Ť Es peor el huracán económico que azota al mundo: Castro
Dejó Michelle a su paso por Cuba 5 muertos y graves daños en cultivos
GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL
La Habana, 5 de noviembre. Fue una noche de terror. Al caer el domingo, la mitad de Cuba quedó sumida en la oscuridad, mientras el huracán Michelle cruzaba con furia la porción central de la isla, con más viento que lluvia, mostrando a su paso una potencia que lograba arrancar árboles desde las raíces.
El huracán aceleró y liquidó su tarea más rápidamente de lo que se esperaba. A la luz de velas o linternas, los cubanos que tenían radio de baterías pudieron seguir los partes meteorológicos y de la Defensa Civil. Al empezar el lunes, Michelle ya se alejaba y este mediodía iba, debilitado, desorganizado, con rumbo perdido hacia el Atlántico norte.
La
mayoría de la población cubana desconocía una experiencia
como esta, que resultó menos grave de lo que se esperaba. Sólo
los que estuvieron vivos el 18 de octubre de 1944 y aún se acuerdan,
sabían lo que era un gran huracán en medio del Caribe. Aún
sin energía eléctrica ni gas, sin vuelos ni servicio de trenes,
con teléfonos interrumpidos parcialmente, esta isla empezaba el
recuento de los daños, al amparo de un tímido sol.
Un recuento provisional de la Defensa Civil indicaba que había por lo menos cinco muertos, cuatro por derrumbes y un ahogado, en la provincia de Matanzas y en la ciudad de La Habana. Parece un saldo moderado, si se miran los campos enteros de cultivos arrasados, los árboles desprendidos de sus raíces, las olas de hasta seis metros en algunos puntos del litoral sur.
La Defensa Civil había contado 705 mil 153 personas evacuadas de sus viviendas, algo más del seis por ciento de la población total de la isla. Toda esa gente vive en lugares precarios, con techos de teja, paredes débiles o edificios antiguos y debilitados.
En la capital hay tramos del Malecón que estaban inundados este lunes. En las provincias de Pinar del Río, La Habana, Matanzas, Cienfuegos y Sancti Spiritus, el golpe principal parece ser en la vivienda y la agricultura. Una somera revisión de los daños reportados en emisiones radiales indica que hay severos daños a las plantaciones de plátano, cítricos, caña de azúcar y tabaco.
Michelle apuntó directo hacia La Habana, pero se desvió al noreste. Iba lento, pero al entrar a tierra cubana aceleró y alcanzó más de 20 kilómetros por hora de traslación. Entró vigoroso, con grado cuatro en la escala Saffir-Simpson de cinco puntos, pero chocó con el Escambray, el macizo montañoso del centro de la isla, y se degradó a nivel tres. En lo que sí se mantuvo constante fue en la potencia de sus vientos centrales, de hasta 215 kilómetros por hora.
Esta madrugada, en el hotel Meliá del balneario de Varadero, apareció el presidente Fidel Castro. Habló con decenas de turistas reunidos en el lobby, asustados pero animados. "El daño hubiera sido mayor", dijo el mandatario, "si pasa por la capital". Castro acababa de visitar el puesto de mando de la Defensa Civil de Matanzas, quizá la provincia más dañada. ¿O será Cienfuegos, donde los primeros indicios hablan de un desastre agrícola?
Todavía sin servicios esenciales, los cubanos quieren ya volver a la normalidad. Ya se van al Malecón de La Habana, a ver las olas fuertes y espumosas que chocan contra el muro. Ya limpian la yerba y apilan los troncos de los árboles. Ya forman las habituales colas, para comprar lo poco que se pueda comprar apenas pasado el huracán. Y hacen cálculos de cómo saldrán ahora, cuando ya las cuentas estaban saliendo mal. Como dijo Castro: "Es peor el huracán económico" que anda azotando al mundo.