Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 7 de junio de 2002
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Deportes
Sufrió el infierno de la marginación por un supuesto dopaje

Hace 5 años Vidrio estaba a punto del retiro; hoy es pieza clave del Tri

DPA

Fukui, 6 de junio. Era 1997 y Manuel Vidrio, entonces de 24 años, parecía liquidado para el futbol: se le acusaba de dopaje, pocos aficionados confiaban en él, se le censuraba su violencia y por su bajo nivel estaba relegado a la banca en uno de esos clubes sin opción de ganar un campeonato.
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Cinco años después, Vidrio es titular de la selección mexicana en la Copa del Mundo y se le considera uno de los jugadores más sólidos del equipo y líder de la defensa, que se que caracteriza por tener un buen desempeño.

La evolución tiene nombre: Javier Aguirre. El timonel del Tri se acordó de él y lo llevó al Pachuca, entonces una escuadra modesta y sin grandes pretensiones. El zaguero dio las gracias en la cancha y se convirtió en pieza clave de una mejoría que incluso llevó a los Tuzos a proclamarse campeones.

"Esto ha sido increíble. Hace unos años, yo ni siquiera sabía si mi carrera había terminado. Todo era muy confuso", recuerda Vidrio luego de concluir una de las prácticas de la selección en Fukui.

Blanco de duras críticas por su tendencia al juego violento, su estrella se apagó. Perdió la titularidad en su club (Chivas) y el país empezó a olvidarse de su nombre.

En eso estaba cuando llegó el escándalo mayor. Un examen oficial lo encontró responsable de dopaje. En medio de contradicciones, el caso se disipó sin que hubiera sanción. Sin embargo, la duda estaba instalada y muchos se alejaron poco a poco del jugador.

"Todo fue una cuestión extradeportiva. Los doctores (del análisis) se equivocaron. Sufrí mucho por eso. No sabía si iba a volver a jugar. Me hizo mucho daño una cuestión extradeportiva", apuntó.

El asunto quedó así. Ni sanción ni absolución. Todo un misterio hasta hoy. Mirado de mala manera por la crítica y la afición deportiva, Vidrio deambuló por equipos "chicos", muchas veces en la banca, justo cuando por su edad debía estar en plenitud sobre el terreno de juego.

La revancha llegó de la mano de Aguirre, quien ya lo había dirigido en Pachuca y ahora lo llamaba para una nueva etapa. "El profesor siempre me ha ayudado. Le debo mucho", señala el futbolista con inocultable gratitud.

Vidrio volvió a ser el zaguero sólido. Corrigió sus intemperancias y llegó como titular a la Copa América que se disputó en Colombia, puesto que no volvió a perder.

Vidrio es básico en el clásico 3-5-2 de Aguirre. Con Rafael Márquez y últimamente con Salvador Carmona conforma un triángulo difícil de superar. No luce para la tribuna, pues esa no es su función. Pasa inadvertido, los lujos se los deja a otros, lo suyo es impedir que el rival cree situaciones de gol.

"Y pensar que alguna vez pensé que mi carrera había terminado", insiste mientras vive el sueño de estar en un campeonato del mundo. 

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