Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 9 de abril de 2002
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Cultura
El presidente, artistas e intelectuales hicieron guardia de honor ante el féretro

Música de Agustín Lara enmarcó el homenaje a María Bonita en el Palacio de Bellas Artes

Los restos mortales permanecerán en el recinto hasta las cuatro de la tarde

La Doña será enterrada hoy en el Panteón Francés junto a su hijo Enrique

ARTURO CRUZ BARCENAS

A las 18:10 horas de ayer, ante el féretro con los restos de María Félix, una guardia de honor daba fe de la gloria de quien en vida fue llamada La Doña, en el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes. Rodeaban el ataúd el presidente Vicente Fox, su esposa Martha Sahagún, el secretario de Gobernación, Santiago Creel; el jefe de gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador; el gobernador de Veracruz, Miguel Alemán; artistas e intelectuales, y funcionarios de los ámbitos educativos y culturales.

A las 18:15, acabó dicha guardia y las notas de María Bonita, interpretada por la Orquesta Violines Concierto Universal, se esparcieron por el espacio del recinto. Floreros con alcatraces hacían recordar que Diego Rivera pintó alguna vez a la estrella del cine nacional. Para el maestro, los alcatraces eran símbolo de sensualidad, de amor.

FelixFoxBellasartesSe retiraron los funcionarios, los representantes, lo mismo que Emilio Azcárraga Jean, titular de Televisa; Ernesto Alonso, amigo de María. Alrededor del Palacio de Bellas Artes, miles de personas, el pueblo, esperaba ver algo. Podrán dar el adiós a María Félix cuando sea trasladada al Panteón Francés, a eso de las cuatro de la tarde de hoy. Su cuerpo será colocado a un lado del de su hijo, Enrique Alvarez Félix.

El tiempo y sus pausas

El reloj interno de María Félix se detuvo aproximadamente a la una de la madrugada de ayer. Estaba dormida y hacía una hora que había cumplido 88 años. Desde antes de las 10 de la mañana, el teléfono no dejaba de timbrar. Eran amigos que llamaban a María para felicitarla por la fecha. Sus familiares advirtieron que algo andaba mal. Se asomaron con sigilo a su recámara. En apariencia nada raro. Pero ya cerca, la postura hizo notar que algo ocurría.

El doctor Enrique Peña Ursuástegui confirmó el deceso. Infarto al miocardio. El sueño se hizo eterno. "¡Qué bonito sueño! ¡Qué hermosa forma de morir!", comentó gente que comenzó a reunirse a eso de las 12 de ayer, frente a la casa de la artista, en Hegel 310, en Polanco.

A la una de la tarde, Joaquín López Dóriga, quien dio la primicia, expresaba que el cuerpo de María sería llevado a la Fundación Miguel Alemán, luego a la funeraria Gayosso.

Salió Ernesto Alonso. Su rostro se hallaba desencajado. Señaló que el cuerpo de María sería trasladado a la Fundación Miguel Alemán y de ahí al Palacio de Bellas Artes. Tampoco fue así. "El homenaje lo está organizando la gente que quiere a la señora María, el señor Miguel Alemán y las autoridades que ya dieron el permiso para el acceso a Bellas Artes. El cuerpo no será cremado, sino enterrado.

"Ha llamado gente de varias partes del mundo: de Los Angeles, de Francia, entre otros sitios. Yo me siento muy mal. Estoy haciendo un esfuerzo para hablar con ustedes. Váyanse a la Fundación Alemán; allá podrán preguntar. Esta es una casa llena de muebles."

El médico Peña regresó a la casa de Polanco y dijo que para "María la palabra muerte no existía en su vocabulario. Evitaba ese tema, lo mismo que el de la edad".

Volvió a salir Ernesto Alonso. Eran las tres de la tarde. Informó que el cuerpo de María sería llevado directamente de su casa a Bellas Artes. "Hoy lunes y parte de mañana estará su féretro en el vestíbulo; más tarde será introducido a la sala."

En la calle Hegel, unos 200 elementos de seguridad hacían valla. Los fotógrafos esperaban arriba de árboles sembrados frente a la casa. Algunos pedían permiso en casas contiguas. Cientos de personas observaban desde las aceras; algunas más desde sus balcones.

Llegó la camioneta 1390 BW de la agencia Gayosso. Transportaba el féretro, el cual fue introducido a la residencia. A las 15:35, el secretario de Seguridad Pública, Marcelo Ebrard, informó que el operativo sería realizado con unos 700 elementos, incluyendo los de hoy. A las 16:05 llegó la carroza 8940 BV y partió el cortejo a Bellas Artes. Una comitiva había cargado el ataúd y lo había colocado cuidadosamente en la carroza. La gente aplaudió ese primer rencuentro con María. "¡Viva María!", se pronunció una y otra vez.

La ruta fue: Tres Picos, Rubén Darío, Campos Eliseos, Reforma y Juárez. Una escolta policiaca fue abriendo camino. En la explanada del recinto blanco algunas personas, atosigadas por el calor, se quejaban: "¡Ya la están haciendo muy cardiaca! ¿Por qué no llega?"

A las 17 llegó el cortejo, en medio de aplausos. Muchos pidieron permiso para ver a María. Imposible. Adentro, ya el ataúd de madera era el centro de atención, el imán.

Lloraron algunas personas. Algunos enjugaron las lágrimas. La orquesta tocó varias canciones de Agustín Lara, el músico poeta que enamoró a María y que la inmortalizó en varias de sus creaciones.

Una nube de reporteros se amontonó en los pisos superiores. Llegaron Carlos Slim y Talina Fernández. Encima del ataúd, sobre un cojín de terciopelo, descansaban las medallas que María recibió en reconocimiento a su grandeza.

Comenzaron a llegar las coronas de flores, los arreglos, muchos con rosas rojas, que eran de las preferidas de María; con tales flores, alguna vez el Flaco de Oro tuvo el detalle de cubrir el piso de una habitación, para que los pies de la amada se posaran en tal textura. Al fondo, sobre una mesa, dos copas y una botella de champán.

Muchas fueron las anécdotas que corrieron por las mentes de quienes estuvieron ahí, en el vestíbulo. Con la mirada fija, Pedro Armendáriz observó la escena. Meditó para sí. Tenía recuerdos de una época del cine mexicano a la que María engalanó con su voz, su belleza y su carácter.

Hoy desfilarán ante el féretro quienes la admiraron y la hicieron estrella, una diva, la última de una época de un México que ya se fue.

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