Directora General: Carmen Lira Saade

México D.F. Domingo 3 de febrero de 2002

Correo Ilustrado

 
Sobre la existencia de Juan Diego

Señora directora: Joaquín López Dóriga, en su noticiero del martes 22 de enero, hizo la siguiente pregunta: "¿Cree usted en la existencia de Juan Diego?" El resultado fue de 74 por ciento a favor y 26 en contra. En 1883, el arzobispo Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos hizo la misma pregunta al sabio historiador Joaquín García Icazbalceta.

Este católico mexicano contestó, con una carta secreta, que no creía en la aparición porque no existía ningún documento histórico sobre el milagro de 1531. En 1648, el sacerdote Miguel Sánchez escribió en un libro que un indio llamado Juan Diego fue a contarle la aparición en el Tepeyac a fray Juan de Zumárraga, "pero en los muchos escritos de Zumárraga ?afirmó Icazbalceta? no hay la más ligera alusión a la aparición: ni siquiera se encuentra una sola vez el nombre de Guadalupe. Tenemos sus libros de doctrina, cartas, pareceres, una exhortación pastoral, dos testamentos y una información acerca de sus buenas obras", y jamás Zumárraga mencionó a alguien que se llamara Juan Diego ni ninguna aparición.

Nadie que vivió en 1531 se enteró de nada: nada reportó fray Toribio de Motolinía, ni fray Bartolomé de las Casas que tanto amaba a los indios, ni Hernán Cortés, ni su soldado Bernal Díaz del Castillo, ni los virreyes de la Nueva España... Todos callaron la aparición hasta que el sacerdote Miguel Sánchez inventó la historia en 1648.

Prosigue Icazbalceta: "El padre Sahagún vino a México en 1529 y debía estar enterado de la historia de la aparición, si ésta hubiera acontecido dos años después... ¿Por qué durante más de un siglo tantas personas piadosas, separadas por tiempo y lugar, estuvieron de acuerdo en ocultar un hecho tan glorioso para la religión y la patria?" "Milagrosamente" (perversamente) la Iglesia católica "encontró" en 1995 el Códice Escalada 1548 (nombrado así porque lo "descubrió" el sacerdote jesuita Xavier Escalada, a quien le llegó de un "coleccionista privado que desea permanecer anónimo") con la "firma" de fray Bernardino de Sahagún que da fe de la aparición. Pero Sahagún no escribió en ninguno de sus múltiples reportes nada de aparición, sino al contrario, lo siguiente, el verdadero origen del culto en el Tepeyac:

"Cerca de los montes hay tres o cuatro lugares donde (los indios) solían hacer muy solemnes sacrificios y venían a ellos de muy lejanas tierras. El uno de éstos es aquí en México, donde está un montecillo que se llama Tepeacac, y los españoles llaman Tepeaquilla (hoy Tepeyac)... En este lugar tenían un templo dedicado a la madre de los dioses, que ellos llamaban Tonantzin, que quiere decir 'nuestra madre'. Ahí hacían muchos sacrificios a honra de esta diosa, y venían a ellos de muy lejanas tierras, de más de veinte leguas de todas estas comarcas de México, y traían muchas ofrendas: venían hombres y mujeres y mozos y mozas a estas fiestas. Era grande el concurso de gente en estos días; y todos decían: 'Vamos a la fiesta de Tonantzin'".

La diosa azteca Tonantzin estuvo esculpida en una roca del cerro del Tepeyac aún en el siglo XIX.

En el pasado, esto cobraron los papas por la canonización de algunos muertos: San Bernardino, 25 mil ducados de oro; San Buenaventura, 27 mil ducados; San Francisco de Paula, 70 mil ducados; San Francisco de Sales, 81 mil escudos. Estas tarifas fueron publicadas por el mismo clero romano en 1841 en La Capelle Pontificie.

¿Cuánto dinero tuvo que pagar la Iglesia católica mexicana al Vaticano para la canonización -decir unas cuántas palabras en latín- de quien nunca existió- Pero es una inversión recuperable, pues la Basílica de Guadalupe es el templo que más dinero produce a Roma en todo el mundo, después de la Basílica de San Pedro. He ahí por qué es tan importante la próxima visita de Juan Pablo II, pero más importante es que Guillermo Schulenburg deje de estar diciendo la verdad porque puede arruinar el negocio.

Atentamente:

Armando Hernández



 

Refuta al violinista Cuauhtémoc Rivera

Señora directora: Solicito la publicación de la presente, dirigida al señor Cuauhtémoc Rivera, violinista, y ganador de la Medalla Mozart 1999.

La Medalla Mozart lo compromete más a guardar las formas. Si la OFCM tiene razones para no aceptar la dirección de Misha Katz y dejar actuar al solista Timor Surgueyenia, pudo expresarlo debidamente -tal como lo hiciera un relevante y culto premio-, no hacer el papelote que hicieron con un trato que, de haberlo recibido alguno de ustedes, seguramente se hubiesen sentido muy ofendidos.

Dejaron ver la falta de educación y exhibieron ante el mundo una bajeza impropia de quienes tuvieron la oportunidad de tan especial privilegio: ser miembros de una orquesta sinfónica.

Si bien Herbert Von Karajan fue rechazado por la Orquesta Sinfónica de Berlín, expusieron razones sindicales discutidas previo al concierto. Los ciudadanos no sabemos qué se haya argumentado con anterioridad, sólo vimos una humillación a un colega de ustedes.

Enrique Semo hizo lo que correspondía para aligerar la pobre conducta de los miembros de la orquesta.

Atentamente:

Yolanda Robles, Michoacán
 
 
 
 

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