Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 16 de enero de 2002
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Política
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Arnoldo Kraus

Kafkalandia

a visión que tuvo Franz Kafka acerca de lo absurdo, de los totalitarismos, del derrumbe de la civilización europea, de las guerras, de la autodestrucción de muchas sociedades y de la injusticia, ha sido motivo para que algunos ensayistas lo consideren el hombre representativo del siglo XX. Muchas de sus ideas oscilan entre la sanidad y la enfermedad, reflexiones que, en suma, retratan la experiencia del siglo XX. Kafka creó un universo en donde todo lo imposible podría ser posible y en donde todo lo posible podría ser imposible. No habló de un país cuando reflexionaba acerca de los avatares de la humanidad, pero seguramente se entusiasmaría -escribí primero regocijaría, pero Kafka no se regocijaría con la miseria- si pudiese ver que muchas de sus cavilaciones encuentran forma en México. Incluso los diccionarios han incorporado el término kafkiano y su uso es común en la mayoría de las lenguas occidentales.

En América Latina los políticos han sido los principales promotores de esta condición, a tal grado que no me sorprendería que con los avances de la ingeniería genética se descubra que la carga cromosómica de nuestros líderes determina parcialmente su conducta -habremos de entenderlos. Kafkalandia es un término menos usado que sustenta lo kafkiano -como el affaire Sistema Nacional de Investigadores (SNI)-, y que lleva a lo terrenal las acciones absurdas e innetendibles de nuestros dirigentes.

Escuetamente, el SNI es una instancia creada en 1985 para apoyar a los profesionistas -matemáticos, médicos, filósofos, etcétera- dedicados a la investigación, con el fin de ayudarlos económicamente para que realicen sus trabajos con holgura y así contribuir a la ciencia y al progreso del país. Es decir, para que no tengan que pensar todo el día en la manutención del hogar. Para muchos académicos, el SNI representa la mitad de sus ingresos. Huelga decir que ese dinero, el cual se paga mensualmente, es vital. Pertenecer a este sistema supone una gran responsabilidad, pues no ha habido presidente de la República -en eso se parecen los del PRI y Fox- que no haya exaltado el valor de la ciencia y la educación como única vía para salir del subdesarrollo. La educación también evitaría -no sólo pienso, sino también deseo- que los discursos del poder continuasen abonando Kafkalandia.

Los miembros del SNI son rigurosamente evaluados -cosa que no sucede con los políticos- cada tres años. De no cumplir con una serie de requisitos, se les retira o diminuye la beca -cosa que tampoco sucede con nuestra clase gobernante. En la actualidad pertenecen a este grupo poco más de 8 mil investigadores y representan la base fundamental de la comunidad científica del país.

Durante su campaña y a lo largo del primer año de gobierno, Vicente Fox ofreció apoyar la ciencia. Apoyar la ciencia implica eso, apoyarla, y presupone no entrar en grotescos enredos y episodios kafkianos de azoteas entre el SNI, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

En diciembre de 2001, sin previo aviso, sin explicación alguna, sin "disculpas" -al poder no le interesa este rubro-, los miembros del SNI no recibieron su beca. La primera comunicación "oficial" apareció en las computadoras el 10 de enero, cuando Alfonso Serrano, secretario ejecutivo del SNI, explica que la falta de pago "quedará solventada en el transcurso de las próximas dos semanas". Días antes, los periódicos dieron cuenta del episodio kafkiano opus México: la Secretaría de Hacienda "culpó" a Conacyt por haberse sobregirado en los recursos que le fueron asignados para el año fiscal 2001, por lo que "cabe aclarar que la falta de recursos para el pago de estímulos a investigadores no es responsabilidad de la SHCP, sino de la institución y de su manejo administrativo". Mientras tanto, Jaime Parada, director de Conacyt, comentó que "se atrasaron algunas transferencias de recursos" y Serrano aclaró que "no trato con Hacienda, ni sé qué hacer, ni recibo el dinero". La pregunta es: Ƒdónde quedó la bolita?

Es penoso, muy penoso, que las tres instancias no se pongan de acuerdo, que no brinden información oportuna, que no respondan a las misivas de los científicos, que no reciban personalmente las cartas de protesta y que no respeten las leyes al no pagar puntualmente. ƑDesdén, ineptitud, amenaza, corrupción? La falta de acuerdo de los organismos mencionados es alarmante. Quizá incluso ni sea desdén ni corrupción, sino simplemente Kafkalandia.

Por ahora, aunque no haya vínculos directos con el affaire Kafkalandia, la estación XELA desapareció, a los creadores de cultura se les equipara con los de telenovelas y a los científicos no se les paga. Parecería que la educación no es tan importante como se dijo: Ƒqué sigue, presidente Fox?

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