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Lunes 24 de marzo de
2002 |
Editorial PERDEDORES |
La elección de los
dirigentes nacionales del Partido Revolucionario
Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática
(PRD) ha terminado y los resultados arrojan el mismo
resultado para los militantes locales de ambos:
perdedores. En reconocimiento al diseño, construcción y operación del sistema electoral que no requiere de votantes y garantiza una fluidez sorprendente, la Comisión Interna del PRI decide otorgar a Roberto Madrazo la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional de ese partido. El "aguante" de la derrotada Beatriz Paredes y el resultado local de cinco a uno a favor de la paisana se reflejarán en la negociación de las cúpulas para definir las candidaturas federales en el año 2003 y la estatal en 2004, que se infiere fueron condición para que la perdedora no abandonara el partido. Lo que para unos es exceso, para los otros es ausencia. La incapacidad del Servicio Electoral para la elección interna del PRD incide en la falta de resultados y la angustia por el costo político que representa la anulación que terminaría por confirmar el triunfo de Rosario Bajo el principio de que quien controla la estructura del partido se alza con el triunfo, el neoperredismo local integra a diez de las corrientes internas y celebra un "Gran Acuerdo" para darles "plancha" a los opositores. Los pocos militantes que sufragaron dan a Jesús Ortega una ventaja local de no más de dos mil votos, pero el resultado nacional les es adverso. Desde 1998, PRI y PRD mantienen una permanente lucha por el poder publico, la apuesta que hicieron en la elección de sus dirigentes nacionales los deja a ambos con el mismo resultado: perdedores. |