Jueves 3 de enero de 2002a
La Jornada de Oriente publicaci�n para Puebla y Tlaxcala M�xico

 
Opini�n

La obra del Cecyt en 2001

n Horacio Reiba

En un pa�s donde por tradici�n se mantiene a lo cient�fico y a los cient�ficos en flagrante abandono, es reconfortante que Puebla cuente con un Consejo Estatal de Ciencia y Tecnolog�a (Cecyt), que lleva los casi tres a�os de su ejercicio sorprendi�ndonos con la consistencia y continuidad de sus frutos. Como dependencia de la SEP, apenas cuenta con lo indispensable para funcionar y, sin embargo, hay que agradecerle el inventario que de la situaci�n de la ciencia en el estado viene haciendo de manera sistem�tica desde que el actual directorio, presidido por el qu�mico Isaac Wolfson, asumi� una responsabilidad tradicionalmente indefinida y difusa y n�tidamente orientada hoy d�a. Y es que, a partir de 1999, este organismo otrora invisible ha aprovechado su exiguo presupuesto para emprender una labor informativa y valorativa sin precedentes de la situaci�n de la ciencia en el estado, algo imprescindible para entender lo que sucede, se�alar logros y carencias en los distintos campos cient�ficos, y orientar pol�ticas futuras lo mismo a nivel estatal que de cada instituci�n, y tanto en la �rbita de lo p�blico como de la empresa privada, en el entendido de que no hay �mbito ajeno a la investigaci�n cient�fica ni sector econ�mico o pol�tico desligado de la responsabilidad de procurar el bien com�n por la v�a del conocimiento y la innovaci�n.

Ciencia arrinconada. Si las insuficiencias educativas constituyen uno de los lastres m�s lamentables que arrastra M�xico, el olvido de un plan de desarrollo cient�fico y tecnol�gico propio ha sido para el pa�s deplorable promotor de dependencias, progresivamente agudizadas por la globalizaci�n y sus efectos socioecon�micos, que tienen su origen en la pol�tica y su vaciadero m�s temible en la tensa situaci�n social. Basta con volver los ojos a la Argentina, pa�s que ostent� la hegemon�a latinoamericana de lo educativo, lo cient�fico y lo editorial antes que las dictaduras y el liberalismo a ultranza lo redujeran todo a cenizas, para entender la gravedad del desprecio que nuestra cultura ha desarrollado en contra del saber, mof�ndose de su esforzada y lenta adquisici�n y olvidando que son sus aplicaciones sociales lo �nico que puede darle verdadero sentido. Ni los sucesivos gobiernos ni la iniciativa privada parecen tener espacio suficiente en sus respectivas agendas para algo tan devaluado tradicionalmente entre nosotros, y es en este contexto que el Cecyt realiza su labor, asumida como la obligaci�n de entender, medir y difundir la real importancia de la investigaci�n cient�fica y, en la medida de sus posibilidades, de brindar est�mulo a profesionales y estudiantes mediante reconocimientos y becas absolutamente in�ditos en el panorama hist�rico de la cultura poblana. En este terreno, a los Premios Estatales de Ciencia y Tecnolog�a que anualmente otorga -los cuales abarcan estas seis vertientes: Ciencias Sociales y Humanidades, Ciencias Naturales y Exactas, Tecnolog�as y Ciencias de la Ingenier�a, Tecnolog�as y Ciencias M�dicas, Tecnolog�as y Ciencias Agropecuarias y Divulgaci�n de la Ciencia-, hay que sumar m�s de un centenar de becas que vienen disfrutando estudiantes poblanos de licenciatura y postgrado, mientras el Consejo que Wolfson dirige contin�a multiplicando contactos con instituciones nacionales e internacionales como parte de una gesti�n que ha logrado convertir en virtud su propia precariedad presupuestaria.

Imaginaci�n con sentido pr�ctico. Durante 2001, el Cecyt dio a la luz su Directorio Cecyt 2001, un completo cat�logo de los 83 centros e instituciones que hacen en Puebla alg�n tipo de investigaci�n cient�fica, informaci�n debidamente desglosada en l�neas de trabajo y personas a cargo; el volumen empieza por hacer un breve recuento de estas actividades durante el a�o anterior (2000), previa enunciaci�n de algunas de las fechas clave para la historia cient�fica de la regi�n, historia sin duda magra pero no inexistente, como lo demuestra la presencia ah� de nombres propios cargados de prosapia, especialmente en campos como la medicina, la f�sicomatem�tica y la astronom�a, las ramas del saber de mayor tradici�n en Puebla. Este directorio ven�a a sumarse al del a�o anterior y a un revelador Diagn�stico e indicadores de las actividades cient�ficas y tecnol�gicas 2000, publicado en febrero de 2001 en adici�n al ya habitual bolet�n bimestral del organismo que, a lo largo de sus 21 apariciones, no se ha limitado a ofrecer en sus p�ginas abundante informaci�n sobre los planes y actividades propias -sin ello, las mismas pr�cticamente pasar�an inadvertidas-, sino adem�s ha supuesto un espacio generosamente abierto a art�culos de divulgaci�n sobre los temas m�s diversos, escritos mayoritariamente por cient�ficos de la regi�n.

A la publicaci�n de todo lo anterior se debe agregar el reciente volumen de t�tulo Investigaci�n cient�fica y tecnol�gica en Puebla. Indicadores y directorio de investigadores, que concentra en sus casi cien p�ginas los resultados de estos dos a�os dedicados a conocer y dar a conocer la real situaci�n de la ciencia dentro de las fronteras de nuestro estado, algo que permanec�a oculto e in�dito, y que la actual direcci�n del Cecyt ha rescatado de las brumas en que siempre vivi� para incorporarlo al terreno de las certezas, hoy como nunca al alcance del ojo anal�tico de la misma comunidad cient�fica en primer lugar, pero tambi�n de quienes tienen ante la sociedad la obligaci�n de aportar los medios y recursos que vayan ayudando a llenar vac�os y paliar carencias a trav�s de la actividad cotidiana de ese segmento de la poblaci�n -peque�o pero valios�simo- que dedica su saber y su tiempo a tareas de investigaci�n y desarrollo.

Y es que sin ciencia -como sin educaci�n- no hay progreso posible.