Miércoles 9 de enero de 2002
La Jornada de Oriente publicación para Puebla y Tlaxcala México

 
Visiones

La Colección Gelman en Puebla

n César Gordillo Aguilar

En la continuación de nuestro recorrido por la exposición Kahlo, Rivera, Orozco, Siqueiros y el color del siglo que se fue, exhibiéndose hasta marzo de 2002 en la galería de Arte Contemporáneo y Diseño (12 Norte 607, Barrio del Alto, Puebla ), la sección dedicada a la generación de la ruptura da paso a un grupo de obras en que es predominante la figura de Francisco Toledo, pero que incluyen a artistas como Germán Venegas (originario de Puebla) o Sergio Hernández, y que responden a la derivación "natural" de la obra de Tamayo en lo que se denominó en su tiempo la "escuela oaxaqueña de pintura", la cual ni es estrictamente oaxaqueña, ni es escuela en el sentido de poder ser identificada con un "estilo" claramente definido (en la exposición Propios y Extraños presentada anteriormente en Puebla pudo verse claramente este hecho); sin embargo lo que es notorio es la existencia de una línea de exploración de los mitos y las alegorías populares en un grupo de artistas que, en su gran mayoría, provienen de contextos de "fuera del centro" y que en su choque con la vida de la gran ciudad o con el encuentro de la "gran cultura", como en el caso de Toledo, los mitos, la magia, el sarcasmo, los símbolos afloran y se convierten en el motor de la eterna búsqueda por la identidad y la idiosincrasia.
En mi percepción, una obra es clave en esta parte del recorrido: Codice Chafamex, de Cisco Jiménez, marca un parteaguas en las exploraciones tanto conceptuales como plásticas identificadas en la colección: un gran collage realizado sobre papel Kraft donde se lee imágenes y textos aparentemente puestos de una manera inconsciente, pero que son referidos a el sentimiento de quien como artista, percibe el caos, la falta de oportunidades de desarrollo, las contradicciones y la falta de objetivos de una generación entre los 21 y los 30 años a la que le toca enfrentar el fin de milenio.
En esta parte del recorrido la curaduría o el criterio de selección de las obras de la colección se inclina más hacia los medios alternativos y hacia las exploraciones conceptuales, la colección presenta trabajos realmente de alta calidad como las obras de Betsabé Romero, de Gerardo Sutter o de Gabriel Orozco, y es un fiel reflejo de la condición del arte mexicano al final del milenio: las temáticas de género, de la función y participación de la mujer en la sociedad, el cuestionamiento al concepto de identidad cultural son algunas de las preocupaciones visibles.
Al final de la exposición, un área, conformada "museográficamente" como sala individual, es particularmente interesante: inicia con una secuencia de fotos de Gabriel Figueroa, y presenta un conjunto de obras en que la imagen es manipulada, el tono de las mismas es agresivo visualmente, y que llega a un video particularmente interesante, donde observamos en una primera instancia la imagen de dos hombres besándose. El día de la inauguración de la muestra, y en sucesivas visitas que he realizado, el comportamiento de quien accede a esta "sala" es de rechazo absoluto, particularmente a este video que menciono, sin que la posibilidad de tomarse un instante de reflexión ante estas obras permita al visitante comprender que la imagen del video no es sino el artista ante el espejo besándose a sí mismo; por otro lado, el espacio anexo a esta sala crea el comportamiento contrario: el visitante va hacia las obras de Paula de Santiago, maravillado de su calidad estética, para retirarse después de leer en la ficha técnica que han sido realizadas utilizando sangre y cabello de la artista.
Esta última etapa de la muestra nos hace concientes de la manipulación a la que nuestra conciencia y nuestros sentidos son sometidos cotidianamente y pone en la mesa de discusión algunos puntos importantes en torno a los cuales gira la reflexión que actualmente vive el arte contemporáneo: ¿cómo interesar a un público para el cual la información que cotidianamente observa en los medios masivos de comunicación tiene mayor credibilidad e impacto que la que producen los artistas?, ¿cómo acercar la percepción y la acción del arte a la vida cotidiana?, ¿cuál es el valor real de la obra de arte en el contexto de un mercado que crea y destruye artistas de acuerdo a sus intereses de mercado?, y finalmente, ¿hacia dónde se dirigirá la reflexión del arte en un contexto donde la globalidad tanto como el nacionalismo o los regionalismos desmedidos ya han demostrado sus incapacidades y donde la idea de nación o cultura ha entrado en tela de juicio?