Los indios de Siberia
Siberia es el hogar de los kahten, los yewenken y los buriaten, entre muchos grupos étnicos, que desde el siglo XVIII están bajo la hegemonía rusa, pero, a pesar de todo, tratan de mantener sus costumbres, lengua e identidades. Aún hay grupos seminómadas, cazadores y pescadores semejantes a los esquimales.En 1989 los expertos gubernamentales en asuntos de minorías étnicas estuvieron de acuerdo en que el mejor camino para asegurar el futuro de los indios siberianos era otorgarles autonomía y prohibir los desplazamientos forzados. Además recomendaron que los proyectos de desarrollo fueran discutidos con los aborígenes y no impuestos desde Moscú, y buscar un consenso entre los Pueblos del Norte y los gobiernos locales
MARTA DURAN DE HUERTA. ILUSTRACION ANDRÉS MARIO RAMIREZ
SIBERIA ES ENORME, es más grande que China; una y media veces el tamaño de Estados Unidos; de este a oeste tiene 7 mil kilómetros y de norte a sur 3 mil 500. Para un ruso, la palabra "cerquita" significa por lo menos mil kilómetros. En los Urales y Siberia se han concentrado las industrias pesada, nuclear, armamentista y de tecnología de punta. Para las gigantescas fábricas es bastante conveniente estar acá por el fácil acceso a los yacimientos de metales, petróleo, carbón, hierro, níquel y cobre. Ya desde los tiempos zaristas, la metalurgia estaba muy desarrollada y con la industrialización se reforzó.
Esta región, además, es muy rica en gas, maderas, biodiversidad, diamantes, esmeraldas y agua. Es una región salpicada por termoeléctricas, centrales termonucleares, centros de investigación científica, fábricas de máquinas para hacer máquinas y armas. Aquí está el yacimiento más grande de níquel del mundo y el lago Baical, que es la reserva de agua potable más grande del planeta; también decenas de grupos aborígenes llamados Pueblos del Norte.
Hay
ciudades por toda Siberia, algunas de las cuales tienen 300 años
de antigüedad, como Tobolsk, Omsk, Tomsk, Irkust y Khavarovsk, que
datan del colonialismo zarista. Hace más de tres siglos comenzaron
las luchas entre los rusos y otros pueblos por estas tierras; los ruskis
se enfrentaron a hombres de origen mongol, a quienes llamaron tártaros
porque su idioma, a los oídos eslavos, sonaba como tar tar tar tar.
Siberia es un mosaico de pueblos y culturas, es el hogar de los kahten, los mansen, los yakuten, los yewenken, los buriaten, los tawen y los tártaros, por mencionar algunos, que desde el siglo XVIII están bajo la hegemonía rusa, pero, a pesar de todo, tratan de mantener sus costumbres, lengua e identidades. Aún hay grupos seminómadas, cazadores y pescadores muy semejantes a los saames (lapones) y a los esquimales.
Estamos en Asia, pero la gente se siente europea y mentalmente ha recorrido la frontera, pues en su opinión los asiáticos son "nacos" y los aborígenes tienen el mismo trato social que los indígenas en México. Preguntarle a un ruso de Ekaterinburgo si es siberiano es como preguntarle a un auténtico coleto si es tzotzil. Las dos terceras partes de Rusia están en Asia.
Siberia es famosa por sus campos de trabajo forzado, tanto para prisioneros de guerra, como para presos políticos y reos del orden común. Desde los tiempos zaristas, los castigados cambiaron la geografía; abrieron caminos, crearon represas, erigieron ciudades, secaron pantanos y trabajaron hasta morir, sobre todo en el norte. Siberia no sólo es inhóspita por sus extremas temperaturas ?que en invierno llegan hasta 50 o 60 grados bajo cero?, sino por sus grandes extensiones de tundras y hielos eternos que hacen de la sobrevivencia diaria una proeza.
Los pueblos oriundos fueron víctimas de la expansión modernizadora y ellos también fueron obligados a desviar ríos, tender vías de ferrocarril y erigir enormes urbes. Con el estalinismo, pueblos enteros fueron obligados a dejar sus tierras y llevados a geografías desconocidas donde su tradicional conocimiento del entorno ya no les sirvió. En unos casos la deportación fue para inundar la región y construir enormes presas, en otros para extraer petróleo o hacer de los trigales campos de tiro de misiles. En 1955 el gobierno hizo experimentos atómicos cerca de Novaya Semlias y Tchukotka y obligó a la tribu de los nenzen a dejar sus tierras. Por ignorancia o negligencia, las personas no fueron llevadas a lugares suficientemente lejanos y seguros, por lo que muchos murieron a causa de las radiaciones. Otras veces, los accidentes en laboratorios fueron los causantes de las catástrofes. La industria ha envenenado el aire, las aguas y la tierra.
