De
Coliseo
Héctor
Carreto
El nacimiento de Venus
Después de nacer de la
espuma,
ataviada con su vestido de gotas,
los labios con sabor a marisco,
Afrodita confesó a su poeta:
"No creo en milagros ni en dones divinos;
soy sólida como el pan que muerdes,
imperfecta como la roca o el sueño,
mi sexo huele a sardina,
me gustan los collares de perlas,
la cerveza clara y amar sin quitarme las
botas."
Circus
Extraño despertar del César
esa tarde en medio de la Arena,
cuando suplicaba al público cristiano
que un gladiador pusiera fin a su vida,
que soltaran a los leones,
que lo subieran a la cruz más alta.
El callejón de los milagros
Nunca existió una mujer
como tú, Terapia "La Única":
Ante ti el ciego recobra las calientes
franjas del tigre,
tu firme puño arroja al río
la coja muleta.
Apaciguas, Terapia, la angustia;
Purificas el cáncer, truecas en
pan
la piedra que pisan tus plantas.
Pero hay un secreto, un número que
no te sale,
un milagro modesto que no he podido aplaudirte:
¡Por piedad, Terapia, ámame!
El yerno de Calígula
Para jueces del concurso literario
el yerno de Calígula nombró
a los perros de la Corte.
Nada leyeron, se entiende.
Hocicos fieles, llevaron
las coronas de laurel
a sus dueños.
Se ve satisfecho el yerno de Calígula:
para elegir juez, ningún olfato
como el suyo.
Una tumba sin inscripción
No colocarán sobre tu cabecera
un busto semejante al de Darío
o al de aquellos senadores acaudalados.
A semejanza de los argonautas perdidos,
un remo sin nombre señalará
tu sepultura
y tal vez sólo la mujer que te
ama
repita tus versos.
A mayor homenaje no podrás aspirar.
Estos poemas pertenecen
al libro Coliseo,
de Héctor Carreto,
Premio Aguascalientes 2002. |