Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 27 de abril de 2002
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Cultura
Realizan mesa redonda para conmemorar el Día Mundial de la Propiedad Intelectual

El copyright anglosajón, amenaza para los derechos de autor: expertos

El primero privilegia la actividad de los consorcios en detrimento de los creadores

Sin autor no hay obra y sin obra no hay industria cultural, alerta el presidente de la Sogem

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

El derecho de autor y el derecho a la cultura enfrentan y enfrentarán nuevas y serias amenazas a lo largo del presente siglo. La dinámica de la economía global -obsesionada con la ganancia por encima de todo- ejerce fuertes presiones en el ámbito mundial para que las obras artísticas e intelectuales de todo tipo sean catalogadas simplemente como mercancías sujetas a la ley de la oferta y la demanda, lo que implica que esos derechos -consagrados en la Carta de los Derechos Humanos de la ONU- serán letra muerta.

Esta advertencia fue la nota dominante durante la mesa redonda efectuada ayer para conmemorar el Día Mundial de la Propiedad Intelectual. Durante el acto, representantes de asociaciones autorales hicieron un llamado a los poderes Ejecutivo y Legislativo para que mantengan una posición firme ante los embates de los grandes consorcios culturales -estadunidenses en su mayoría-, en cuyas manos podría quedar el control de la creación artística e intelectual.

Del derecho autoral al copyright

Víctor Hugo Rascón Banda, presidente de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem), identificó tres factores que pondrán ''a prueba" los derechos de autor: 1) el sistema sajón del copyright (integrado en los tratados comerciales de México con Estados Unidos); 2) el vertiginoso avance de las nuevas tecnologías (con Internet a la cabeza), y 3) la relación entre el derecho de autor y las industrias culturales.

De acuerdo con Rascón Banda, el mundo ya no se dividirá en países desarrollados o subdesarrollados ni del primer o tercer mundo ni del norte o del sur, sino en países ''con derecho de autor" o en países ''con copyright". En el primer caso, se privilegia la protección del autor y de la creación intelectual: ''Sin autor no hay obra y sin obra no hay industria cultural". En el segundo caso se privilegia al productor o al empresario, en perjuicio del autor y de la obra. Esto es porque el gobierno y los consorcios culturales de Estados Unidos sostienen que ''el derecho de autor es un obstáculo para el libre comercio".

Rascón Banda recordó que a partir de la firma del TLC los gobiernos mexicanos han tratado de homologar la legislación en la materia con la de Estados Unidos, lo que implica que se privilegiará la protección de la industria cultural por encima de los autores y sus obras. No obstante, hizo notar un hecho digno de consideración: cuando se firmó el TLC, un solo partido tomaba las decisiones, atendiendo los deseos del presidente en turno (Carlos Salinas, en ese caso). Por eso no se pudo modificar en el TLC lo referente a la protección autoral. Hoy ''ya no es así" y ello abre la posibilidad de informar y concientizar a los legisladores para impulsar los cambios pertinentes.

Según el presidente de la Sogem, el TLC abre ese resquicio, pues determina que pasados cinco años de su firma, cualquier país puede solicitar su revisión si demuestra que alguna de sus industrias ha sido afectada. Ejemplificó con la cinematográfica, avasallada por la estadunidense.

La intervención del actor Humberto Zurita, presidente de la Asociación Nacional de Intérpretes (Andi), también fue una advertencia sobre los riesgos de la homologación de las legislaciones entre dos países económica, social y culturalmente tan diferentes. Hizo ver que entran en conflicto dos concepciones sobre propiedad intelectual: una utilitarista y otra humanista. A la primera, los autores y artistas le interesan en tanto que generadores de plusvalía; la segunda valora la sensibilidad del artista, su talento, su opinión única, el carácter perdurable de la obra y su impacto social.

Para fundamentar su posición, Zurita recordó cifras publicadas por Néstor García Canclini en su libro La globalización imaginaria: en Estados Unidos, los sectores relacionados con el derecho de autor y derechos conexos representan 5 por ciento de su producto interno bruto; el mercado musical creció entre 1981 y 1996 de 12 mil millones a 40 mil millones de dólares, 90 por ciento de los cuales se concentran en cinco grandes corporaciones: BMG, Sony, Warner, Polygram y Universal.

Más allá de lo mercantil

Zurita reveló, como ejemplo ''vergonzoso" de los abusos de las industrias culturales en perjuicio de creadores y artistas (artista-intérprete en este caso), que ''la compañera María Félix tiene en nuestra caja 3 mil 350 pesos por concepto de derecho de intérprete de todo un año".

En este contexto ?planteó? ''¿cuál debe ser la responsabilidad del gobierno, de sus políticas públicas, de las autoridades competentes? No debe dejarse al libre arbitrio del mercado la conducción de nuestro porvenir cultural, sino que requiere de la decidida participación del Estado como promotor del desarrollo intelectual del país. No como patriarca, sino como garante de los derechos autorales, conexos y concurrentes con los de la industria".

Señaló que las corporaciones gremiales ''no son de la simpatía del nuevo Estado-nación que construye el mundo actual". No consideran el carácter social de las asociaciones de gestión colectiva: ''Preferirían que el autor y el artista vendieran absolutamente todos sus derechos sobre la obra, como si fuera una transacción mercantil ordinaria; esa, señores, es la tendencia".

(En la mesa participaron también Adolfo Montoya Jarkín, titular del Instituto Nacional del Derecho de Autor; Arturo Ancona García-López, director del Registro Público del Derecho de Autor; Martín Michaus, presidente de la Asociación Mexicana de la Propiedad Intelectual; Catherine E. de Barraza, presidenta de la Sociedad Mexicana de Productores de Fonogramas, Videogramas y Multimedia; Gabriel Larrea, coordinador de Asuntos Internacionales de la SACM; Grissel Vristain, presidenta de la Sociedad de Autores de Obras Visuales; Ramón Obón, titular de la Comisión de Propiedad Intelectual de la Barra Mexicana Colegio de Abogados; y Julio Carrasco, titular de la Sociedad Mexicana de Autores de las Artes Plásticas.)

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