Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 28 de abril de 2002
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Mundo

Ahora nadie calla en casos de violaciones; todo el mundo protesta, expresa

Crece la participación popular en la defensa de los derechos humanos en Irán, dice ONG

Califica de muy importante que el país no haya sido condenado este año en Ginebra

JUAN PABLO DUCH ENVIADO

Teheran, 27 de abril. La situación de los derechos humanos en Irán es uno de los aspectos más cuestionados, dentro y fuera del país, del régimen de los ayatolas.

El catálogo de acusaciones, a partir de una síntesis de documentos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Human Rights Watch y otros organismos no gubernamentales (ONG) internacionales, es contundente: se limita la libertad de expresión, se aplica la pena de muerte, se incumplen las normas internacionales sobre administración de justicia, se emplea la tortura, se imponen castigos corporales, se restringen los derechos de la mujer, se discrimina a las minorías étnicas y religiosas, se dan casos de desapariciones y siguen sin esclarecerse las circunstancias que rodean los asesinatos de intelectuales y activistas políticos a fines de 1998 y comienzos de 1999.

Sin embargo, en el periodo de sesiones recién concluido, por primera vez en los últimos 19 años, la Comisión de Derechos Humanos de la ONU rechazó en Ginebra la habitual resolución de condena. Veinte países votaron en contra, 19 a favor y 14 se abstuvieron.

Estos resultados tienen una doble lectura. Por un lado, y más allá de qué tantos avances se han logrado en este terreno -el propio proyecto de resolución reconoce algunos-, los países que se opusieron a la condena optaron por dar un indispensable voto de confianza a los esfuerzos renovadores del presidente Mohammad Jatami.

Y, por el otro lado, la arrogancia de Estados Unidos incidió en el rechazo a la condena, en la medida que estaba en juego, en el caso de Irán, no tanto la preocupación por los derechos humanos propiamente, sino dar o negar al presidente George W. Bush un pretexto adicional para apuntalar su teoría del "eje del mal".

Así de simple, y al precio de quedar bien con Estados Unidos, México votó por condenar a Irán. El gobierno de Vicente Fox podrá sostener que su posición fue congruente con la intención estadunidense de impulsar la democracia en el mundo, pero estuvo a punto de conseguir el efecto contrario respecto de Irán.

Una resolución de condena hubiera dado al sector más tradicionalista de los clérigos iraníes un nuevo argumento para acorralar al gobierno de Jatami y revertir la política de apertura que impulsa.

Mejor que nadie, porque lo sufren en carne propia, esto lo entienden los defensores de los derechos humanos en Irán. Cada día, en un contexto no exento de peligros, asumen el desafío de dar voz y cuerpo a los reclamos de la población. Dentro de un margen legal que se ensancha o estrecha dependiendo del grado de confrontación entre conservadores y reformistas, intentan colocar los cimientos de la sociedad civil y propugnan mayores libertades en el país.

Participación ciudadana

Alienta a los defensores de los derechos humanos el alto grado de participación ciudadana y los resultados de las más recientes elecciones presidenciales, celebradas en junio de 2001, los cuales confirman que la población iraní, de manera inequívoca, está comprometida con el proceso de reformas democráticas.

La Comisión Islámica de Derechos Humanos, con estructura y funciones propias de ONG, es la principal instancia independiente que vela en Irán por el respeto a los derechos humanos. Ocupa no más de 10 cuartos habilitados como oficinas en un inmenso complejo habitacional del centro de Teherán, pero se puede entrar sólo desde el más recóndito rincón de un estacionamiento subterráneo.

Es el primer signo de que su labor no causa entusiasmo en una parte de la elite gobernante y la comisión recibe las quejas principalmente a través de llamadas telefónicas, correo ordinario y fax. A veces, las personas acuden a la sede a exponer sus casos o los describen por correo electrónico.

Una parte importante de la información sobre violación de derechos humanos se obtiene de un detallado monitoreo de la prensa y los medios electrónicos, así como de los reportes de la red de activistas que operan en todo el país. La comisión abre entre 100 y 150 expedientes por trimestre y procura dar seguimiento a cada uno de éstos.