Con el desmoronamiento de la Unión Soviética, las medidas de seguridad se deterioraron aún más o desaparecieron por falta de presupuesto, de personal o simplemente se olvidaron de ellas y se fueron sin cerrar la puerta y apagar la luz.
En una Siberia donde conviven la tecnología de punta y la naturaleza indomable, para los Pueblos del Norte el territorio sigue siendo fundamental. En el sur, donde los hielos desaparecen en el verano, se practica la agricultura. En otras latitudes, los indios de ojos rasgados son pastores seminómadas, algunos crían caballos, otros renos y alces.
Todavía tienen chamanes y sus manifestaciones religiosas son animistas, donde cada cosa ?el agua, el viento, la tierra? es la materialización de fuerzas mayores, de espíritus, y cada hombre tiene su nagual. Algunos curanderos y chamanes se ayudan con la ingestión de hongos alucinógenos para sus ceremonias y utilizan la medicina tradicional. Todos los pueblos oriundos de Siberia tienen algo en común: defienden la idea de que debe haber un balance, un equilibrio, con la naturaleza. Todo lo que uno haga en contra de ella tiene consecuencias muy graves; ellos lo saben porque lo han vivido en carne propia.
En la era soviética se prohibió oficialmente el chamanismo, pero se siguió practicando con mucha discreción. Las políticas oficiales estaban orientadas a una rusificación profunda a través de la escuela y el idioma. Se pretendió desarraigar a los naturales para que entraran de una vez por todas en la modernidad. En 1937 se expidió un decreto de obligatoriedad del alfabeto cirílico en toda la Unión Soviética. Un ejército de lingüistas realizó la tarea, aunque los fonemas de los indios, es decir, los sonidos de sus idiomas, no coincidieron con los signos cirílicos. Las entonces repúblicas soviéticas en Asia central tuvieron que cambiar su alfabeto árabe por el cirílico, lo que significó que muchos viejos ya no pudieran leer ni escribir, y mucha de su historia se perdió. Los chechenos actualmente pretenden adoptar el alfabeto latino en un acto de rebeldía hacia Moscú (aún siguen siendo parte de Rusia) y para entrar en la ola de la globalización occidental. Si lo logran, habrán tenido tres alfabetos en un siglo. Los aborígenes de Siberia tampoco se salvaron de la rusificación y lo primero que se les prohibió fue ponerle nombres no rusos a sus hijos.
Durante el estalinismo hubo una cruel campaña contra los salvajes primitivos de la edad de piedra por considerarlos un lastre, un freno a la modernidad y al progreso. En los años sesenta hubo un cambio de política y se permitió que en las escuelas se dieran clases en idiomas autóctonos, pero enfocando los contenidos y valores hacia la cultura rusa. El sistema de internados desvinculó a los niños de sus familias y de sus raíces, sobre todo a aquellos que provenían de grupos nómadas. Ese tipo de escuelas ya no existe y el daño está hecho. Muchas lenguas se perdieron y grupos pequeños desaparecieron. Los ainu, según el censo de 1926, eran sólo 32 personas.
La industrialización de Siberia comenzó en los años treinta y desde la posguerra se cuadriplicó. El gobierno soviético, y ahora las empresas, ofrecen sueldos altísimos para animar a la gente a venir a trabajar aquí.
Esta región, por su tamaño, es un continente con un valor estratégico central y desde los tiempos de los bolcheviques ha estado bajo celosa vigilancia militar. No se mueve la hoja de un árbol sin permiso de las fuerzas castrenses. Además de campos de tiro y de hacer experimentos atómicos, aquí esta asentada la industria armamentista y espacial; las fábricas de misiles y todo lo que tenga que ver con secretos de Estado.
Tras la Perestroika, los pueblos siberianos tuvieron un margen político que aprovecharon para organizarse y protestar por la destrucción de su entorno. Las primeras denuncias se hicieron públicas en 1986 en Paren, en la región Kamtchaka. Se crearon organizaciones como la Unión Nenzen, Rescate del Futuro de los Yamal, la Unión de los Tomsk-Selkupen, la Coordinadora de los Kola-Samen, así como la Unión Regional Unuit.
En marzo de 1990 se realizó el Primer Congreso de los Pueblos del Norte y a partir de éste nació una organización que lleva el mismo nombre, presidida por el escritor Vladimir Sdangui, indio nivyen, que vendría a ser un Armando Bartra siberiano. El Congreso de los Pueblos del Norte demandaba:
* Que se cumpliera con el compromiso que la (entonces) URSS firmó con la Organización Internacional del Trabajo para otorgar autonomía a los pueblos indios, de acuerdo con su artículo 169.
* Protección y respeto en todos los sentidos a los Pueblos del Norte.
En
mayo de 1990 se formó un comité de representantes de los
pueblos autóctonos, cuya función era trasladarse a Moscú,
al Parlamento, para fungir como "asesor" de los diputados, con el fin de
representarse y defender sus derechos. No fue mucho lo que lograron.
