LETRA S
Noviembre 8 de 2001

Cuenta Conmigo

Juan Manuel

Muchos de nosotros y nosotras hablamos de discriminación. Nos parece injusta y pensamos que debería ser eliminada del planeta, pero cuando nos referimos a ese fenómeno, por lo general pensamos en los negros de Estados Unidos o en los indígenas chiapanecos o incluso en quienes profesan alguna religión que no es la dominante. A veces comentamos la discriminación que sufrimos al solicitar una visa para Estados Unidos, pero de ahí no pasamos.

No nos damos cuenta de que simplemente, por el hecho de ser jóvenes ya estamos siendo objeto de discriminación la mayor parte del tiempo. Incluso nuestros "seres queridos" nos discriminan cuando pasan por encima de nuestros derechos, como sería vestirnos como se nos dé la gana, tatuarnos o hacernos un piercing. Hasta los padres más liberales se oponen a que sus hijos varones traigan un arete en la oreja. Por supuesto a las chavas les va peor, y muchas tienen que estirarse su top ombliguero, para que su padre no se de cuenta de que, no sólo andan enseñando el ombligo, sino que traen una arracada en él.

Por nuestra edad nos prohíben ver películas como Y tu mamá también, que hablan precisamente de nosotros. Los maestros muchas veces se sienten con la autoridad para "pasarse de lanzas" con las chavas, y nadie se atreve a denunciarlos por temor a reprobar o a ser expulsados de la escuela. Por otra parte, muchos de nosotros también discriminamos al más moreno de la clase (que invariablemente es "el negro"), o al más chaparrito o al que tiene alguna discapacidad física. Los gays constituimos el grupo más estigmatizado de México; según encuestas recientes, más de la mitad de la población no compartiría su casa con un homosexual o una lesbiana.

Pero lo peor es la discriminación que nos infligimos a nosotros mismos como grupo, cuando decimos "mira esa loca, qui birbiri", generalmente aplicamos nuestros propios criterios discriminatorios sobre el homosexual más afeminado que nosotros. "Yo soy gay, pero no soy como esa", o "yo sí soy bien loca, pero no me travisto", y al final "yo sí me travisto, pero de vez en cuando, por juego, no como esas, que ya viven así".

Finalmente estamos repitiendo los esquemas de la enseñanza patriarcal dominante, y ni cuenta nos damos. ¿Cuándo nos pondremos a pensar en serio en esto, para poder cambiar nuestras actitudes y rechazar verdaderamente todo tipo de discriminación?

Únete a nuestro grupo de jóvenes gays y lesbianas y familias, y ya lo sabes, cuenta conmigo.
 
 

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