La Jornada Semanal11  de noviembre del 2001                                                                núm.  349 
(h)ojeadas
 

Cuentos como nubes

Guillermo Vega Zaragoza

 


 
Mario González Suárez (selección y notas),
Paisajes del limbo. Una antología de la
narrativa mexicana del siglo XX
,

Tusquets Editores,
México, 2001.
 
Mónica Lavín (edición) /
Gustavo V. Segade (traducción),
Points of departure. New stories from México,
City Lights Books,
Estados Unidos, 2001.
Bárbara Jacobs (selección e introducción),
Alberto Arriaga (colaborador), 

Los mejores cuentos mexicanos. 
Edición 2001, 
Joaquín Mortiz, 
México, 2001.
Hace unas semanas, en la sección cultural de La Jornada apareció un reportaje de Arturo Jiménez en el que entrevista a media docena de escritores cultivadores del género cuentístico en México. Todos coincidieron en una obviedad: somos un país de excelentes cuentistas. El siempre incendiario Gerardo de la Torre aseveró que mientras en la poesía hay mucha charlatanería y en la novela se siguen persiguiendo modelos del siglo XIX, en el cuento "marchamos con la hora de todo el mundo, no estamos atrás".

Como aseveró Augusto Monterroso en el mencionado reportaje, pese a ser un género que se cultiva y publica quizá un tanto de manera marginal, siempre se ha hecho con gran calidad. Mientras espera tomar la forma de libro, el cuento se refugia en suplementos culturales y revistas literarias, y con el advenimiento de las nuevas tecnologías, se ha revelado como el género perfecto para ser difundido a través de internet, donde lo demuestran espacios como www.ficticia.com

Los entrevistados también coincidieron en algo que no es tan obvio: que se podría estar gestando un "buen momento editorial" para el cuento, dado el leve pero constante aumento en la publicación de libros y antologías acerca del género en tiempos recientes. En efecto, en la segunda mitad del año han aparecido las tres sustanciosas colecciones que son motivo de esta reseña. Debido a la gran cantidad de textos que, en conjunto, se incluyen (estamos hablando de cincuenta y dos cuentos), nos abocaremos a resaltar los criterios de selección y, en su caso, a mencionar las sorpresas y perplejidades que nos provocó la lectura de cada una de ellas.

Como ya se sabe, toda antología requiere aplicar un criterio: el del responsable de la recopilación. Se puede estar o no de acuerdo con el criterio utilizado para seleccionar tal o cual obra o autor y dejar fuera otras y otros tantos. Lo importante en cualquier caso es que el criterio sea explícito y, si se puede, por lo menos convincente, para que al final el lector pueda decir: "Yo hubiera preferido que incluyera a fulano, pero siendo así…" La decisión de aplicar un criterio determinado tiene mucho que ver con el objetivo de la antología y en los tres casos que nos ocupan nos encontramos con propósitos diferentes, por lo que sólo son equiparables en dos sentidos: se refieren a un mismo género narrativo y los responsables son autores que lo ejercen de manera sobresaliente. Esto último ya plantea una diferencia importante en relación con otro tipo de recopilaciones, sobre todo las de corte académico, realizadas más por investigadores y no por creadores. 

De esta forma, Mario González Suárez, autor de libros como Nostalgia de la luz (1996), La materia del insomnio (1997), De la infancia (1998) y El libro de las pasiones (que en 1997 recibió el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen), decidió apostar al azar y convocar a doce autores como si se tratara de una tertulia de la que han tardado en retirarse y deciden leer alguna de sus creaciones. El compilador encontró vasos comunicantes en la aparentemente disímbola asamblea: "estos narradores manifiestan una abierta repulsión por el mundo de la materia, miran con olímpico desdén la realidad social y política", los hermana también "la creación de una obra que ha sabido navegar por debajo de la marea literaria nacional", por lo que "su universo no se ubica en un país sino en el limbo", "un lugar donde transita libremente el alma y sabe que ella misma es el espacio; allí se ubica el sujeto como centro de su soledad y su conciencia".

