Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 14 de abril de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  La Jornada de Oriente
  Correo Electrónico
  Busquedas
  >

Capital

Angeles González Gamio

Corpus Christi

Uno de los templos más bellos que se construyeron en la ciudad de México durante el virreinato fue el de Corpus Christi, que era parte del primer convento que hubo en el continente americano para mujeres indígenas, en este caso las nobles, también conocidas como indias cacicas, por ser hijas o hermanas de caciques indígenas, que eran muy respetados por los españoles.

Los indios eran considerados de "alma tierna"; por ello, cuando finalmente permitieron a las hijas de los caciques profesar en una orden religiosa, fue una sorpresa descubrir que eran ejemplares su enorme fortaleza espiritual y sus virtudes. Cien años tardó la Iglesia católica en aceptarlas en su seno como monjas, y requirió de una cédula real que emitió -forzadamente- el monarca Luis I, según cuentan las crónicas de la época.

Para probarlas con la mayor dureza, a sabiendas de su gran afición por el chocolate se estableció la prohibición de beberlo "o propiciar que otro lo hiciera". El patrono del novedoso convento fue don Baltazar de Zúñiga y Guzmán Sotomayor y Mendoza, duque de Airón y marqués de Valero de Ayamonte y Alenquer, XXXVI virrey de la Nueva España, quien a pesar de sus múltiples títulos y apellidos, era de una gran sencillez y calidad humana; todo ello se manifestó en cariño y preocupación por los indios; por esta razón y por un atentado que llevó a cabo contra su persona un loco llamado Nicolás Camacho, del cual milagrosamente salvó la vida, en agradecimiento al Todopoderoso se dedicó a convencer a las autoridades reales y eclesiásticas que le permitieran fundar un convento para las nobles indígenas. Para ello adquirió en 40 mil pesos un solar, donde se hallaba una pulquería, enfrente del jardín de la Alameda. El 12 de septiembre de 1724 puso la primera piedra, y se concluyeron templo y convento cuatro años más tarde, bajo la advocación de Corpus Christi y las reglas de Santa Clara.

De cuatro conventos salieron las religiosas que habrían de establecerlo, y de inmediato seleccionaron a las 18 candidatas, de las decenas de aspirantes indias; el límite establecido eran 20; entre ellas destacaron por sus virtudes, doña María Teresa de los Reyes Valeriano y Moctezuma, sexta nieta del emperador azteca, y sor María Gertrúdis de los Dolores, hija de los indios caciques del barrio de San Pablo.

Hay que destacar que el arquitecto que edificó iglesia y convento fue el extraordinario Pedro de Arrieta, autor, entre otras maravillas, del Palacio de la Inquisición; aquí no se quedó atrás, pues levantó una pieza exquisita, particularmente en la fachada del templo: dividida en tres secciones por unas pilastras lisas y tres frontones que le imprimen un aspecto purista, sin embargo su portada es de un barroco sobrio, y muestra sobre la puerta principal tres relieves tallados en cantera plateada, de gran originalidad y belleza; el central, de enorme tamaño, es uno de los más importantes del arte virreinal del siglo XVIII; magníficamente labrado, representa una custodia, símbolo del Corpus Christi y de la orden religiosa; la sostienen dos ángeles y está enmarcada por una enorme orla ornamentada con rayos y faldones. Los dos relieves laterales semejan copones y están decorados en el interior con dos medallones lisos.

Al abandonarlo las monjas en 1867, por las leyes juaristas, el convento sirvió para escuela de sordomudos y después fue destruido. La iglesia fue bodega, templo protestante, sede de la iglesia cismática, Museo de Higiene y Museo Nacional de Artes e Industrias Populares.

En el abandono y muy dañado desde hace años, se supone que va a ser restaurado dentro del Proyecto Alameda, que impulsó contra viento y marea Alfredo Gutiérrez Kirchner al frente del Fideicomiso Alameda y que ahora, incomprensiblemente, desapareció. Recientemente estuvieron a visitarlo las monjas clarisas, cuya orden lo fundó y que tras innumerables vicisitudes desde que fueron expulsadas, a mediados del siglo XIX, han logrado sobrevivir actualmente en unas instalaciones en Tlalpan.

Ojalá que se vuelva a dedicar a su último uso y quede como parte del Museo Nacional de Arte Popular, que próximamente va a funcionar en el edificio que fuera sede de la Secretaría de Marina, en Revillagigedo11, justo a la vuelta de Corpus Christi, donde por cierto toda la semana va a haber una venta de arte popular para reunir fondos. La oferta es irresistible: rebozos, joyería, cerámica, textiles, lacas, juguetería, además de tener oportunidad de ver a artesanos trabajando, entre otros al famoso Chico Coronel con sus lacas doradas.

[email protected]

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año