Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 14 de abril de 2002
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Sociedad y Justicia

Realizan investigadores estudio sobre la enseñanza de las matemáticas en el país

En México se cree más en religión y esoterismo que en la ciencia

El sistema escolarizado, principal obstáculo para que la población tenga un óptimo aprendizaje dicen De los capitalinos encuestados 22.6% cree que el sexo de una persona lo determina Dios

KARINA AVILES

Alrededor de 70 por ciento de los capitalinos no sabe multiplicar correctamente un medio por un medio, mientras que 35.6 por ciento afirma que la respuesta acertada a esa operación es un entero. Y si se trata de conocimientos generales sobre ciencia, la situación no es mejor, pues 22.6 por ciento de los habitantes de la capital del país cree que el sexo de un ser en formación lo determina Dios.

En contraste, las creencias religiosas, ocultistas y las seudociencias han penetrado en la cultura popular: 71.2 por ciento cree en los milagros, más de la mitad cree que una cruz protege de los malos espíritus, y 59.6 por ciento piensa que hay personas que poseen poderes de magia negra.

Las cifras anteriores forman parte del libro de reciente publicación Algunos problemas de la educación en Matemáticas en México, de José Antonio de la Peña, Michael Barot, Silvia Alatorre Frenk, Natalia de Bengoechea Olguín, Elsa Mendiola Sanz, Alejandro Díaz-Barriga, Manuel Fernández-Villanueva y Ana Meda.

En el estudio, los investigadores hacen un cuidadoso análisis acerca de lo que sabe el ciudadano medio sobre cuestiones elementales de las matemáticas, en el contexto de su cultura científica y de sus creencias de índole no científica. Para ello, diseñaron y coordinaron varias encuestas entre los ciudadanos del área urbana del Distrito Federal.

En entrevista, el compilador del texto y director del Instituto de Matemáticas de la UNAM, José Antonio de la Peña, adelanta algunas de las conclusiones de dicha investigación que, sin duda, son reveladoras para entender cuáles son los problemas del sistema de enseñanza.

De la Peña advierte que una de las observaciones que se derivan del texto es que "la mayoría de la población no puede resolver problemas de matemáticas elementales -los cuales seni–os-escuela-colosio-gto aprenden durante la primaria- y que involucren más de dos pasos de razonamiento lógico", además de que "el tener poca educación perjudica más de lo que podría beneficiar".

De la Peña explica: "una persona que tiene el segundo o el tercer grado de primaria es probable que no sepa resolver un problema de aritmética elemental, porque al tratar de memorizar cómo se hace la operación, el margen de error podría ser mayor. Mientras que una persona que no fue a la escuela, es probable que sí lo sepa hacer porque utiliza la lógica y los conocimientos que le ha dado la vida cotidiana.

Pero lo anterior no significa que es mejor no haber ido a la escuela o ir sólo unos pocos años, aclara. Lo que dichos resultados indican es que el gobierno mexicano debe hacer realidad el que los ciudadanos completen la educación básica, pues a partir de los cuatro años de educación formal es mejor la capacidad de resolución de problemas elementales.

En el texto se menciona el siguiente ejemplo que ilustra lo antes mencionado: "una persona gastó 10 pesos en una pluma y un cuaderno. El cuaderno costó el triple de la pluma. Ƒcuánto valía la pluma? ƑCuánto el cuaderno?". La respuesta correcta se dará proporcionalmente al grado de escolaridad. La probabilidad de que una persona conteste correctamente va de 0.07 para las que no tienen escolaridad hasta 0.71 para las que tienen estudios de licenciatura. Estos resultados podrían indicar que la capacidad para resolver este problema se adquiere sobre todo después de la secundaria. Es notable que quienes tienen este nivel de estudios lograron resolver acertadamente la pregunta con una probabilidad de 0.33.

Sin embargo, "las personas sin escolaridad son menos susceptibles de cometer estos errores que quienes tienen por lo menos algún estudio de primaria".

Hay otros datos en el libro que reflejan el nivel del ciudadano respecto al conocimiento de las matemáticas. La calificación promedio alcanzada por los capitalinos en las preguntas sobre esta materia fue de 5.01 y de 6.38 entre los estudiantes universitarios. 71 por ciento de los habitantes de la ciudad de México y 40.5 en Ciudad Universitaria (CU) no pudieron contestar correctamente ni siquiera tres preguntas de matemáticas. Mientras que 29.7 por ciento en la ciudad de México y 15.5 en CU no supo contestar más que dos preguntas en el área de ciencias.

El estudio advierte también que "las ideas científicas con sus conceptos y métodos poco han penetrado en la cultura popular", pues incluso se usan los instrumentos tecnológicos más complejos sin tener idea de cómo y por qué funcionan. Destaca que "si bien tal vez estos hechos no sean graves, sí lo es que abunden las creencias seudocientíficas y no científicas". Los cultos esotéricos, las supersticiones y las seudociencias "han tomado gran vigor y han conseguido penetrar en la cultura popular".

De los entrevistados en la capital del país, sólo 53.9 por ciento conocía que la tierra tarda un año en dar una vuelta al sol y apenas 48 por ciento supo que la temperatura de un cuerpo humano sin fiebre oscila entre 36 y 37 grados. Pero muchos respondieron a esa pregunta en un rango que fue de 0 a 100 grados.

Respecto a la interrogante de qué factor determina el sexo de un niño, sólo 46.2 por ciento contestó correctamente, siendo Dios la segunda respuesta más frecuente, con 22.6 por ciento.

La creencias, con mayor peso que la ciencia

Además, un buen número de capitalinos carece de conocimientos científicos elementales, por lo que otro tipo de creencias sin ningún fundamento en la ciencia tiene mayor peso. 77.3 por ciento de los habitantes de la ciudad cree que el zodiaco tiene una correlación con dificultades de la vida, 43.2 por ciento considera que las fotografías de ovnis son auténticas y no fotomontajes, 55.3 por ciento se dejaría hipnotizar para saber sobre sus vidas pasadas y 41.7 por ciento se haría una limpia si los doctores no le pudieran ayudar.

José Antonio de la Peña señala que el vacío que se genera ante la carencia de una cultura científica se llena por las creencias religiosas, seudocientíficas y esotéricas. Estas últimas, "de alguna manera son ideas dogmáticas contrarias a llegar a conclusiones razonadas lógicas". Y añade que tales creencias "disminuyen la capacidad de intentar resolver problemas por las vías del razonamiento lógico".

El científico apunta que otras de las conclusiones del libro son las siguientes: "es muy pobre la cultura científica en el país; existen gravísimas carencias en la comprensión de números decimales, quebrados o problemas que requieran un razonamiento lógico y el nivel de capacitación de los profesores es muy bajo".

En síntesis, indica que el ciudadano medio sabe "un poco" sumar, multiplicar y restar pero le cuesta más trabajo hacer un razonamiento que involucre dos operaciones en un orden predeterminado. Lo anterior no significa que los mexicanos sean menos capaces que los ciudadanos de otros países. El verdadero problema radica "en el sistema de enseñanza", que cuenta con maestros mal capacitados, escuelas que carecen de las condiciones mínimas para el aprendizaje, y alumnos que están mal alimentados debido a sus escasos recursos.

Por ello, advierte José Antonio de la Peña, es difícil hacer una verdadera reforma del sistema educativo si no se destinan los recursos suficientes al sector. "Es un problema de convicción del gobierno mexicano, de decidir que la educación es un tema prioritario" y designar, en consecuencia, los apoyos que requiere.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
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