Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 28 de febrero de 2002
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Política

Insólita afluencia de isleños en las inmediaciones de la representación diplomática

Inquietud en La Habana ante el rumor de que México otorgaría asilo a ciudadanos cubanos

GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL

La Habana, 27 de febrero. Un rumor que esta tarde circuló aceleradamente en La Habana provocó el reforzamiento de la vigilancia policial en torno a la embajada de México, como reacción a una insólita afluencia de cubanos, que se acercaban a la sede diplomática con la creencia de que de pronto se habían abierto ahí las puertas de una fácil emigración.

La versión que corrió con rapidez de boca en boca surgió, de acuerdo con el mismo rumor, después de que radioemisoras estadunidenses difundieron declaraciones del canciller mexicano, Jorge G. Castañeda, al inaugurar el martes por la noche el Centro Cultural de su país en Miami

En el acto, al que asistieron dirigentes del exilio radical anticastrista, Castañeda dijo que "las puertas de la embajada (de México en la isla) están abiertas a todos los ciudadanos cubanos, del mismo modo que lo está México".

"Hubo un rumor de que México iba, no a asilar, porque la figura no es de asilo, sino a aceptar gente para ser sacada del país", dijo Andrés Ordóñez, encargado de negocios mexicano, en ausencia del embajador Ricardo Pascoe.

"Es un rumor. No hay ninguna variación sobre las formas de trabajo de la embajada. Las normas de migracion en el área consular permanecen sin cambio y el primer sorprendido fui yo y seguramente mis compañeros", dijo Ordóñez, abordado por reporteros en la calle 12, frente a las puertas de la embajada. El diplomático desmintió la también expandida versión de que en algún momento algunos cubanos hubieran penetrado por la fuerza a la misión en demanda de su traslado a México.

Desde al menos las seis de la tarde el flujo de cubanos, que mal disimulaban su intención, fue constante frente a la sede mexicana, ubicada en la esquina de 12 y 7a. Avenida, en el residencial barrio de Miramar. Taxis turísticos o viejos vehículos estadunidenses repletos de gente, familias enteras con bolsas y mochilas a cuestas o grupos de jóvenes a pie y en bicicleta, rondaban por una y otra arteria, pasaban frente a las puertas de la casona y algunos formaban corrillos en esquinas cercanas.

La reacción fue también acelerada. Efectivos del cuerpo uniformado de custodia diplomática, policías nacionales, patrulleros, oficiales del Ministerio del Interior y agentes vestidos de civil tomaron posiciones en al menos dos cuadras a la redonda. Hacia las siete de la noche el tránsito por la embajada era más difícil, pues los uniformados empezaron a requerir documentos de identidad a los viandantes. Otros civiles, que pasaban sin problema los círculos policiales, rondaban más de cerca los muros del edificio. Los reporteros pudieron ver que algunos de ellos estaban armados.

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