Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 18 de febrero de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  La Jornada de Oriente
  Correo Electrónico
  Busquedas
  >

Espectáculos
En México, unos 50 sobreviven en cautiverio; Animal Planet presenta documental hoy

El lobo gris, ni tan feroz ni salvaje, especie en peligro de extinción

Para la bióloga María Pía, estos mamíferos son claro ejemplo de cómo debe ser el liderazgo social Un logro, el creciente interés en su preservación, dice Jorge Servín, investigador del INE-Durango

MARIANA NORANDI

Desde tiempos muy lejanos el lobo siempre ha sido visto por el hombre como uno de sus mayores enemigos. A pesar de que existe gran parentesco entre el perro y el lobo -ambos pertenecen a la misma familia de cánidos- el primero siempre ha sido considerado el mejor compañero del hombre, mientras que el segundo, su mayor antagonista. La literatura infantil ha reforzado esta enemistad mostrando al lobo como la bestia más feroz y criminal del reino animal. ¿Y qué decir del mítico Hombre Lobo de la literatura fantástica que tanto representó el cine? un hombre que, en noches de luna llena, se transforma en un terrorífico lobo que asesina indiscriminadamente y de la manera más sanguinaria.

Actualmente, cuando el hombre ya ha acabado con casi todos los lobos de la tierra, nos damos cuenta de que aquel animal con el que nos asustaban en la niñez no era ni tan feroz ni tan salvaje y que, debido a la guerra que le declaró el hombre hace siglos, hoy representa una especie en peligro de extinción. El lobo mexicano tampoco ha sobrevivido a tan despiadado exterminio y en estos momentos se encuentra en riesgo de desaparecer.

La distribución histórica en América del lobo gris (Canis lupus) abarca desde Alaska hasta el centro de México y tiene 24 subespecies; el lobo gris mexicano (Canis lupus bailey) es una de ellas. Históricamente habitó en el sur de Estados Unidos -Arizona, Nuevo México y Texas- y en los territorios mexicanos de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Durango, Zacatecas, Aguascalientes, San Luis Potosí, el Bajío y la meseta central, llegando incluso hasta Oaxaca; es decir, entre la Sierra Madre Oriental y la Occidental.

El lobo mexicano es la más pequeña de las subespecies americanas. Del hocico a la punta de la cola mide alrededor de metro y medio, tamaño similar al de un perro pastor alemán. Los lobos machos tienen un peso promedio de 33 kilogramos y las hembras de 27 kilos. Su altura oscila entre 60 y 80 centímetros y el color de su pelaje varía entre diversos tonos de amarillo y gris. En estado de cautiverio un lobo puede llegar a vivir 15 años, mientras que en libertad vive alrededor de nueve años.

La conducta social de los lobos es sumamente compleja y constituye una de las más estructuradas entre los mamíferos. La manada puede estar compuesta de cuatro a ocho miembros pero, años atrás, cuando todavía había muchos lobos, podían incluso encontrarse grupos de más de 30. Esta organización social está formada con base en una jerarquía muy compleja y difícilmente alterable. El alineamiento jerárquico es de forma piramidal y está compuesto por una pareja adulta que dirige la manada, un grupo de subordinados que secunda su liderazgo y por los llamados parias, que siguen al grupo sin tener una actividad determinada dentro de él. La pareja dominante es la única que se puede aparear y su relación es monógama. En el momento de parir, la loba es asistida por todos sus subordinados, tanto en el parto como en el cuidado y alimento de los cachorros.

El doctor Jorge Servín, investigador del Instituto Nacional de Ecología AC de Durango, explica: "la jerarquía es el lugar que cada lobo tiene dentro de su grupo social y que da acceso a utilizar ciertos recursos como alimentación, espacio o pareja. Si hay alimento disponible para todo el grupo, la pareja de lobos dominantes tiene acceso prioritario a consumirlo. Cuando satisfacen sus necesidades, entonces acceden los lobos subordinados hasta que todos los miembros del grupo logran alimentarse".

Para llegar a ser líder de la manada un lobo ha de reunir una serie de características determinadas. María Pía Soto, bióloga e investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, cuenta: "el líder no adquiere ese rango por ser agresivo con sus compañeros, porque si fuera así, no lo aceptarían. El líder debe ser amable, el que arriesga la vida por la manada, el que se relaciona con todos y el encargado de que exista una cohesión social. La organización de los lobos constituye un ejemplo de cómo debe ser el liderazgo social".

Pero si el lobo está en peligro de extinción, más lo está la manada. Actualmente es muy difícil encontrar grupos numerosos de lobos, porque son muy pocos los que viven en libertad y muy escasa su presa. Los lobos son carnívoros que cazan en grupo, pero esta cacería colectiva se da cuando la presa es lo suficientemente grande como para ser compartida. Si la presa es pequeña (ardillas, ratones, ratas...) entonces la caza es individual o a lo sumo en pareja. En Estados Unidos todavía encontramos registros que demuestran la existencia de manadas, pero en México no existen datos de supervivencia de manadas y tampoco existe la certeza que quede algún lobo en estado silvestre. Pero, ¿cuándo comienza la guerra del hombre contra el lobo?

La guerra contra el mamífero

Hay hipótesis que afirman que este conflicto se remonta a la prehistoria, cuando el cavernícola veía en el lobo un rival en la caza. Sin embargo, no es hasta la época de la Conquista cuando aparecen las primeras pruebas de un evidente ataque contra el lobo. Los españoles traen ganado a tierras americanas y crean granjas, talan bosques y ahuyentan a las presas autóctonas del lobo como eran el venado y el berrendo, entre otras. Al ir desapareciendo su presa tradicional, el lobo se ve en la necesidad de invadir el territorio de los granjeros en busca de animales domésticos, es entonces cuando el hombre declara abiertamente la guerra al lobo.

