LETRA S
Noviembre 8 de 2001

¡Tolerancia!, demanda feligresía a la Iglesia católica

Paralelo al Sínodo de los Obispos realizado en Roma el pasado mes de octubre, organizaciones católicas de todas las regiones del mundo se reunieron en un Sínodo Sombra, el Sínodo del Pueblo de Dios, para demandar a sus líderes religiosos un compromiso mayor en la erradicación de todas las formas de violencia y discriminación. En especial, demandaron a los obispos hacer uso de su liderazgo para llamar a los líderes del mundo a renunciar a la guerra de represalia en contra del terrorismo y rechazar el militarismo y la guerra como instrumentos de política nacional e internacional. Asimismo, les demandaron ejercer su liderazgo como servicio (diakonia), mostrar mayor tolerancia y apertura al diálogo con la feligresía católica y con otras religiones, y rendir cuentas a su comunidad.

Del 4 al 8 de octubre, las organizaciones Movimiento Internacional Somos Iglesia, la Red Europea "Iglesia en el Mundo", Catholics for a Free Choice y Católicas por el Derecho a Decidir, el Movimiento 8 de Mayo y Women's Ordination, entre otras que cuentan con representación en varios países del mundo, analizaron la situación de emergencia en la que se encuentra la Iglesia católica y aprobaron una Declaración en donde entre otras cosas, llaman a los obispos a denunciar las injusticias del modelo económico actual y a promover una cultura de la vida que incluya "defender el uso de condones para prevenir el VIH/sida, así como el acceso a la anticoncepción y a otros servicios de salud reproductiva", respetando las conciencias de quienes toman decisiones acerca de su sexualidad y de su reproducción. Así mismo, las organizaciones firmantes de la Declaración se pronuncian por una iglesia tolerante y justa, y hacen un llamado a reconsiderar las enseñanzas acerca del divorcio, las segundas nupcias, la anticoncepción artificial, el celibato clerical obligatorio y la homosexualidad. En particular, rechazan toda discriminación al interior de la institución eclesiástica y piden que se abra el sacerdocio ministerial, el episcopado y el papado a todas las personas católicas, mujeres y hombres, sin importar su estado civil, edad, orientación sexual, raza, grupo étnico o lingüístico. "Las mujeres son iguales a los hombres tanto en naturaleza como en gracia", afirman y añaden: "Negar esa igualdad es una forma de violencia y una limitación a la imagen de Dios", que es femenina y masculina a la vez.

Además de pedir que se respete esta diversidad en todos los aspectos de la vida eclesiástica, "en la medida que la Iglesia católica universal es la suma de muchas diversidades locales", demandan mayor participación en la elección de sus obispos, y mayor cercanía de ellos a sus comunidades de fe. Por último, piden a sus autoridades no inmiscuirse en el ámbito de los Estados seculares y respetar el sensus fidelium en la comunidad y la libertad de conciencia. "Los líderes de nuestra Iglesia, deben defender la unidad en lo esencial, la libertad en lo dudoso y la caridad en todo", concluyeron.