Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 2 de mayo de 2002
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Política

Sami David

Vamos por buen camino

G obernar es un arte e involucra una serie de factores que deben ser ponderados. Independientemente del aspecto ético, el diálogo, la tolerancia y la sensibilidad social deben prevalecer para alcanzar un óptimo desarrollo, puesto que el progreso del país es indispensable. Y ello no admite medias tintas. Se llega al poder mediante el sufragio. Y se gobierna de cara al pueblo, buscando el bienestar de todos, respetando las leyes, fortaleciendo además a las instituciones. Esto es parte del ejercicio democrático, de la fortaleza del país y de sus gobernantes. La separación de poderes es otro aspecto que debe advertirse, so pena de caer en acciones y actitudes autoritarias.

Afortunadamente, México cuenta con una ley suprema que garantiza la práctica política y que da la pauta necesaria para la conducción del país, con poderes independientes. Y aunque en la letra esto es convincente, en la realidad no se conseguía, precisamente por la hegemonía de un partido en todos los ámbitos de la vida política de la nación. Es ahora cuando se advierte la prevalencia de los poderes de la Unión: un Ejecutivo acotado, aunque aún muestra síntomas de un autoritarismo en desuso; un Legislativo que ya empieza a marchar de manera consciente, y un Poder Judicial que dirime con entera libertad las controversias constitucionales. Es decir, México marcha por buen camino. No obstante, insisto, el país se encuentra en proceso de aprendizaje.

Todavía no se consigue el pleno ejercicio de las libertades. No, al menos, a los ojos de la ciudadanía, por lo que se requiere mayor debate, más trabajo político a fin de que se respeten las decisiones, sin lacerar la responsabilidad y las funciones del otro. No inmovilizar al Congreso, por ejemplo, con declaraciones televisivas. Conseguir equilibrios es lo ideal. Por supuesto que la famosa transición aún se encuentra muy distante.

Ante situaciones inéditas es evidente que se requieren acciones y estrategias, respuestas novedosas. Por ende, el Poder Ejecutivo ha tenido tropiezos fuertes y frecuentes. Muchas decisiones han sido cuestionadas por la misma sociedad y los demás actores políticos. Y las interrogantes surgen de inmediato: Ƒes válido mentir en nombre de la nación? ƑEs válido que en aras del supuesto cambio se trastoquen los valores que nos identifican como país, tradicionalmente respetuoso de las formas, de la libre determinación de los pueblos?

Cierto es que el asunto cubano lacera la fortaleza de la institución presidencial, debido acaso al deseo de modificar las formas, la conducción del país y de anteponer lo novedoso a la tradición.

La charla telefónica que los dirigentes cubano y mexicano sostuvieron, y que posteriormente se hizo pública, ha puesto en duda la credibilidad del presidente Fox. Ello puede servir de pretexto para revisar la teoría de la representatividad política y las estrategias a seguir. La oferta de los partidos debe estar vinculada con las necesidades de la población. Que la sociedad perciba el cambio, que nada se quede en el vacío, en el simple deseo de modificar las cosas. Porque si bien es cierto que la reforma electoral política ha sido pactada y acordada por los principales actores políticos y la sociedad misma ha recibido las bondades de las reformas durante la última década, es evidente que el electorado está lleno de veleidades. Por ello la derecha avanza no sólo en México, sino en el mundo.

Lo anterior prueba que no hay concesiones absolutas. Ni confianza en los partidos. El mandato electoral está determinado por los altibajos de la izquierda. La ciudadanía -y el caso reciente de Francia es un ejemplo evidente- castiga, limita y a veces se extralimita en sus decisiones de sufragio. El esfuerzo político debe emprenderse, de manera prioritaria, para consolidar el ejercicio democrático, con un diálogo firme, para que los partidos se reconcilien con la sociedad. Y, sobre todo que respondan a sus necesidades de participación ciudadana.

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