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Martes 19 de febrero de
2002 |
Salud Religión y sexo n Antonio Cruz López |
La sociedad mexicana, en su
mayoría católica, transgrede el ámbito de la
sexualidad a partir de preceptos religiosos, dilema
antiguo, desde que el hombre es y por tanto practica el
sexo. De siempre, la actividad sexual es acuciante en la
sociedad, afecta a todos de una u otra manera, es clara
pugna entre la enseñanza tradicional y la actitud que
parece contradictora. Es concluyente que la religión
desfasa y pretende que prescindamos del sexo y la
sexualidad como conducta. Por otro lado, muchos
identificados con los valores sexuales de la religión
cumplen teórica o prácticamente sus preceptos. Todo
comprensible en el bando laico de los fieles pero, ¿qué
actitud tomar, cuando el sexo se presenta en la
jerarquía eclesiástica, cuando los sacerdotes enfrentan
movimientos disidentes a favor de la sodomía, el
matrimonio, la unión homosexual o la práctica
pederasta? El cardenal de Boston, Bernard Law, líder católico de Estados Unidos, enfrenta un escándalo: se le acusa de encubrir pederastia en unos 94 sacerdotes de su grey, causal no nueva. John Geoghan, sacerdote, está reportado por el abuso sexual de 130 niños en 30 años de ejercicio, y la iglesia católica de ese país ha pagado más de 1 millón de dólares en demandas de abuso sexual de sus sacerdotes. Por ello los teólogos dicen que el cardenal perdió autoridad moral y debe renunciar a su cargo. En el siglo VII Mahoma fundó el Islam; tuvo 13 esposas y concubinas. Los islámicos, con un punto de vista favorable a la sexualidad, no propician el celibato, la poligamia es aceptada, la sexualidad se considera un don de dios, se castiga el adulterio hasta con la muerte en Irán, Irak y Arabia Saudita; aceptan expresiones sexuales con la mutÕa o matrimonio temporal, y el divorcio se acepta bajo normas específicas; las mujeres se velan el rostro, excepto en Egipto y Turquía; existen harenes, se practica la clitoridectomía y otras mutilaciones del sexo femenino. El hinduismo, en su corriente karma, considera llegar dios tras una senda de placer sexual; por ello, la sexualidad es abierta y tolerante. Un monje escribió en el siglo IV el Kamasutra, manual erótico que detalla técnicas de práctica sexual. La corriente dharma del hinduismo es moksha o el camino de la moralidad: libera muerte y nacimiento, renuncia al placer físico, a las pasiones en vida, practica el celibato buscando la paz interior; aun así, los sacerdotes se casan. El budismo es también hindú. Nació en el siglo 3 a.C., pregona el sufrimiento en la vida terrenal, liberación de lo mundano a partir de pureza moral y mental; el celibato es obligado en sacerdotes y monjas, la prostitución no se condena, tan sólo quien la ejerce agota su karma o fuerza del destino para su próxima vida. El cristianismo contempla la actividad sexual sólo dentro del matrimonio y con fines exclusivos de reproducción. Los sacerdotes y monjas deben guardar celibato. Cualquier otra expresión sexual es condenable. Juan Pablo II dijo a 25 obispos de Estados Unidos y Canadá que las relaciones sexuales extra o premaritales y de homosexualidad son incompatibles con el plan divino del amor humano, y además que el matrimonio es indisoluble. Así que, pueblo amigo, pueblo hermano, como dice Juan Pablo, yo se las platico y ustedes deciden, con relación a religión y sexo. |