera inédita en su quehacer pictórico. Con el incansable espíritu lúdico que lo caracteriza, Sergio se sumerge en aguas profundas mediante imágenes que descubre en un libro sobre el Golfo de Baja California; su fantasía desbordante lo lleva a congregar en lienzos de enormes dimensiones una pléyade de personajes nuevos ?pulpos, focas, tortugas, tiburones, camarones, buzos, marsopas, entre otros seres híbridos? en una danza alegórica de gran impacto visual.

Baile colectivo en el corazón del mar

Cada pintura es un universo per se: las figuras esgrafiadas con una asombrosa delicadeza se van hilando en una intrincada trama melódica que conforma un baile colectivo en el corazón del mar. Los personajes flotan, vuelan, se abrazan y copulan en ritmos y pausas marcados por destellos lumínicos que armonizan sus composiciones monocromáticas.

Llama la atención un impresionante políptico de cerca de 150 x 300 centímetros, elaborado con tintas y añil sobre cuatro hojas de papel de mora, cuya textura gruesa y rugosa invita al trazo gestual, libérrimo, de una fuerza expresiva alucinante. Por su parte, las obras sobre lienzo, matizadas en tonos azules de diferentes intensidades remiten, por la calidad de su factura y el despliegue de elementos fantásticos dispuestos en las amplias superficies con frescura y audacia, a la serie El circo que se presentó en 1998 en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca.

Como entonces, el artista demuestra una vez más que el gran formato es su carta fuerte, siempre y cuando trabaje cada figura con la dedicación y el amor que aquí se palpan. Moby Dick es la nueva musa de Sergio, y su imaginación, un piélago inabarcable.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
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