Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 2 de febrero de 2002
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Cultura
PREMIOS NACIONALES

Area de artes y tradiciones populares

Silbestre Tiburcio Noyola, promotor de un baile en peligro de extinción

RENATO RAVELO ENVIADO

GUERRERO-3Cuajinicuilapa, Gro. Silbestre Tiburcio Noyola Rodríguez recibe de pie, como en reto, con la camisa abierta y la mirada inquisitiva, a quien llega a su territorio, su casa en San Nicolás Tolentino, en la Costa Chica, región con fama de violenta, como refleja en sus corridos, una de las razones por las cuales se le otorgó el Premio Nacional en el área de artes y tradiciones populares.

La hoja de presentación del premiado dice: ''nació en 1949, en Cuajinicuilapa, Guerrero. Desde niño recibió la herencia cultural de sus antepasados, de danza y música de artesa. Actualmente es representante del grupo de artesa, integrado por 12 personas (niños, jóvenes y adultos). Este grupo afromestizo baila sones de artesa, que está por extinguirse, ya que sólo se ejecuta en la comunidad de San Nicolás Tolentino, Cuajunicuilapa. El son de artesa surgió a partir del sincretismo cultural de europeos, africanos e indígenas americanos".

Dicho así suena académico, pero en realidad Silbestre creó una forma cultural a partir de la apariencia, por la necesidad de identidad más que por la continuidad de raíces.

Mide al visitante sin cortesías, pero sin groserías. Se le tiene que pedir un vaso de agua. La actitud recuerda la conversación que sostenían hace apenas unos minutos, rumbo al pueblo, en un apretado sedán, dos lugareños: hablaban de Ambrosio, que sacó a una mujer del Caballo Loco y lo mataron en La Estancia; también de los viajes a Chicago a trabajar, así como de las camionetas, pero no del calor al que parecen estar acostumbrados.

El hermano de Silbestre, Efrén, espera en la parada del colectivo para llevar al visitante a la casa del premiado: "¿no trae equipo?, ¿le dieron el premio a Los Cimarrones o a Silbestre?". La tierra roja del lugar, la mirada curiosa de los pocos niños que juegan en la calle, hacen que las preguntas parezcan advertencias.

Pleitos y disputas

Nosotros cantamos acerca de cómo eran los pleitos, dice Silbestre tras el saludo y la primera pregunta. "Mandé a concurso lo que he presentado durante 20 años, que es de cómo se retaban las familias por las muchachas, la causa de los pleitos anteriormente; por qué surgían los problemas en los pueblos en tiempos pasados. Empecé a recopilar todo lo que es el corrido, toda la tradición que se venía perdiendo. Empecé a cantar, a hacer grabaciones, se hizo el festival en el que se oyó la voz del corrido. Se ganó a nivel nacional; todo mi tiempo he sido de músico''.

-¿Cual es la característica de sus corridos?

-Que cuentan por qué empezaban a pelear las personas antes, porque se llevaban a su hija. Se acababan familias enteras. Otros porque hacían guerras con el mismo gobierno por tierras, porque la zona antes era de mucha guerra; tres, cuatro, cinco, siete muertos. Había partes en las que acababan con todos los soldados. Cincuenta o 70 años hace de eso. Peleaban los terratenientes con el gobierno. Llevo como 80 grabaciones, otras que estoy por hacerlas.

Suena una música básica, dura, en quintillas: "1940 esto fue lo que pasó/ en el lecho de La Blanca un barco especial se hundió/ Cuando salió de Japón...", y se cuenta detalladamente el incidente pero no el desenlace. No hay, como en el corrido norteño, una moraleja como aquella de "la traición y el contrabando", pero sí una extraña exactitud.

Al respecto, don Silbestre dice: "eso del corrido que se hace mucho en el norte lleva algo de leyenda; aquí no: se cuenta lo que pasó y que al pueblo le consta; no hay algo que se cante que no pueda confirmar la gente; esa es la diferencia".

-¿De qué trata este corrido?

-¿El de Gulmaro Noyola? El corrido habla de ese campesino que peleaba con un rico, que dijo que le estaba robando el ganado: ''yo le voy a echar un peón, que es el gatillero'', dijo el rico; le pagó para que le cayera, pero la cosa salió al revés. Entonces de ahí se supo: ''Quién te mandó''. ''Me mandó fulano''. ''Pues con él voy''.

-¿Cuál fue el último que compuso?

-El de Luis y el Cuiniqui; pasó hace unos meses.

Según don Silbestre, en breve circulará la historia de Ambrosio, tan pronto se sepa cómo estuvo la cosa. Respecto al premio y la visita, comenta: "La gente dice que se quieren reír de nosotros. Ahorita que llegó usted preguntaban a qué vino. Andan detrás de los centavos, esa es la mentalidad de ellos".

GUERRERO-4Y siguió no sólo con los corridos, sino con el llamado "son de artesa". Para demostrar en qué consiste aparecen Maniladuy y Saime Yamilet, sus hijas, a bailar sobre la artesa, tarima que remite al fandango veracruzano, pero con dos diferencias: "en Veracruz sí hubo investigación sobre los negros, aquí estábamos aislados como en una isla, hace apenas 40 años llegó un automóvil acá". La otra diferencia es de interpretación: "los negros de acá se dieron cuenta de la afición de los blancos a domar caballos y se subieron a la artesa para burlarse de los blancos, aunque luego bailaron sobre ella".

El calor apenas menguado por el refresco que don Silbestre hizo traer, el recuerdo de la imagen sólida de la Casa de la Cultura Afromestiza en Cuaji (fundada en 1982), las fotos de los años ochenta donde aparecen en el Zócalo capitalino don Silbestre, una hija y un hijo suyos que ya viven en Estados Unidos, el dato de que todos los otros que aparecen ?quienes fueron cómplices en este rescate? ya están muertos, le ponen al momento contundencia y fantasía.

Más aún cuando don Silbestre comenta, ya animado, que él creció chirundo (desnudo), sin dinero pero en abundancia. El dato de que su guitarra se la regaló el gobernador Heladio Aguirre, así como que también tiene un grupo, Los Inquietos del Trópico, que toca en casi todas las fiestas, sin haber tenido incidente violento alguno, levanta sospecha.

Cuando de manera amable, hasta el punto del abrazo, se despide, en medio de todos los que esperan la llegada del candidato a presidente municipal, en la plaza de San Nicolás Tolentino, rumbo a Cuaji, es claro que no hay sospechas: se trata de una auténtica manifestación popular, de sobrevivencia, de orgullo.

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