Jornada Semanal, 20 de enero del 2002                       núm. 359

LA ARCADIA DEFEÑA, ACTOPAN Y EFRÉN REBOLLEDO

Invitado por El Ayuntamiento, La Casa de la Cultura, la Unión de Transportistas y El Gobierno del Estado, fui a Actopan a dar una admirada conferencia sobre Efrén Rebolledo, poeta nacido en esa ciudad que rodea al prodigioso monasterio agustino, dueño de metros y más metros de bellísimos murales en los cuales se combinan el realismo con una serie de misteriosos e inteligentísimos símbolos.

Salimos de los rumbos de Polanco a las cuatro de la tarde de un día de diciembre. El tránsito, influenciado por la obsesión consumista alimentada por los buhoneros de los monopolios televisivos y radiofónicos, mostraba niveles de verdadera locura. Además debemos reconocer que la policía de tránsito poco o nada tiene que ver con las alucinaciones decembrinas, pues desaparece casi por completo en los últimos días de noviembre. Juro solemnemente que no nos encontramos a un agente en crucero alguno y, mucho menos, en los angustiosos e inexplicables embotellamientos. Tal vez, al constatar que las cosas no tienen remedio, los señores agentes se esconden en sus cuarteles de invierno y dejan todo en las manos de la ciudadanía motorizada. Supongo que, para tomar esas medidas, se aseguraron de que los choferes de la ciudad y su abrumadora periferia son ejemplares en materia de disciplina, respeto a los otros, acatamiento de las leyes, solidaridad y buen talante. Por eso los dejan solos y convierten nuestras calles y nuestros perfectos cuellos de botella en una arcadia habitada por dulces pastores alimentados con leche y miel y tocando las zampoñas navideñas. ¡Oh, santa ciudad que prescinde de su policía de tránsito y se maneja solita en esta temporada de paz y de amor decretada por el Arzobispado, Superama, Sumesa y otras instituciones comerciales! Debo hacer una salvedad: ya a punto de llegar a un Ecatepec que nunca acaba, vimos a un motociclista que había detenido a un camión materialista (don José Gaos, recién llegado a México, vio en un mercado de nuestra ciudad este letrero maravilloso: "Se prohibe a los materialistas estacionarse en lo absoluto") y charlaba animadamente con el pálido conductor. No quisimos incurrir en suspicacias y nos pusimos a pensar que lo estaba felicitando por su eficiente desempeño choferil. Estas cosas suceden, pues algunos de nuestros agentes son amables y dan muestras de un peculiar sentido del humor. Nos contaba un amigo taxista que, cuando salió a las calles con su coche nuevecito, lo detuvieron unos agentes humoristas. Revisaron su documentación, el motor, las llantas, las defensas, los espejos y todo lo revisable. No encontraron falla alguna. Ante sus caras decepcionadas, el taxista explicó que el coche había salido el día anterior de la agencia y que el sitio le había arreglado minuciosamente todos los papeles, calcomanías, sellos, palomitas rojas, etcétera, y ya iba a echar a andar el motor cuando uno de los joviales agentes se dio una palmada en la cabeza y pronunció una frase inolvidable: "Ah, todo está bien, pero el coche es nuevecito. Así es que tienes que darnos el remojo." De esta manera, la identidad nacional brilló con todas sus luces y el tricolor priísta reafirmó sus rasgos tradicionales en pleno reinado panista. Sonó el mariachi y la corrupción lanzó su entequilado grito de siempre.

Avanzamos hacia Pachuca viendo el ameno paisaje de cerros pelones cubiertos de casitas que trepan fatigosamente hasta alturas alpinísticas. Pasó Ecatepec, el dominio del prepotente y gerencial obispo Onésimo y, un poco más tarde y en medio de un clamoroso embotellamiento, nos atrevimos a poner en duda nuestro noveno lugar en la economía mundial, frente a la apabullante realidad representada por "desarrollos urbanos" como Tultepec o Coacalco. Tal vez ese auge económico se agote en las propiedades, fiestas y regocijos de un muy pequeño porcentaje de la población, formado por los dueños de los consorcios y sus amigos políticos de los partidos en el poder: el que llegó el 2 de julio de 2000 y el que no acaba de irse y comparte programas y una buena cantidad de mañas y de supercherías con el que ahora detenta el poder y gestiona un cambio que sólo existe en la fatigosa retórica de los políticos profesionales. Aquí me detengo para expresar un temor (al hacerlo me coloco en las miras de tirios y troyanos) que, a últimas fechas, me asalta con frecuencia: ¿será posible que la incompetencia del neoliberalismo panista favorezca el regreso del neoliberalismo priísta?, ¿seguiremos soportando los contrastes abismales y careciendo de expectativas más o menos reales?, ¿iremos rumbo a una crisis parecida a la que provocó en Argentina la voracidad y la estupidez del capitalismo salvaje? (Escribí estas cosas la mañana de un día en el cual el issste no depositó ni mi pensión ni mi aguinaldo. Las releo el día en el cual el Poder Legislativo, a propuesta del Ejecutivo, propinó un golpe terrible a la creación intelectual y artística. Si ya estábamos jodidos, ahora parió la abuela. Tal vez lo único que nos queda sea decir: "si no es buena mi tonada o creen que valgo poco, váyanse pa la chingada, ai stá su arpa, ya no toco", y dedicarnos a la política o a otras actividades delictuosas). En fin... estas preguntas nacen de las heridas entrañas de este nuevo "invierno de nuestro descontento", pero, de repente, se vuelven más desasosegadas cuando vemos a nuestro enchamarrado primer mandatario condecorando a uno de los principales responsables de ese enorme descontento, el enchamarrado presidente del Banco Mundial. ¡Dios todopoderoso, he aquí a los moribundos patos condecorando a las escopetas! Debo hacer una salvedad respecto a la llamada miscelánea fiscal y sus aspectos positivos, centrados en el proyecto modernizador que consiste en algo muy simple y natural: que los que ganan más paguen más. Esto ha provocado la gritería histérica de los empresarios, especialmente la de los dueños de las grandes cadenas de telecomunicaciones y de televisión. Nunca tuvieron que pagar y alegremente triscaron, con sus corruptos socios políticos, por los llanos de la "libertad absoluta de la empresa". Que los metan en cintura, como se hace en todos los países civilizados, y que nos dejen en paz a los autores que, salvo contadas, millonarias y televisivas excepciones, somos unos pobres diablos.

Basta. Regreso a mi hermosa visita a Actopan, al público que llenó el Corredor de Estudio del Monasterio de San Nicolás de Tolentino y que escuchó con tanta paciencia mis entusiasmos provocados por la siempre provocadora escritura de Efrén Rebolledo; a las muchachas de la secundaria que mostraron una notable naturalidad frente a los naturales temas y las refinadas formas literarias del poeta, y a las palabras del líder de la Unión de Transportistas que lamentaron el puritanismo regional y festejaron el amor a la vida implícito en la poesía de su paisano. Actopan, su gente que ama la poesía (recuerdo con especial aprecio a Ramsés Salanueva, organizador de las jornadas) y el grandioso Monasterio que es su mejor rostro, bien valieron el viaje que, para mis años y mi talante cascarrabias, resultó casi épico.
 

Hugo Gutiérrez Vega
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