Ojarasca 57  enero de 2002

Y nunca, nunca olvidar. Ramiro Taboada (1940-2002)

Hay quien dice que Iztaccíhuatl, la mujer dormida, se puso de acuerdo con algún vendaval que limpió el valle de Anáhuac para estar presente en el sepelio de Ramiro Taboada (muerto en circunstancias extrañas apenas un día antes) porque su imagen nevada era la figura más visible contra el azul verdeado por las nopaleras que rodean el cementerio de Villa Milpa Alta en territorio momoxco del Distrito Federal.

Ramiro, Raúl como lo llamaban las huestes de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala, de la cual fue uno de sus fundadores en 1979, defendió buena parte de su vida el territorio, los bosques y el agua de su nativa Milpa Alta, e impulsó siempre un modo de vida comunitario, indígena y campesino a contrapelo de la ciudad más grande del mundo. Pensador, dejó muchas horas de entrevistas grabadas en torno a la idea de la comunalidad, que más pronto que tarde alimentarán el saber acumulado de los pueblos indios del país. Fue también fundador de la Alianza de Pueblos Indígenas, Ejidos y Comunidades del Valle del Anáhuac, y una de las figuras más visibles del Congreso Nacional Indígena.

Mientras sus compañeros juntaban hilachos de su vida con palabras entrecortadas y un nudo en la garganta, y el cortejo de comuneras y comuneros lo traían de vuelta a su último encuentro, las circunstancias de su fallecimiento seguían pesando: "heridas anómalas", habían dicho los primeros que lo revisaron, por eso la exigencia es que las autoridades esclarezcan si fue crimen o accidente.

Y si pesaba la pena, también había en el aire fino algo parecido a lo expresado por Arundhati Roy, una escritora de la India que nunca ha pisado México pero que, como si hubiera conocido a Ramiro, escribió hace poco: "Soñar que vivimos mientras estamos vivos y que sólo morimos al morir... es decir, amar y ser amados. No olvidar nunca nuestra propia insignificancia. Nunca acostumbrarnos a la violencia innombrable ni a la disparidad vulgar que nos rodea. Buscar la alegría en los sitios más oscuros. Perseguir la belleza hasta sus fuentes. Nunca simplificar lo complejo ni complicar lo sencillo. Respetar la fuerza pero nunca el poder. Por encima de todo observar. Tratar de entender. Nunca apartar la mirada, y nunca, nunca olvidar".

RVH

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