Así, sin ningún tipo de orden cronológico y ni siquiera alfabético, se suceden los relatos de siete autores ya fallecidos: Francisco Tario, Juan Manuel Torres, Pedro F. Miret, Jesús Gardea, Efrén Hernández, Arqueles Vela y Juan Vicente Melo, así como los de cinco escritores aún vivos y vigentes: Guadalupe Dueñas, Daniel Sada, Álvaro Uribe, Ricardo Elizondo Elizondo y Salvador Elizondo. Cada texto está precedido por una nota de semblanza y comentario acerca de la obra del autor, por lo que, a pesar de su aparente arbitrariedad, el libro adquiere una sorprendente y disfrutable unidad, pues se trata de textos (algunos de ellos colindantes con la novela corta) de atmósferas y personajes extraños e inquietantes, en efecto, poco comunes en la literatura actual, tan afecta al realismo y reacia a lo fantástico, por lo que resulta sumamente agradecible el esfuerzo de González Suárez por poner de nuevo en circulación y abrir al gran público escritores tales como Tario, Vela y Miret, que se han convertido en algo así como "autores de culto"; recuperar a creadores supuestamente "difíciles" como Gardea, Elizondo y Melo, y "redescubrirnos" a contemporáneos como Sada y Uribe. 

En este sentido, Paisajes del limbo puede entenderse más como la antología de un autor que busca compartir con el lector las obras de escritores que lo entusiasman y con los que comparte una cierta visión del mundo, que es algo muy diferente al propósito de la antología realizada por Mónica Lavín, Points of departure, publicada originalmente en inglés por la editorial de San Francisco, City Lights Books, la cual dirige aún el poeta beat Lawrence Ferlinghetti, a partir de la célebre librería fundada por él y que lleva el mismo nombre. En principio, se trata de un libro encaminado a dar a conocer al público estadunidense a recientes cultivadores del género en nuestro país. Se trata de diecisiete autores nacidos entre las décadas de los cincuenta y sesenta, a quienes la compiladora llama "la última generación romántica del siglo xx", aquellos que crecieron entre el rock & roll y los ingenuos sueños utópicos, muchos de los cuales no habían sido traducidos aún al inglés. 

En la introducción del libro, Lavín (Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 1996 por Ruby Tuesday no ha muerto) revela que el objetivo de la compilación era reunir una colección de historias que mostrara la maravillosa diversidad de temas y estilos, la originalidad, y las diferencias y coincidencias de los autores en relación con las tradiciones literarias de México y el mundo. En este sentido, nos dice Lavín, "el nuevo cuento mexicano es más urbano y menos atado a las estructuras canónicas. No refleja mundos exóticos vistos a través de los ojos de un extranjero, sino mundos singulares que son aún más seductores". En los cuentos seleccionados, "uno encuentra un desfile de ambientes y soledades, códigos grupales, estratos sociales diversos, placeres y terrores, todo ello desde la perspectiva de individualidades modernas, con estilos tan diferentes como los tópicos que abordan". En este sentido, el libro refleja un mundo moderno y cosmopolita, en el cual la voz personal de cada autor, en su propia cadencia, habla "de las preocupaciones de los seres humanos de cualquier parte". Los individuos, su soledad y sus luchas, son los "puntos de partida", desde los que se muestra la diversidad, la vitalidad y la originalidad de expresión de este grupo de narradores mexicanos. Incluso, por esta amplitud de registros, cabe preguntarse si no valdría la pena publicar la antología en español tal como está. 

De esta forma encontramos relatos de doce hombres: Sada y Uribe (que aparecen de nuevo, aunque con textos diferentes), Eduardo Antonio Parra, Bernardo Ruiz, Rafael Pérez Gay, Humberto Rivas, David Toscana, Juan Villoro, Juvenal Acosta, Mauricio Montiel, Enrique Serna y Francisco Hinojosa, así como de cinco mujeres: Josefina Estrada, Rosa Beltrán (cuyo cuento titulado "SchehereSade", apareció precisamente en este suplemento en febrero de 2000), Rosina Conde, Ethel Krauze y la propia Lavín. La muestra de autores resulta lo suficientemente diversa como para que los lectores norteamericanos entren en contacto con obras y autores que tienen un registro más amplio que el estereotipo del "realismo mágico", que es lo que frecuentemente esperan encontrar en la literatura mexicana, debido sobre todo al éxito de "aguas para chocolate" y demás artilugios de mercadotecnia. La traducción de Gustavo Segade, profesor emérito de la Universidad Estatal de San Diego, es especialmente brillante, sobre todo a la hora de encontrar equivalencias con ciertos giros del lenguaje y juegos de palabras de difícil interpretación en inglés. 

