lunes 27 de mayo de 2002
La Jornada de Oriente publicación para Puebla y Tlaxcala México

 
Semanálisis

El síndrome Ferrari

n Horacio Reiba

Hace algunos domingos, el Granx Prix austríaco de F-1 vio con asombro cómo Rubens Barrichello, eterno secundario de Ferrari, confirmaba con absoluta autoridad su primera posición de largada y dominaba sin problemas a su coequipero, el infalible Michael Schumacher, y con él al resto de los competidores: si la carrera tenía un ganador absolutamente merecido ése era el brasileño, aun a contrapelo con una historia que reportaba 57 victorias de Schumi contra una sola de Rubinho. Después de todo, cada justa tiene su exclusiva trama, su propia intriga y su muy particular desarrollo, surcado de circunstancias previsibles pero también imprevisibles. Así las cosas, en plena vuelta final y cuando la bandera a cuadros estaba ya pronta a agitarse en honor del legítimo vencedor, los patrones de Ferrari comunicaron por radio a Rubens una orden inapelable: tenía que aminorar la velocidad y dejarse rebasar por el teutón, que corría segundo sin posibilidades de victoria. La instrucción no admitía más réplica que la que el coraje de ganar pudiera haber inspirado en ese momento al sudamericano, algo que obviamente no sucedió, vista la resignada docilidad con que aplicó el freno y dejó rodar mansamente su máquina en espera de que el robo quedara consumado. La maniobra era tan burda que la gente se llamó instantáneamente a engaño, y todo fueron confusión y abucheos durante la ceremonia de premiación, agravadas ambas cosas cuando el alemán decidió invitar a su sumiso coequipero al escalón más alto, sin que tuviera el carioca el menor rubor en aceptar el invite, agrandando así el tamaño de la farsa. Lo que se dijo y escribió durante toda la semana aun debe estar resonando en los oídos de los capitostes de Maranello, a quienes hasta el cura del lugar reprobó desde su púlpito, aludiendo de paso la falta de espíritu deportivo de ambos pilotos. Y en Australia, como en Londres y Suiza, el coletazo llegó hasta los juzgados, en forma de denuncias de apostadores que se sentían estafados... Tal vez en previsión de mayores daños, Barrichello resolvió regresar a la gris condición de toda la vida y ayer, en Mónaco, se clasificó quinto, bien atrás del mayor de los Schumacher aunque Ferrari no lograra impedir el triunfo de Coulthard.
Televisa Brothers. Entre las disposiciones emanadas del congreso de la FIFA de 1998, en París, quedó inequívocamente incluida la cláusula que prohibe dentro de la misma competención a dos o más equipos con un mismo dueño. Años antes, la Uefa se había adelantado al disponer exactamente lo mismo, mosqueada por la injerencia de aparentes sponsord en varios equipos a la vez, siendo el caso más notorio el de la transnacional lechera Parmalat, adicionalmente en posesión de las cartas de propiedad de numerosos jugadores que intercambiaba alegremente entre sus equipos. Naturalmente, en México dicha normatividad nos tiene sin cuidado y esto sigue siendo el territorio apache del futbol, sin más ley que la de la selva, ejercida con cavernario empeño por los dueños del balón... y de la tele. Por ese camino llegó la final más sospechosa de nuestra muy mexicana Liguilla, diminutivo nunca más disminuido que ahora, cuando enfrentó nada menos que a los polluelos más notorios de Televisa, madre putativa del futbol azteca pero sobre todo del América -su hijo mimado y como tal malcriado-, y del entenadito Necaxca. Gane quien gane -pero especialmente si las "Aguilas" rebasaron y ganaron a última hora- esto habrá sido el apogeo del Síndrome Ferrari, trasladado ridículamente a nuestro indómito futbol.
Mundianálisis. A partir de esta semana, el lector tendrá a disposición una columna especial, firmada por el suscrito y conteniendo juicios y datos muy exclusivos. Búsquela a partir del jueves en los días clave de la Copa Japón- Corea.