El presidente de esta ONG, Mohammad-Hassan Ziaifar, en entrevista con La Jornada, señala que por supuesto hay problemas en materia de derechos humanos en Irán, pero él no considera que la situación empeoró en los últimos años. La cuestión de fondo, dice, es que la atención por parte de las autoridades a los reclamos de la población debió de haber comenzado mucho antes, justo después de la revolución islámica de 1979.

Explica que la guerra de ocho años con Irak y la posterior etapa de reconstrucción impidieron hacerlo, y que sólo a partir deMohammad Zaifar la elección de Jatami para su primer periodo presidencial en 1997, comenzaron las reformas en la estructura política del país, un proceso que califica de muy complejo.

Ziaifar no es partidario de comparar el presente con la época del shah, pues sería muy fácil decir que ahora es mejor. De hecho, algunos funcionarios gustan de repetir que en Irán se ha avanzado en el terreno de la salud, que hay más periódicos y universidades, por poner dos casos. Concede que ello es cierto, pero cree que la situación de los derechos humanos en Irán debe evaluarse en función de los objetivos que se fijó el pueblo al hacer la revolución islámica.

En ese sentido, está convencido de que hay que contrastar lo que han conseguido los iraníes con las acciones de su gobierno en las diferentes etapas después de la revolución. Considera que todavía quedan muchas cosas por hacer, que hay problemas en muchos ámbitos.

Ejemplifica: en Irán todavía no existe un Poder Judicial independiente e imparcial, lo cual reduce las posibilidades de un juicio justo en el país. La estructura judicial no responde a los requerimientos, así como las leyes aprobadas por el Parlamento encuentran dificultades en su implementación. Lo reconoció el propio jefe del Poder Judicial en una sesión a puerta cerrada, hace ocho meses, de acuerdo con un reporte que acaba de aparecer en un periódico reformista.

Paulatinamente se han ido abriendo los espacios de libertad. El precio ha sido muy alto. Hay personajes políticos en prisión, se han cerrado periódicos y también se prohíbe la publicación de algunos libros. Pero, al mismo tiempo, si un rotativo se cierra, otro se abre; en lugar de un libro, se publica otro. Hace unos años, no más de una decena de personajes se atrevía a hablar de política y había sólo dos periódicos que se permitían cierta crítica, expone.

Hoy nadie calla ante casos de violación de derechos humanos. Todavía no hace mucho, si se detenía a cinco activistas políticos, no pasaba nada; ahora, todo mundo protesta, se inician campañas en su defensa y muchas personas no dudan en visitar a los prisioneros en la cárcel, y esto es un cambio de mentalidad significativo, subraya.

Ziaifar califica de muy importante que este año haya fracasado en Ginebra la resolución de condena contra Irán. Afirma que es un voto de confianza a las reformas y que resultó toda una sorpresa, pues tiene muy claro que algunos gobiernos tienden a utilizar los derechos humanos como instrumento político.

Asevera que hace 10 años viajó a Ginebra y el embajador iraní le mostró las exigencias que presentaban algunos países de Europa para no aprobar una resolución condenatoria. Asegura que sólo una tenía que ver con los derechos humanos propiamente, el resto de las condiciones eran de carácter político y económico. Desde entonces, agrega, decidió trabajar no para dar gusto a los extranjeros, sino para mejorar la situación de los derechos humanos en Irán.

En cuanto a la resolución que no pasó este año, Ziaifar apunta que consta de dos partes. Una que destaca los avances y otra que contiene cuestionamientos. Respecto a estos últimos, sostiene que el gobierno iraní debe orientarse por el precepto islámico de que si alguien te critica debes escuchar y tratar de eliminar tu defecto.

De cara al futuro, el presidente de la Comisión Islámica de Derechos Humanos se muestra optimista. Enfatiza: el pueblo resiste en el proceso de reformas y, si el pueblo resiste, ningún tipo de gobierno puede cerrar los ojos ante las demandas de la sociedad.

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