Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 11 de junio de 2002
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Política

Van dos meses exactos de hostilidad, dicen pobladores

El Ejido Lázaro Cárdenas sufre acoso militar y policiaco

HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

Ejido Lazaro Cardenas, Chis., 10 de junio. En esta recóndita comunidad tzotzil y chol, literalmente colgada de las alturas del cerro Saybal, en el municipio de Huitiupán, la guerra de baja intensidad es hoy más intensa que nunca. El Ejército federal ha incursionado siete veces hasta el centro del serpenteante poblado desde el pasado 10 de abril. Van dos meses exactos de hostilidad. Además, cada dos o tres noches se aproximan a Lázaro Cárdenas los convoyes mixtos de la tropa, Policía Judicial y de Seguridad Pública del estado, y permanecen largo rato a escasa distancia del ejido. Suele acompañarlos ''gente de civil''.

La más reciente incursión fue el 6 de junio, a las 4 de la tarde, bajo una intensa lluvia. La más duradera, el 10 de mayo, cuando 40 soldados permanecieron dos horas frente a la tienda comunitaria, en el corazón de la localidad. En esa y otras ocasiones ''han dicho que tienen orden federal, pero no la muestran''. Ofrecen a los niños dulces y dinero a cambio de informes sobre los ''jefes de los zapatistas'' y buscan a determinadas personas por su nombre.

Fundado hace más de 70 años, el ejido Lázaro Cárdenas no tiene luz y la brecha para trepar a sus alturas es muy nueva. ''Esta comunidad ha sido siempre muy marginada, nunca nos han dado recursos'', dice un hombre que habla a nombre de la comunidad, en presencia de las autoridades ejidales y unos veinte padres de familia, casi a oscuras, en la clínica del pueblo.

''La presencia del Ejército federal es para impulsar la guerra entre el pueblo y ellos lavarse sus manos, como que son los buenos'', dice. Media hora antes, al llegar este enviado al pueblo, un anciano había dicho: ''Vemos que el gobierno no respeta las treguas que él mismo ha hecho''. Quizá por eso la presencia de cualquier extraño crea agitación en niños y mujeres.

''Hay rumores de que quieren tomar la comunidad porque dicen que hay guerrilleros. Aquí no hay nadie armado. Es un pueblo en paz, con sus reglas internas. Nosotros apoyamos las demandas del EZLN.''

Enclavado en la escarpada zona norte de Chiapas, desde este ejido se ven cada noche las luces de comunidades menos merginadas de Sabanilla y Tila; desde el ejido es más fácil viajar a la cabecera de Sabanilla que a la que les corresponde, en Huitiupán. Por una razón paralela, el convoy militar que ahora los visita con la intención de aprehender a determinadas personas de la comunidad (según dicen a veces los soldados) proviene del cuartel en Sabanilla.

Lázaro Cárdenas es además la única comunidad del municipio de Huitiupán a donde ingresa el Ejército. El presidente municipal constitucional, Alberto Gómez Pérez, por acuerdo de las más de 60 comunidades de Huitiupán, desde que asumió el cargo hace pocos meses consiguió el retiro de los soldados y la suspensión de los patrullajes que salían de la base de Simojovel. En Huitiupán no hay cuartel de la Seguridad Pública, sólo funciona la policía municipal de los propios indígenas.

Esto hace más notable la hostilidad contra los ejidatarios (simpatizantes zapatistas, se definen). ''La comunidad trabaja en cooperativa, y eso le molesta al gobierno. Nosotros no estamos contra la ley. Por eso preguntamos a qué vienen, qué buscan aquí'', agrega el vocero.

La zona norte tiene una historia reciente de violencia paramilitar y contrainsurgencia múltiple disfrazada de conflictos religiosos. No obstante, en Lázaro Cárdenas ''se ha respetado la vida humana. Nunca ha habido asesinatos ni violencia. Son los soldados y su gente los que traen la violencia. Se ve que son los agresivos''.

Con 499 habitantes, 68 familias de ejidatarios y 108 campesinos, la gran mayoría se identifica como del PRD, ''pero apoyamos todas las demandas del EZLN''. Sólo cinco familias siguen con el PRI. Eran 10, ''pero como que se perdieron, pues tuvieron un problema de corrupción con un proyecto de ganado y se salieron'', dice el declarante. ''Aquí no ha habido violencia ni muertos. Los priístas han querido hacer pelea, pero los controlamos. Hemos visto aparecer en ellos problemas de drogadicción y trago. Lo empezaron policías y militares, pero metieron a los priístas ya en eso.''

Con sus incursiones sorpresivas ''los militares hacen que la gente se asuste''. El declarante, hombre de edad madura, no puede ocultar la preocupación en el rostro. Otro hombre, sentado en una banca al fondo en la modestísima clínica de la comunidad, levanta la mano, se pone de pie y dice: ''Pedimos que se suspendan los patrullajes de los federales. No los necesitamos''. Y se sienta nuevamente.

El hombre que ha llevado la plática prosigue: ''Creemos que los propios priístas han inventado cosas para que les den sus regalitos''. Relata que el domingo 2 de junio se efectuó una asamblea del ejido. ''Discutimos lo del Ejército. Los priístas no quieren que se sepa. Empezaron a espantar. Se comunicaron por los radios que les dio el gobierno y nos dijeron que hablaron con el Ejército. Que 5 mil soldados van a ocupar la comunidad. Lo dicen para meter miedo y que la gente los apoye, pero nadie les hace caso.''

Explica: ''La comunidad nombra a sus autoridades para que obedezcan al pueblo, y por eso nunca se nombra a priístas. Ahora los del PRI tienen su propia autoridad, para chingar a la verdadera autoridad del ejido''.

Interviene el comisario ejidal: ''Buscan destruir a simpatizantes y bases de apoyo del EZLN. Quieren acusar de delitos a los que son inocentes. Existen muchos rumores, que son otra forma de atacar''. Los indígenas piensan que la contrainsurgencia ''tiene el plan de sembrar droga en nuestras tierras y luego venir a perseguirnos con ese pretexto, pero no los hemos dejado pasar'', retoma la palabra el vocero.

''Ahora ya se siente que los priístas de la comunidad son paramilitares. Siempre han tenido amistad con Paz y Justicia en Sabanilla y Tila. Y vemos que se entienden con los soldados cuando vienen.''

Por revelaciones hechas en las comunidades vecinas, todas de Sabanilla, los ejidatarios de Lázaro Cárdenas, en el último límite de Huitiupán, han sabido de distintos movimientos militares envolventes realizados durante las noches, que no llegan hasta la comunidad, sólo ensayan la acción de sitiarla. ''Cuando interrogan a los niños, los soldados preguntan que por qué la comunidad se ve tan pobre. Que ellos quieren ser los gestores con el gobierno para que nos manden ayuda. Cómo vamos a creerles. Ellos quieren otra cosa.''

Tensa, nerviosa, estrellada y oscura es la noche sin luna ni alumbrado en Lázaro Cárdenas, comunidad literalmente puesta contra la pared de las montañas empinadas e inclementes, poniendo en tela de juicio las versiones oficiales de lo que supuestamente ocurre en la zona de conflicto.

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