Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 4 de mayo de 2002
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Mundo
El primer reactor entrará en operación en septiembre de 2003 en el país asiático

EU teme que planta nuclear que construye Rusia en Irán le permita a éste fabricar una bomba atómica

Pese a las presiones de Washington, Moscú rechazó detener ese proyecto millonario

JUAN PABLO DUCH ENVIADO

Teheran, 3 de mayo. La similitud fonética con el apellido del presidente de Estados Unidos, simple coincidencia, parece una afrenta adicional ante la impotencia de impedir que Irán y Rusia terminen la construcción de la planta nuclear de Busherh, cuyo primer reactor debe entrar en operación en septiembre del año próximo.

Ubicada en las cercanías del puerto sureño de Busherh, esta planta nuclear, a partir de mediados de los años 90, se ha vuelto una auténtica obsesión para los inquilinos de la Casa Blanca.

A falta de pruebas, no obstante que más de 60 grupos de expertos internacionales han realizado inspecciones sin encontrar nada sospechoso en el lugar, Estados Unidos está convencido de que Irán utiliza las instalaciones de Busherh para desarrollar su bomba atómica.

La grave acusación se sustenta en que Irán, como país petrolero, a juicio de Estados Unidos no necesita una central atómica para generar electricidad.

Sin embargo, el argumento de que a Irán le conviene diversificar sus fuentes de energía y hasta tener más petróleo para exportar, fue lo que llevó al sha Reza Pahlevi, en 1974, a contratar al consorcio alemán Siemens para que construyera dos reactores nucleares en Busherh.

Un poco de historia

Cuando estalló la revolución islámica, cinco años después, el primer reactor estaba terminado en 85 por ciento, y bastante avanzado el segundo.

El entonces guía espiritual, ayatola Jo-meini, en una actitud congruente con desechar todo lo que guardara relación con el sha, calificó esos proyectos de "contrarios al Islam" y el gobierno de Mehdi Bazargan dio carpetazo al asunto.

Durante la guerra con Irak la aviación de Saddam Hussein realizó siete incursiones que causaron severos daños a un reactor y dejaron el otro convertido en ruinas de metal. Finalizada la contienda, y a la muerte del ayatola Jomeini, el gobierno de Irán cambió de actitud y solicitó a Siemens reconstruir los reactores de Busherh.

Todo parece indicar que las presiones estadunidenses hicieron desistir al consorcio alemán de lo que sin duda era un atractivo negocio, pero como alternativa Kraftwerk Union AG, subsidiaria de Siemens, ofreció instalar turbinas operadas a base de gas natural, lo que fue rechazado por Irán.

En ese contexto, Irán y Rusia suscribieron el 25 de agosto de 1992 un convenio intergubernamental de cooperación en materia de uso civil de energía nuclear, que sirvió de fundamento legal para que la empresa rusa Atomstroiexport tomara la estafeta.

Las negociaciones se concretaron en enero de 1995 y el acuerdo estipula suministrar un reactor nuclear del tipo VVER-1000, cuyas características técnicas, diferentes en diseño al reactor alemán, replantearon el proyecto y se tuvo que comenzar desde cero.

Según el contrato, que representa para Rusia un ingreso de 780 millones de dólares, no menos de 3 mil ingenieros y especialistas rusos, hacia enero pasado, habían terminado de ensamblar 60 por ciento de las 5 mil toneladas de equipos que componen el reactor.

Justo cuando Irán y Rusia empezaron a negociar la construcción de un segundo reactor en Busherh, el presidente George W. Bush formuló su teoría del "eje del mal".

La repentina suspensión por "problemas de agenda", en febrero pasado, de la visita a Moscú de Kamal Jarrazi, el canciller iraní, generó incertidumbre y toda clase de rumores sobre el futuro de la planta nuclear.

El pasado 8 de marzo, Viktor Kozlov, director ejecutivo de Atomstroiexport, se encargó de poner las cosas en su verdadero sitio al venir a Teherán y declarar que no hay ninguna razón para detener los trabajos en Busherh.

Por el contrario, Kozlov reiteró que las partes, "guiadas por los resultados de la primera fase, estamos considerando ahora la posibilidad de completar la construcción de un segundo reactor".

La prensa rusa recogió por esas fechas filtraciones que apuntan en dos sentidos: el nuevo contrato supera los 800 millones de dólares y la primera fase de la planta nu-clear será concluida tres meses antes de lo previsto, en septiembre de 2003.

Con la visita que realizó Jarrazi, a co-mienzos de abril, quedó claro que las diferencias entre Irán y Rusia se centran en el reparto del mar Caspio, lo que se confirmó en la reciente cumbre de Ashgabat de los países ribereños.

Hasta ahora el Kremlin ha resistido las presiones del gobierno de Estados Unidos y no parece dispuesto a cancelar los dos ám-bitos esenciales de su cooperación con Irán: la planta nuclear de Busherh y la venta de armas convencionales.

El ministro ruso de Defensa, Serguei Ivanov, ha sido insistente al asegurar que Rusia no transfiere a Irán, país que se adhirió al Tratado de no Proliferación Nuclear, tecnologías susceptibles de ser empleadas para elaborar armamento nuclear.

La Agencia Internacional de Energía Atómica, con sede en Viena, que monitorea los trabajos en Busherh, no ha encontrado evidencias que desmientan a Ivanov.

Estados Unidos sigue creyendo lo contrario y, de lanzar un ataque militar contra Irán, tiene identificado como objetivo nú-mero uno la planta nuclear de Busherh.

En ese hipotético caso, es probable que lo único que pueda comprobar es la eficiencia de los sistemas de misiles antiaéreos rusos emplazados en torno a la planta nuclear.

Sólo faltaría, comentó a La Jornada un diplomático ruso, que otra incursión aérea vuelva a arruinar años de esfuerzos.

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