Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 18 de febrero de 2002
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Espectáculos
JAZZ

Ritmo latino y caliente

Antonio Malacara

SABADO 16. AL INICIARSE LA segunda sesión del ciclo Jazz Latino y Caliente, la gente sigue llegando al Museo del Chopo (15 minutos después las gradas estarían llenas en su totalidad). Luc Delannoy y Estrella Newman suben al escenario y se sientan con la idea (eso pensábamos) de platicar sobre el tema y comentar el nuevo libro de Luc: ¡Caliente! Una historia del jazz latino.

PERO SENCILLAMENTE ESTO no sucedió. Delannoy intentaba conducir la plática alrededor del asunto, le hacía preguntas específicas a la maestra (toda una institución en la cultura popular mexicana), pero cuando ésta tomaba la palabra, prefería hablar de la mexicanidad, de los mayas, de la fraternidad, del Sonido 13 de Julián Carrillo, o de la importancia de la música como idioma universal.

"LA MUSICA EMPIEZA EN el viejo continente, en China; ellos son los primeros que descubren los cinco sonidos, la pentáfona. Seis siglos antes de Cristo, Terpandro, en Grecia, aumentó dos cuerdas a su lira y logró el sonido siete. En el siglo XVI se hace la escala diatónica. Juan Sebastián Bach, en su obra de clavicordio bien temperado, pasa del sonido octavo al doceavo, pero no hizo una nueva escritura ni explicó por qué eran todos esos sonidos. El maestro Julián Carrillo, músico mexicano, descubre que la música es infinita, que no nada más tiene siete sonidos, que la naturaleza produce millones de sonidos y que el hombre puede escucharlos. El descubre que si había tonos y medios tonos, debía haber tercios, cuartos, dieciseisavos y así... él hace la revolución más interesante en 26 siglos de la era musical."

CUANDO DELANNOY PREGUNTA SI alguien quiere hacer alguna pregunta, se escucha un grito: "Vámonos a la música". El joven escritor, que apenas había alcanzado a apuntar algunas ideas, como que "el jazz es el testimonio de las migraciones humanas" no parece estar muy contento cuando se retira para dar paso a lo que debía ser.

PERO SENCILLAMENTE ESTO TAMPOCO sucedió. Estaba anunciado un concierto de Tino Contreras y Juan José Calatayud. Pero resultó que se trataba del grupo de Tino, y que Juan José sólo era un músico invitado. Tino aparece solo en el escenario, toma el micrófono y empieza a hablar fuerte, cuenta chistes, anécdotas. Finalmente presenta a sus músicos: su hijo Valentino en la guitarra, el maestro Leo Carrillo en el bajo y Calatayud en el piano.

TINO SE SIENTA EN LA BATERIAy empieza a aporrearla con (creo) todas sus fuerzas; los demás músicos no se escuchan. La dureza y lo cuadrado y lo elemental de los redobles se hacen notar de inmediato y así toda la noche, por momentos se le atoran las baquetas, pero Tino Contreras está contento y grita y golpea. De repente baja la intensidad y se escucha la insinuación de un tema de Duke Ellington. El jazz latino no aparecía (ni aparecería).

POCO DESPUES VUELVE A PARARSE, deja el banco a Ernesto Aguilar, un joven baterista al que se la pasó regañando y corrigiendo desde el micrófono, y empieza a cantar The shadow of your smile, sigue con I've got you under my skin (Tino pide palmas a la amable concurrencia), después llegan My way, Yesterday, It had to be you, As time goes by, el baterista-cantante no se sabe las letras, pero le sigue dando con una voz áspera, pobre y emocionada. Se da tiempo para corregirle los compases a Calatayud.

CUANDO PRESENTA A UN CANTANTE invitado, Vicente López Segura, pensamos que las cosas se compondrían, pero ¡oh, sorpresa!, el invitado era de veras malito; cantó dos temas del propio Contreras (uno lo presentó como bolero-tango) increíblemente elementales y planos, aunque no tanto como su voz y estilo. Pero Vicente se desvivía en sonrisas y agradecimientos hacia Tino (que ya estaba en un piano eléctrico) por el honor de estar ahí, y pedía más y más palmas al respetable público y "Vamos todos", y los invitaba a tararear, pero como no todos se animaban, Tino deja su pianito y se para junto a Vicente. El aplauso de la familia y los amigos no se hizo esperar.

PODRIAMOS ASEGURAR QUE ESTE ha sido uno de los conciertos más malos a los que hemos asistido. Aunque la noche fue momentáneamente salvada cuando Juan José Calatayud se quedó solo con su piano, pues se dejó caer con una suerte de popurrí con la Rapsodia en azul, intercalando otros temas de Gershwin como Somebody loves me, Embraceable you, Summertime e It's wonderful. Al final, el aplauso fue enorme y generalizado, Tino Contreras salió como animando más el aplauso, pero de inmediato comenzó a hablar y hablar y hablar.

AL FINAL TOCARON El hombre del brazo de oro, y Don Tino se reventó el solo de batería que tan famoso y feliz lo ha hecho. Entonces no se oyó tan mal. Salimos del Museo con la convicción de que el señor Contreras es un maestro de las relaciones públicas.

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