VIERNES Ť 30 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť José Cueli
Barriguete:La copa nostra
ƑCómo describir la verdadera desesperación del alcohólico al verse despojado de su único y verdadero amor: la botella? ƑCómo describir esa desesperación de duermevela entre llamas de fiebre y voz incoherente y esa contemplación sombreada en la pantalla de la mente de nubes que caminan sobre el cielo cárdeno y caliente, mientras el aire corta con frialdad el cuerpo? ƑCómo describir esa desesperación de las crudas mañaneras en que el cristal de las ventanas es un sudario que se tiende y la botella, la única, adorable, no aparece pero se siente y se adivina, y los celos enloquecen? ƑCómo explicar la desesperación del silencio de la tarde sin botella y su forma de mujer que se pierde y no se sabe adónde ha ido y aparecen las visiones, voces y alaridos insoportables, y delirios al ver la botella hueca por dentro? ƑCómo dar cuenta de la angustia por encontrar la botella y su onda de bronce líquido que viene doblando los aires para bañar con su líquido rasposo y enmielado a su paso de la boca rumbo al estómago, coro de ángeles lento y tibio que despaciosamente se expande y corre?
ƑCómo decir de esa desesperación de muerte, de auténtica muerte, sin la caricia caliente, consuelo para el temblor desgarrado de los huesos fríos mientras a lo lejos se escuchan los sones de las viejas canciones cantineras que hablan de rincones de amores que fueron y no fueron, y sensaciones que sólo la botella llena de licor ayuda a descifrar, al cantar en el espíritu el líquido de bronce?
Armando Barriguete, en un lúcido y brillante libro, La copa nostra (Diana), se aproxima de manera fluida, vívida e intensa a esa descripción de la vida atormentada del enfermo alcohólico. La historia del alcohólico, que son todos los alcohólicos con su único amor, la botella, y el infierno y el vacío de terroríficos ecos que acompañan al alcohólico durante su tormentosa existencia.
El dolor y la angustia constituyen la base en la que se fundamenta la necesidad de la medicina alcoholera que aparentemente la calma, pero que en algunos con tendencia franca a la demanda incontrolable condiciona la compulsión a la repetición de la ingesta alcohólica y a los diversos tipos de adicciones. Todo con la finalidad de acabar con la sensación angustiante de que algo nos falta. Curiosamente, a más alcohol, más falta, es decir, más carencia.
Imposible describir la sensación de locura del alcohólico al no encontrar la calle detrás de la ventana, sólo un cristal negro y la botella vacía bajo la cama. Algo más que desesperación cuando surgen apariciones con máscaras de botella, anhelo nunca superado de esa madre frustrante antes y hoy.
No es la varita mágica que todo lo resuelve, pero tal como lo menciona Armando, los grupos de AA en la actualidad siguen siendo la mejor alternativa para simbolizar, vía el lenguaje, esa desesperación que enloquece a tantos.
La lectura del texto de Armando Barriguete es obligada (al igual que su obra anterior, Lo que el vino se llevó) en una época como la nuestra en la que el alcohol es parte integrante de una forma de socializar y arrastra a los más débiles a la desesperación alcohólica. Síntoma principal de esa enfermedad llamada alcoholismo, registrada como tal en 1954 por la Organización Mundial de la Salud.
El presente libro se nos ofrece como un texto con frescura y fluidez, a la vez que muestra ser un escrito tras el que se adivinan con facilidad el amplio conocimiento del tema y la profunda experiencia clínica y sobre todo la genuina preocupación de Armando por difundir conocimientos acerca del alcoholismo en aras de una mejor y más profunda comprensión del problema y del sufrimiento de los pacientes alcohólicos y sus familias, y lograr con ello mejores estrategias de abordaje para una problemática tan compleja.
Ilustra el amplio material del libro con material clínico que transmite al lector una imagen más vívida y realista del sufrimiento del alcohólico y del doloroso fracaso al retornar al alcohol cuando se había logrado la abstinencia y se acariciaba la idea de estar libre de esa tortura.