Lo interesante es que en 1989 los expertos gubernamentales en asuntos de minorías étnicas estuvieron de acuerdo en que el mejor camino para asegurar el futuro de los indios siberianos era otorgarles autonomía y prohibir los desplazamientos forzados. Además, recomendaron que los proyectos de desarrollo fueran discutidos con los aborígenes y no impuestos desde Moscú, y buscar un consenso entre los Pueblos del Norte y los gobiernos locales. Se aprobó una reforma escolar y se permitió a los grupos étnicos elaborar sus propios planes de estudio para escuelas bilingües. Al poco tiempo, la lengua de los yukagiren, itelmenen, dolganos y nivyen se plasmó en los pizarrones y en los cuadernos de los niños.
Se legisló y aprobó un programa para recuperar la fauna de las regiones de los nómadas pastores y se apoyó una ley comercial interétnica donde los indios organizarían sus redes y reglas comerciales. Además, se acordó que en las regiones donde los naturales fueran mayoría, tendrían autonomía y donde fueran minoría étnica tendrían reservaciones.
Todo esto funcionó hasta diciembre de 1991, año en que esos acuerdos fueron abolidos y, dicho sea de paso, la Unión Soviética se desmembró.
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Winfried Dallmann es investigador del Instituto Polar de Noruega, centro donde se realizan estudios sobre grupos indígenas de las regiones cercanas al círculo polar. Suecia, Finlandia y Noruega comparten asentamientos de indios saame (lapones), que cruzan las fronteras con sus renos en busca de pasturas; ellos incluso tienen un Parlamento.
Cuando Rigoberta Menchú obtuvo el Premio Nobel de la Paz, el Parlamento Lapón la invitó a visitar el norte del norte; la cubrieron de pieles y la llevaron a dar un paseo en trineo por la nieve. Algunos de esos parlamentarios hicieron acto de presencia en San Cristóbal de Las Casas durante los diálogos entre el EZLN y el entonces comisionado para la paz Manuel Camacho Solís.
El profesor Winfried Dallmann afirma que "en la cultura occidental no se entiende qué es lo que piden los pueblos indígenas ni el tipo de desarrollo que buscan; se dice que quieren quedarse estancados en el pasado y vivir en cuevas. No.
"A estos pueblos se les ha quitado todo, su tierra y su cultura, por lo menos se les debe dar el derecho a decidir el tipo de desarrollo que quieren tener y garantizarles las condiciones para que lo puedan poner en práctica conforme a sus propios valores y maneras de ver el mundo, eso sería un mínimo acto de justicia. Esta es la única manera de evitar conflictos bélicos y movimientos secesionistas.
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La historia de Siberia es enigmática. Aún hay mucho por descubrir y por escribir. Andrei Beliayev es historiador. Estudió marxismo-leninismo en la Universidad Estatal de los Urales ?una carrera ahora extinta, cuya condición indispensable era manejar la historia al dedillo para poder después entrarle al plato fuerte que era la teoría marxista?. Andrei relata: "El Departamento de Arqueología de la Universidad Estatal de los Urales tiene expediciones constantes para tratar de reconstruir las rutas migratorias de los diversos grupos humanos que han poblado Siberia desde el neolítico. En la parte occidental hemos encontrado cerámica que calculamos tienen 7 mil años de antigüedad. También hemos encontrado restos de aldeas del mismo periodo. El plan de estudios de la carrera de historia contempla muchas prácticas de arqueología que son verdaderas aventuras. Por razones climáticas, sólo se pueden efectuar en verano que es cuando aparecen millones de moscos, enormes y voraces. Las garrapatas son una tortura que transmite la fiebre encefálica y puede causar meningitis. De hecho, hasta hace poco se fumigaban los pueblos. Los Urales y Siberia están llenos de pantanos y es obligación que la población se vacune tres veces al año. Las expediciones significan varios días lejos de la civilización. Una vez, un compañero encontró en la ribera de un río pescado fresco y se le hizo fácil llevarlo al campamento. Un oso los había pescado. Los osos se sientan junto a un arroyo y cuando pasa un pez, de un manotazo lo sacan del agua, después esperan a que los pescados se descompongan; sólo cuando apestan se los comen. Cuando nuestro camarada llegó al campamento le preguntamos dónde había conseguido el pescado y nos dijo que él lo había pescado. El oso siguió el rastro hasta nosotros. Todos corrimos y nos subimos a los árboles; desde ahí vimos como ese animalazo esculcaba mochilas y equipo. Los pescados ya nos los habíamos comido, pero el oso encontró algo mejor: una lata de dos litros de leche condensada que estaba abierta y en un minuto se la acabó. Relamía y relamía. Después encontró galletas y se las comió. Uno de los arqueólogos le tomó fotos; otro sacó la pistola y disparó al aire. El oso salió del campamento, pero se quedó cerquita y nos tuvo bien vigiladitos todo el tiempo".