Los métodos de combate fueron agujeros-trampa, venenos, trampas de acero y armas de fuego, pero llegó un momento que estas prácticas no fueron eficientes.

A finales de la década de los 40, los granjeros estadounidenses y mexicanos pidieron apoyo gubernamental para acabar con el depredador, alegando que no sólo acababa con su ganado sino que además era transmisor de la rabia silvestre. A partir de entonces se desarrolla una campaña de exterminio que usa un veneno llamado 1080 (monofluroacetato de sodio), altamente peligroso, espolvoreado en carne utilizada como cebo.

Las consecuencias de esta acción fueron: la aniquilación casi total del lobo, la muerte de otros depredadores como el puma, oso negro, gato montés, coyote, zorra gris o zorra norteña, y finalmente la muerte de muchas aves carroñeras que se envenenaron al comer animales intoxicados. En México esta campaña se inició en 1956 y los resultados no se hicieron esperar.

En el área de Nacozari de García, Sonora, se encontraron 4 mil 600 coyotes y lobos envenenados, en Nuevo Casas Grandes, Chihuahaua esa cifra se elevó a 7 mil 800. El doctor Servín, quien estudia la conducta de los lobos en la reserva La Michelía, comenta: "esta campaña redujo drásticamente la escasa población de lobos en el norte de México. Nunca se supo con certeza cuántos lobos se mataron con ese veneno, ni se generaron datos cuantitativos de la mejora que proporcionó a la ganadería.

Para finales de los 60 los lobos eran muy raros y se les consideró exterminados en 1970, aunque desde entonces se tienen registros de ataques esporádicos de estos cánidos en algunas regiones de la Sierra Madre Occidental".

A partir de 1970 la actitud gubernamental y social respecto al animal dio un giro de 180 grados, pasó de enemigo a ser una especie en peligro de extinción al que es necesario salvar. En 1975, el Comité Conjunto para la Conservación de la Vida Silvestre, constituido por México y Estados Unidos, coincidió en la necesidad de preservar la subespecie de lobo mexicano y propuso un programa para su reproducción en cautiverio. Así se creó el Comité Internacional para la Recuperación del Lobo Mexicano.

Reproducción en cautiverio

Para lograr la reproducción en cautiverio, a finales de la década de los 70 se capturaron seis lobos mexicanos (una hembra preñada y cinco machos) y se llevaron al zoológico Desert Museum de Arizona. Ese pie de cría se reprodujo con éxito y en 1993 ya había 139 lobos, los cuales viven en diferentes zoológicos y reservas de México y Estados Unidos. Según Servín, "la población cautiva que existe actualmente sobrepasa los 270 ejemplares. En México hay unos 50 y el resto en Estados Unidos". María Pía, quien investiga la reproducción de los lobos dentro de un proyecto del laboratorio de Ecología y Comportamiento animal de la UAM explica: "Estados Unidos ha tenido más éxito con la reproducción que México y todavía no sabemos bien por qué. En la UAM ya estamos investigando las causas desde un punto de vista hormonal".

 En México podemos encontrar lobos en los zoológicos de Guadalajara, León, Tamatán (Tamaulipas), Zacango (estado de México), Chapultepec, San Juan de Aragón, en el Africam Safari de Puebla, en el centro natural de San Cayetano (estado de México), en el parque de los Coyotes del Distrito Federal, en la Reserva La Michelía (Durango), en el Centro Ecológico de Sonora y en el rancho Los Encinos (Chihuahua).

El objetivo de los biólogos es empezar a liberar los lobos que han crecido en cautiverio en áreas seleccionadas y protegidas. Estas zonas abarcarán territorios que tradicionalmente pertenecieron al lobo y que no están habitadas por el hombre.

Las esperanzas de que esta especie no desaparezca son relativamente bajas y entre los conservacionistas existen diversas opiniones. María Pía Soto opina: "con el convenio de intercambio de lobos que existe entre Estados Unidos y México tal vez se reduzcan los problemas de consanguinidad que se van a empezar a producir, pero con el número de lobos que hay en México veo difícil su salvación". Jorge Servín se muestra más optimista: "el lobo ha sobrevivido en etapas más críticas. En estos momentos la imagen y percepción del lobo por el hombre está cambiando y es un logro que exista gente interesada en conservar una especie que durante siglos ha sido considerada dañina y perjudicial para los intereses del hombre".

El tiempo y los resultados de los programas de reinserción del lobo a su hábitat natural van a definir el futuro incierto del lobo. Pero como dice Servín: "de nada sirve luchar por la conservación del lobo si no se logra por medio de una estrategia integral de conservación del bosque como unidad, pues el lobo es parte de una cadena natural que está rota".

Ahora sólo queda esperar que los esfuerzos de los científicos sean secundados por un verdadero cambio de mentalidad social respecto a la conservación del lobo mexicano, pues su extinción significaría mucho más que perder una especie, representaría perder parte de nuestra identidad cultural e histórica.


Oportunidad de repoblamiento

Durante tiempo, aproximadamente cuatro mil lobos grises mexicanos habitaban el sur de Estados Unidos y el norte de México. Actualmente los únicos ejemplares que han sobrevivido se crían en cautiverio. Gracias a los esfuerzos de conservacionistas y biólogos, el decreciente número de lobos grises tendrá una nueva oportunidad. Hoy, la cadena televisiva Animal Planet presenta esa esperanza, llevándonos al santuario que encabeza el programa de repoblamiento de lobos mexicanos en libertad. El documental se llama México: el regreso del lobo gris y será emitido a las 17, a las 20 y a las 24 horas.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año