SABADO Ť 17 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
 
Ť Novela de Hugo Villalobos publicada por el sello editorial Fontamara

Jacinto de Jesús muestra cómo la comunidad gay crea mecanismos de resistencia y solidaridad

Ť Testimonio antropológico y literario; un viaje alejado de la respetabilidad: Monsiváis

Ť En los años sesenta, en el cine ocurrían el ligue y la erección, señala Ignacio Otero

ANGEL VARGAS

Es un ser que se deja seducir por el instinto y el destino; sin importar que en su natal Paracho descubrió el amor y su preferencia sexual, la monotonía del pueblo lo obligó a emprender la aventura de la gran ciudad. Allí se adentró en un ambiente donde lo sombrío y la sordidez han sido sus mejores aliados, como lo son de muchos otros.

Ese es Jacinto de Jesús, protagonista de la novela homónima escrita por Hugo Villalobos (DF, 1955), en la que se muestra cómo la comunidad gay subsiste de manera clandestina y, ante la represión, crea mecanismos de resistencia y solidaridad.

Publicada por Fontamara, es una obra basada en testimonios y hechos reales en la que el protagonista, un joven provinciano, representa ''la síntesis de muchas otras (experiencias), únicas en su desenvolvimiento, pero genéricas en la medida en que no consiguen librarse del comportamiento impuesto por la sociedad".

En el prólogo, Carlos Monsiváis explica: ''Jacinto de Jesús, el testimonio antropológico y literario de Hugo Villalobos, es un viaje por lo que se ha dado en llamar la sordidez, aquello alejado de las luces de la respetabilidad, lo que impulsa al contacto íntimo con desconocidos, a la aventura riesgosa, a la inminencia del chantaje del arresto, a las turbias recompensas de la adrenalina, al abandono por unas horas de la personalidad de todos los días, a la conciencia torturada que localiza en su idea fija el castigo y la recompensa mezclados indisolublemente.

''La sordidez es lo propio del conjunto que incluye los baños malolientes, las butacas ruinosas, el piso resbaloso, la ojeada de apremio, el cinismo valeroso, la mano confianzuda, la mano temblorosa, la pierna que se pega con ansiedad a la pierna contigua, las idas y vueltas por la sala del cine, las películas observadas a ráfagas en los intervalos de la vehemencia masturbatoria..."

El libro está ambientado en los años sesenta y tiene como escenario las penumbras de diversos cines capitalinos.

Es una época en la que la sexualidad está muy restringida y en la que a los homosexuales ''se les veía con desprecio y se les designaba peyorativamente como putos, maricones y se ejercía contra ellos la violencia y el rechazo".

Tiene la palabra Luis Ignacio Otero: ''Es por eso y otras causas que no se atrevían a salir del clóset. No existían bares gays, el lugar de ligue, de la excitación y la erección era el cine, en cuyas salas oscuras se satisfacían los apetitos sexuales de forma rápida, violenta y clandestina".

El abogado y periodista fue uno de los tres oradores en la presentación de la novela Jacinto de Jesús, anteanoche en Casa Lamm. En su intervención, destacó el valor sociológico y literario del texto, así como la necesidad de que este tipo de temas salgan con mayor regularidad a la luz. En ese mismo tenor se expresaron Eduardo Luis Feher y Simón Levy en sus respectivas participaciones.

''Jacinto de Jesús revela al lector un mundo sórdido que, precisamente, no es para sordos, sino que a través de una lectura ágil, fresca y entretenida nos cuenta una época no tan lejana en donde los lugares de cine sustituyeron a los hoteles de paso y a los automóviles", rubricó Otero.