Hemos dejado para el final la que podría ser la más discutida de las colecciones que nos ocupan, quizá debido a lo ambicioso de su propósito: ¿bajo qué criterio se consideraron los textos incluidos como los "mejores cuentos" publicados en México durante el año pasado? Como se sabe, desde 1999, Joaquín Mortiz ha publicado esta serie de colecciones. En años anteriores, los responsables de la selección fueron Hernán Lara Zavala y Enrique Serna. En esta ocasión, la tarea recayó en Bárbara Jacobs (Premio Xavier Villaurrutia 1987 por su libro Doce cuentos en contra), quien incluyó veintitrés textos, mientras sus antecesores apenas escogieron diecinueve y dieciséis, respectivamente, lo cual habla de la saludable proliferación del género en nuestro país, pero también del ingente trabajo de recolección de Alberto Arriaga, quien le dio seguimiento a una treintena de publicaciones, entre revistas y suplementos, de todo el país durante todo un año. 

Decisión difícil, si las hay, establecer un criterio válido para utilizar la criba y separar lo valioso de lo que no lo era. En la preselección, Arriaga apostó a la calidad intrínseca del texto en lugar de dejarse deslumbrar por la fama o el prestigio: antes de leer cada cuento tachó el nombre del autor con plumón negro. Por su parte, para que la selección tuviera "algo de autoridad", a Jacobs se le ocurrió ir comparando cada cuento que leía con el célebre "Tachas" de Efrén Hernández, y según se acercaran a él, seleccionarlos. En resumen, Jacobs les pedía a los cuentos que le oprimieran el corazón, que fueran "bellos y capaces de conmover", que estuvieran "bien hechos", aunque tuvieran "imperfecciones", pero sobre todo que le transmitieran "experiencias ajenas a la suya" y que la llevaran "como sobre una nube, a territorios diversos". 

Así, encontramos textos inconfundibles de escritores consagrados: José de la Colina, José Joaquín Blanco (ambos campeones indiscutibles de la serie, pues llevan tres de tres) y Gerardo de la Torre; Serna, Villoro y Lavín coinciden (desde luego que con otros textos) con la antología antes mencionada, recopilada por esta última. Están presentes también practicantes del género más jóvenes, como Verónica Volkow, Noé Cárdenas, Alberto Chimal, Guillermo Fadanelli, Ana García Bergua, Luis Ignacio Helguera, Mauricio Molina, J. M. Servín, Cristina Rivera Garza, Juan Antonio Rosado y Gabriel Wolfson, así como autores cuyos nombres resultan poco familiares, quizá porque haya sido la primera vez que publicaron un cuento: Eduardo Boné, Jaime Ortiz, Ricardo Pandal, Laura Quintana Crelis y María José Gómez Castillo. Y una sorpresa: un texto desconocido de Francisco Tario, rescatado en un suplemento. 

En 1997, en la célebre y ya desaparecida revista El Cuento, fundada por Edmundo Valadés, Lisandro Méndez Caballero escribió: "En su calidad de experiencia artística, el cuento es una obra no sólo de la imaginación, sino también de la inteligencia y la sensibilidad, una revelación interna de las pasiones humanas y los vicios de la sociedad que mueven en su diario acontecer al mundo." En este sentido, con la certeza de haber disfrutado los cincuenta y dos relatos ofrecidos en estos tres libros, y en espera de que los lectores también los disfruten, coincidimos en que el cuento mexicano goza de cabal salud •
 

p o e s í a

La ciudad iluminada

José García-Candás


 
 
 

Eduardo Hurtado, 
Sol de nadie (1973-1997)
Universidad Nacional Autónoma de México, 
México, 2001.
 

