Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 21 de enero de 2002
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Espectáculos
09an1esp Ť Los que formaron parte del show nunca supieron qué pasó y se dijeron cansados

Hipnotiza Tony Kamo en el Teatro Blanquita

ARTURO CRUZ BARCENAS

"¿A qué hora comienza el show?", preguntó Ana, quien había sido parte del espectáculo del mentalista Tony Kamo, que acababa de dar las gracias al público. "Yo no vi nada", agregó la joven desconcertada. En el segundo día de sus presentaciones ?el pasado sábado? en el Teatro Blanquita, el artista de la hipnosis lucía cansado, pero controló la situación e hizo gala de su poder, cual Kalimán, quien, como él, es galante con las mujeres y tierno con los niños.

Sin t’tulo-1"¿Quién quiere participar? ¿Quién quiere ser hipnotizado?", preguntó Tony. Unas cien personas corrieron al escenario, de todas las edades y de todas las condiciones sociales. "¿Por qué subiste?", inquirió el poderoso español a varios de los asistentes. Todos contestaron lógicamente, pero uno sorprendió: "Porque quiero saber si realmente soy quien soy". "¡Ah, caray!", expresaron algunos; otros rieron.

Tony pidió que ya no subieran más personas y que trataran de ser hipnotizados desde sus lugares. Pero ya había unas 50 en el escenario, entre ellas algunas oficinistas, amas de casa, un punk y un joven con parálisis cerebral.

Una música de relieves relajantes invadió el ambiente. Al centro, una espiral de rayas blancas y negras giraba infinitamente. La voz de Kamo se oía con una mezcla de parsimonia, entre patriarcal y papal, por momentos amable, por ratos imperativa. Desde el principio hace clic con el público. La hipnosis colectiva en el Blanquita será un juego de niños; ha controlado la mente de miles, de un jalón. ¿Qué serán de trabajosos unos 150?

En unos 15 minutos tiene todo bajo control. En tinieblas, el poder de Tony es mayor. Varios bostezan. La profundidad del sueño varía, "son muchos los factores", comentó Kamo, a quien algunos ven como una esperanza ante males como migrañas, la posibilidad de pasar un examen de matemáticas, una cura contra el dolor, la posibilidad de dejar de beber o fumar. El no habla con parábolas, pero es lo único que le falta. Baja a los que no lograron entrar en hipnosis y se queda con los que ya están en su mente, conectados. Los hace bailar una rola de Joe Cocker. Cada quien según su capacidad móvil. Varias bailan sensualmente; otros con gracia de hipopótamos.

Manda traer un tubo, de esos que se usan en los table dance, y unas hermosas damas se mueven como Salma Hayek en su papel de teibolera. Kamo hace que un chavo cachondee a una mujer que le pone el trasero rozando su bragueta. El pudor es colectivo, como la hipnosis.

Tierra fértil para el erotismo

Tony apuesta a perturbar los principios morales y hace que el rubor se muestre en las mejillas. Los deseos reprimidos quedan atrás; el escenario del Blanquita es tierra fértil de erotismo.

Un break: Kamo hipnotiza a una gallina y hace parte del juego al punketo hipnotizado. Hace que éste crea que hipnotiza a la gallina. Regresa al muchacho del sueño a la vigilia. Supuestamente los regresa a la conciencia, pero no hay tal. En las dos horas del show los participantes estarán hipnotizados, serán títeres voluntarios. "Es increíble el poder de la mente", comenta un cuate del público. Es el atractivo de entrar en los terrenos de lo íntimo, de lo que está guardado en el inconsciente y más allá. El show sigue y Tony podría extenderlo por varias horas. Invita a realizar un ejercicio para saber qué fuimos en otros tiempos, en otras vidas. Cada uno entra en su propio mundo de deseos. La música de fondo sube y baja de volumen. El entorno está controlado. Tony hará que algunas personas cambien de personalidad; un manipulado de su voluntad será ahora un gay. Las situaciones chuscas y la técnica del sicodrama predominan. Kamo las domina, pues las ha estudiado, desde joven, en su natal España, en su Andalucía, donde ensimismado descubrió su talento, a eso de los 16 años. Prefería ver las estrellas que el sol.

Acaba la función y los participantes, los hipnotizados, preguntan a qué hora comenzará el show. Se dicen cansados, que les duele un poco la nuca. ¿Estarán desconectados de Kamo para siempre? Un muchacho que fue hipnotizado exige que le den otro boleto, "porque yo no vi nada".

Se va, no sin antes invitar a los interesados a sus cursos de relajación, autosugestión y otros (informes: 5675-5731 y 5641-4251). Estará en el Blanquita todavía el próximo fin de semana, de viernes a domingo.

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