Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 2 de mayo de 2002
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Sociedad y Justicia

La crisis es el estado natural de la máxima casa de estudios, sostuvo Pérez Correa

Dañino, despolitizar a la UNAM: Ordorika

De la Peña criticó la falta de creatividad para resolver los nuevos problemas universitarios

KARINA AVILES

El discurso ideológico con el que se ha pretendido despolitizar a la universidad y enfrentar al conflicto como si fuera una "patología" es dañino y constituye una "amenaza" para la propia institución, pues el conflicto es parte de la vida cotidiana de la máxima casa de estudios, externó el investigador Imanol Ordorika. En contraste, el presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), José Antonio de la Peña, manifestó que algunas crisis de la UNAM han llevado a transformaciones profundas, pero otras han puesto en riesgo el proyecto cultural más importante del México moderno.

Los conflictos de la UNAM en el siglo XX, libro escrito por Javier Mendoza, fue presentado por los directores del Centro de Estudios Sobre la Universidad (CESU), Angel Díaz Barriga; de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Fernando Pérez Correa; del Instituto de Matemáticas y presidente de la AMC, José Antonio de la Peña, y el investigador del Instituto de Investigaciones Económicas, Imanol Ordorika. En el texto -presentado en el contexto del trabajo académico del CESU- se revisan los últimos 90 años de vida de la UNAM con acento en 10 momentos sobresalientes.

Pérez Correa reconoció que la "crisis es el estado natural de la universidad", pero así como se puede hablar de su fragilidad se puede destacar su fortaleza. Es admirable, dijo, que la UNAM haya atravesado por una serie de conflictos en los 60, 80 o 90 "y mantenga el compromiso nacional de la universidad pública y el de una entidad que se reconoce como esencialmente académica".

El ex líder estudiantil Imanol Ordorika se refirió a los últimos 90 años de conflicto en la universidad, a "los que seguimos reaccionando con visiones impresionistas y recorridos históricos parciales".

Manifestó que el discurso que pretende tratar el conflicto como una "patología" es equivocado, pues "nos cierra los ojos e impide entender que éste es parte de su vida cotidiana". La universidad, añadió, es un espacio de conflicto en el que conviven dos tensiones: por un lado, la presión de sectores de la sociedad que buscan que la educación juegue un papel igualitario y por otro, la presión que pretende un incremento de la productividad.

"La Ley Orgánica del 45 se construyó con una lógica que hoy es profundamente equivocada: que la universidad es un ente apolítico, cuando no es así". De manera que si el paradigma fundacional de 1944-1945 fue la separación de lo técnico y lo político, y erradicar lo político, el paradigma fundacional de la universidad del siglo XXI tiene que ser el reconocimiento de nuestra politización y encontrar formas realistas de ejercer una democracia intensa, destacó.

Por su parte, el presidente de la AMC, José Antonio de la Peña, señaló que tal parece que en los últimos 28 años no se han encontrado respuestas nuevas a los problemas en la UNAM y en cambio, a lo largo del siglo XX las voces parecen repetirse y expresan constantes como los problemas de financiamiento que se reflejan en los aumentos de cuotas y los subsiguientes rechazos estudiantiles.

Los gobiernos posrevolucionarios lograron la meta de sacar al país del oprobioso analfabetismo, apuntó. Sin embargo, dijo, "nunca tuvieron un plan educativo de mayor nivel, nunca crearon una planta industrial que requiriera de técnicos, científicos o tecnólogos de alto nivel. Con los años, las clases medias urbanas se han ido depauperizando. Los jóvenes universitarios se enfrentan a un país sin oportunidades para su desarrollo humano. La universidad no es responsable de estos problemas y poco puede hacer".

Expresó que tal vez la UNAM deba trabajar para tener órganos de gobierno más participativos y representativos, para crear instancias permanentes de discusión de propuestas, de modificación de planes, programas o estructuras universitarias o para crear una escala de valores universitarios más fuerte en los maestros y estudiantes. "Pero todo esto será insuficiente estando inmersos en una sociedad débil".

Por su parte, el autor del texto, Javier Mendoza, señaló que su visión "es bastante pesimista" de cara a un congreso universitario. Para una reforma se requiere lograr un pacto político entre los diferentes actores, sin el cual "difícilmente se realizará la transformación". Y advirtió: "No creo que un congreso pueda asegurarse como el espacio en donde se dará dicho pacto".

El director del CESU, Angel Díaz Barriga, destacó que entender los conflictos de la UNAM y los desenlaces de los mismos ayudará a comprender el tipo de universidad que se quiere.

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