¿A usted le gusta su ciudad, esta ciudad, tal cual es? ¿Le agrada vivir en ella? No me refiero al hecho de que viva en determinada colonia o barrio, sino al ambiente general que produce la ciudad en su conjunto; a su atmósfera y carácter. 

¿Le agrada lo que ve, lo que siente cuando la recorre en sus momentos más triviales, sea en el trabajo, el ocio o la vida diaria? ¿Le agrada esta imagen, desnudada de encuadres o filtros para comercial o folleto turístico, de conceptos publicitarios y consignas políticas, la que vemos con nuestros ojos sin truquear? Si es sincero, dudará antes de decir que sí, y si su respuesta es "no", habrá que esperar a que repita usted su negativa dos veces más para que sumen tres y así recapacite sobre su parecer, como a Pedro le pasó con Cristo, porque si de verdad no le gustara, no seguiría gastando el destino entre sus calles y hasbitaciones. Probablemente no estaría siquiera leyendo estas palabras. 

Admitámoslo: la ciudad de México no es una ciudad bella, en el sentido más estricto de la estética. Tampoco es sofisticada o ha sido tocada por una magia singular. Pero todos la aceptamos porque es nuestra, porque de un modo u otro la hacemos cada día como es, para bien o para mal. Algunos la construyen con cemento y ladrillos, otros la pintan o la ensucian y otros más la destruyen y la bordan a balazos y mentadas de madre todos los días. Incluso los hay (y no tan pocos como creemos) que se han decidido a recrearla a través de la literatura, comenzando por la poesía, con la esperanza de rescatarla, dotarla de personalidad y hacerla más humana con el simple hecho de renombrarla y transformarla a través de la metáfora. 

Eduardo Hurtado (1950) es un magnífico ejemplo de esta afirmación. Capitalino, poeta, ensayista y editor, ha creado a lo largo de su carrera una serie de poemarios que recorren una y otra vez las posibilidades y paisajes de la ciudad ya no solamente como el lugar geográfico donde se vive y malvive, donde se consumen tiempo y alcoholes, sino también como el espacio donde se pueden dar pequeños milagros y a la vez donde se viven las pérdidas más dolorosas y personales, las que no se pueden rescatar de la memoria ni endulzar con arrebatos líricos, como sucede en uno de sus poemas, en el que cuenta el suicidio de un amigo muy querido, describiendo la escena sin la menor piedad pero con el recuerdo intacto de los actos del difunto, última muestra de respeto a una voluntad y a una ausencia que con su pérdida aniquiló una parte del autor. 

Es en Sol de nadie, la antología de su obra poética, donde Hurtado despliega su vocación ya no de citadino o de chilango, sino de urbanita, de ermitaño en medio de las multitudes y las habitaciones infinitas que configuran las arterias de la metrópoli. Todo para él es materia poética, dispuesta para ser transformada en mar cargado de sirenas y de misterio, en bosque enigmático, en un lugar de magia sorprendente que puede ser rescatado por entre avenidas y azoteas, en bares y cuartos de hotel, resguardado en los habitantes y los amantes, los fantasmas y las inevitables putas.

No es fácil, pero Hurtado logra esto, sin caer en el lugar común o el amaneramiento. Todo el volumen titulado Sol de nadie es poesía dotada de espontaneidad, compuesta con frases coloquiales de uso diario entre los habitantes de carne y hueso que existimos entre sus versos. Sus invenciones convocan a la cotidianidad redescubierta una y otra vez en las cosas más simples, en los momentos más ordinarios, apegándose ante todo a la certeza de que la poesía no hará mejor esa memoria, pero la renovará y trascenderá con la ayuda de la música que aporta y las imágenes que renuevan la vista de siempre, salvándola del olvido inagotable que nos agobia.

Sol de nadie es, como lo expresa bien su título, una antología poética sobre un mundo citadino que conoce la luz, pero que no logra aprehenderla en sus ventanas porque está demasiado habituado a las tinieblas y teme la dureza solar, despiadada y acogedora al mismo tiempo. Es una colección de cantos sobre habitantes y lugares que conocen la derrota, pero que también esperan con ansia su renovación y la realización de sus anhelos, sin esperar milagros ni treguas. Para ello sólo exige al lector que se sumerja entre los versos y que asuma sin miedo, a través de ellos, esa ciudad que recorre día a día, sin temer a los claroscuros que componen la existencia.

