09an1esp
Ť Los que formaron parte del show nunca
supieron qué pasó y se dijeron cansados
Hipnotiza Tony Kamo en el Teatro Blanquita
ARTURO CRUZ BARCENAS
"¿A qué hora comienza el show?",
preguntó Ana, quien había sido parte del espectáculo
del mentalista Tony Kamo, que acababa de dar las gracias al público.
"Yo no vi nada", agregó la joven desconcertada. En el segundo día
de sus presentaciones ?el pasado sábado? en el Teatro Blanquita,
el artista de la hipnosis lucía cansado, pero controló la
situación e hizo gala de su poder, cual Kalimán, quien, como
él, es galante con las mujeres y tierno con los niños.
"¿Quién
quiere participar? ¿Quién quiere ser hipnotizado?", preguntó
Tony. Unas cien personas corrieron al escenario, de todas las edades y
de todas las condiciones sociales. "¿Por qué subiste?", inquirió
el poderoso español a varios de los asistentes. Todos contestaron
lógicamente, pero uno sorprendió: "Porque quiero saber si
realmente soy quien soy". "¡Ah, caray!", expresaron algunos; otros
rieron.
Tony pidió que ya no subieran más personas
y que trataran de ser hipnotizados desde sus lugares. Pero ya había
unas 50 en el escenario, entre ellas algunas oficinistas, amas de casa,
un punk y un joven con parálisis cerebral.
Una música de relieves relajantes invadió
el ambiente. Al centro, una espiral de rayas blancas y negras giraba infinitamente.
La voz de Kamo se oía con una mezcla de parsimonia, entre patriarcal
y papal, por momentos amable, por ratos imperativa. Desde el principio
hace clic con el público. La hipnosis colectiva en el Blanquita
será un juego de niños; ha controlado la mente de miles,
de un jalón. ¿Qué serán de trabajosos unos
150?
En unos 15 minutos tiene todo bajo control. En tinieblas,
el poder de Tony es mayor. Varios bostezan. La profundidad del sueño
varía, "son muchos los factores", comentó Kamo, a quien algunos
ven como una esperanza ante males como migrañas, la posibilidad
de pasar un examen de matemáticas, una cura contra el dolor, la
posibilidad de dejar de beber o fumar. El no habla con parábolas,
pero es lo único que le falta. Baja a los que no lograron entrar
en hipnosis y se queda con los que ya están en su mente, conectados.
Los hace bailar una rola de Joe Cocker. Cada quien según su capacidad
móvil. Varias bailan sensualmente; otros con gracia de hipopótamos.
Manda traer un tubo, de esos que se usan en los table
dance, y unas hermosas damas se mueven como Salma Hayek en su papel
de teibolera. Kamo hace que un chavo cachondee a una mujer que le
pone el trasero rozando su bragueta. El pudor es colectivo, como la hipnosis.
Tierra fértil para el erotismo
Tony apuesta a perturbar los principios morales y hace
que el rubor se muestre en las mejillas. Los deseos reprimidos quedan atrás;
el escenario del Blanquita es tierra fértil de erotismo.
Un break: Kamo hipnotiza a una gallina y hace parte
del juego al punketo hipnotizado. Hace que éste crea que hipnotiza
a la gallina. Regresa al muchacho del sueño a la vigilia. Supuestamente
los regresa a la conciencia, pero no hay tal. En las dos horas del show
los participantes estarán hipnotizados, serán títeres
voluntarios. "Es increíble el poder de la mente", comenta un cuate
del público. Es el atractivo de entrar en los terrenos de lo íntimo,
de lo que está guardado en el inconsciente y más allá.
El show sigue y Tony podría extenderlo por varias horas.
Invita a realizar un ejercicio para saber qué fuimos en otros tiempos,
en otras vidas. Cada uno entra en su propio mundo de deseos. La música
de fondo sube y baja de volumen. El entorno está controlado. Tony
hará que algunas personas cambien de personalidad; un manipulado
de su voluntad será ahora un gay. Las situaciones chuscas y la técnica
del sicodrama predominan. Kamo las domina, pues las ha estudiado, desde
joven, en su natal España, en su Andalucía, donde ensimismado
descubrió su talento, a eso de los 16 años. Prefería
ver las estrellas que el sol.
Acaba la función y los participantes, los hipnotizados,
preguntan a qué hora comenzará el show. Se dicen cansados,
que les duele un poco la nuca. ¿Estarán desconectados de
Kamo para siempre? Un muchacho que fue hipnotizado exige que le den otro
boleto, "porque yo no vi nada".
Se va, no sin antes invitar a los interesados a sus cursos
de relajación, autosugestión y otros (informes: 5675-5731
y 5641-4251). Estará en el Blanquita todavía el próximo
fin de semana, de viernes a domingo.