Después de todo, la vida y la ciudad son nuestras. Y si las estamos perdiendo, el primer paso para recuperarlas es darles nombres para nombrarlas y renombrar nuestros días y sus rincones, para llamar a la ciudad como se llama a los amantes, sean éstos crueles o buenos. La poesía es para eso. Para poner nombres y reinventar con ellos las cosas más simples, comenzando por el sol que nos ilumina a todos y a toda la ciudad •
 

n o v e l a 

Un grito hacia el polvo

Pablo Ortiz Águila

John Fante, 
Pregúntale al polvo
Anagrama, 
España, 2001.
 
 
 

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 Durante los años treinta, en ese lugar del mundo abarrotado de calor y suciedad, aromas fétidos y perfume que se llama Los Angeles, California, en la nación más "civilizada" del orbe, el gran Arturo Bandini se promete a sí mismo y al mundo convertirse en el dueño de las más espléndidas palabras y discursos de las letras universales.

Un prólogo de Charles Bukowski se amalgama y entrelaza con el principio de la novela, dejándonos en claro la admiración que le profería a John Fante.

Camila es el nombre del cincuenta por ciento de los problemas del "ilustrísimo" Bandini; el otro cincuenta por ciento consiste en alcanzar la fama precisamente en la prodigiosa tarea de escribir, definitivamente un trabajo de tiempo completo ya que ambas labores se empalman dando forma y plasticidad a este texto que es una suerte de vagabundeo y un recorrido por las esferas suburbanas de la mencionada ciudad.

La novela deviene una crítica de la sociedad estadunidense que no es tan diferente de la actual, toda una cultura de la violencia en gestación si se le mira de una manera retrospectiva. En la obra se percibe el sabor ácido de la vejez y la soledad que desemboca en la locura de un rostro arrugado en una atmósfera sofocante de abandono, que es el abandono de las cosas y de los seres. Asimismo degustamos el amargo sabor de una leche que siempre fue agria, y bajo el calor que evapora a las cosas y a la gente buscamos la belleza que queda bajo los escombros. 

Arturo Bandini no es más que el italiano-gringo que no se arredra frente a la hecatombe –parafraseándolo a él mismo–, y que domina esa arma que no mata pero de la que todos se acuerdan: su pluma. Grandilocuente, furioso, un poco loco, un poco primitivo y entrañable, es el alter ego del propio autor, reconocido, para no variar en la tradición, una vez bajo tierra.

Nuestro interés como lectores se fija en ese su camino diario, desde la perspectiva del trabajo cotidiano de un artista aunado al deseo de conquistar a un enigmático personaje de la mitología urbana de los suburbios de Bunker Hill, una mujer-diosa llamada Camila, rebelde y medio mexicana, bruja y princesa.

Ante este panorama luce narcisista y siempre erguido Arturo Bandini, a medio camino hacia el mar, a medio camino hacia el desierto, jugando con sus propias reglas como antihéroe y con la pregunta articulada en un grito hacia el polvo •



XXI Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil. Espectáculos, talleres, espacio interactivo de cómputo, conferencias, seminarios internacionales, presentaciones de libros, ceremonias de premiación, exposiciones, 350 fondos editoriales y más de 50 mil títulos. Del 10 al 20 de noviembre de 2001, de 10:00 a 20:00 horas, en el Centro Nacional de las Artes ubicado en Río Churubusco y Calzada de Tlalpan, col. Country Club, Metro General Anaya, teléfono: 5420 4400, página electrónica: www.cnca.gob.mx. Entrada gratuita. (En algunas actividades el cupo es limitado.)
Canadá en México. En el marco de las actividades de "Otoño canadiense. Ciudad de México" y en el contexto de la XXI Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, del 12 al 16 de noviembre, se presenta el libro Huevos rancheros, de Stefan Czernecki, con el autor, y el seminario "Qué y por qué leen los niños". Librería Canadá. En el Centro Nacional de las Artes ubicado en Río Churubusco y Calzada de Tlalpan, col. Country Club, Metro General Anaya. Entrada gratuita.
Presentación de libro. La Universidad Autónoma Metropolitana le invita a la lectura de poemas y presentación del libro Antología personal, de Carlos Montemayor, con la participación del autor. La cita es el miércoles 14 de noviembre de 2001, a las 19:00 horas, en el Salón Vitrales de la Casa del Tiempo ubicada en Pedro Antonio de los Santos núm. 84, col. San Miguel Chapultepec.
Cine. Dentro del ciclo "Mujeres vs. Violencia", del Cineclub de la Biblioteca de las Artes, se proyectarán las cintas Yo, la peor de todas, dirigida por María Luisa Bemberg, el 16 de noviembre, y la cinta neozelandesa Somos guerreros, de Lee Tamahori, el viernes 23 del mismo mes. La cita es a las 18:00 horas, en la sala de usos múltiples del Cineclub de la Biblioteca de las Artes, del cenart ubicado en Río Churubusco y Calzada de Tlalpan, col. Country Club, Metro General Anaya.
Noviembre en el Teatro Santa Fe. Perro Teatro AC presenta Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, bajo la dirección de Ana Luisa Alfaro, y con la actuación de Víctor Roldán, Pedro Adame, Fernando Morales, Berenice Camacho, Ana Paola Izquierdo y Jorge Robles. Las funciones son los lunes a las 19:00 horas.
    Danza. El grupo de danza contemporánea Barro Rojo presenta su espectáculo Viento de Lorca. Las funciones son los miércoles a las 17:00 horas.
   Espectáculo para niños El sastrecillo valiente, basado en el clásico de los hermanos Grimm, bajo la dirección de Ernesto López. Las funciones son los domingos de noviembre y diciembre a las 12:00 horas.
   Mayores informes sobre estas actividades y en general sobre el proyecto de Perro Teatro de rescatar el Teatro Santa Fe, a los teléfonos 8500 0485 y 5516 2163, o directamente con Perro Teatro en Palenque núm. 633, col. Letrán Valle, cp 03650, México df, teléfonos: 5604 7349 y 8500 0485, correo electrónico: [email protected].
Música. Difusión Cultural de la unam invita al Concierto-homenaje a Tony Espino, con la participación de José Luis Caballero, Irma Carlón, Javier del Valle, entre otros vocalistas. Tony Espino, piano. La cita es el 14 de noviembre a las 20:00 horas, en el Teatro de la Casa de la Paz ubicado en Cozumel núm. 33, col. Roma. Teléfono: 5286 5315.
Exposiciones. El Conaculta, la INAH y la Editorial Praxis invitan a la exposición Origen de la niebla. Pintura y poesía. Tres generaciones, con poemas de Miguel Ángel Muñoz. Obras de José Luis Cuevas, Joy Laville, Vicente Gandía, Vlady, Roger von Gunten, Leonel Maciel, Gilberto Aceves Navarro, Alfonso Mena, Jan Hendrix, Manuel Marín, Francisco Castro Leñero, Miguel Ángel Alamilla, Phil Kelly, Mariano Villalobos, Sandra Pani, Cecilia Vázquez, Francisco Ortyz, José Ignacio Cervantes, Ernesto Ríos, Marisa Boullosa y Francisco Quintanar. La inauguración será el jueves 15 de noviembre a las 19: 00 horas, en el Museo del Carmen ubicado en Av. Revolución núms. 4 y 6, San Ángel, México DF.
    Monte Albán, de Demián Flores Cortés, en el Centro Cultural Casa Lamm ubicado en Álvaro Obregón núm. 99, col. Roma, México df. Teléfonos: 5525 1332, 5514 1578 y 5511 0899, correo electrónico: [email protected]. Hasta el 29 de noviembre de 2001.
    Xipe-Totec, nuestro señor el desollado, de Rafael Barajas "el Fisgón". La exposición estará abierta al público durante noviembre y diciembre. La cita es en el Museo de Historia Natural de la Ciudad de México ubicado en el Bosque de Chapultepec, segunda sección, de martes a domingo, de las 10:00 a las 17:00 horas. Informes a los teléfonos: 5515 2222 y 5516 2848.