Cervantino, gran final
Ť Colombia Moya
ENUMERAR
LA CANTIDAD de grupos artísticos que han participado en esta
vigesimonovena edición, bajo la dirección de Ramiro Osorio,
ya completamente integrado a nuestro país, puesto que aquí
estudió y trabajó un buen tiempo... decía, sería
tedioso; sin embargo, hay que mencionar que la programación cubrió
satisfactoriamente los aspectos más socorridos de la cultura, y
para todos los gustos. Y uno de esos gustos, sin duda alguna, el que se
le dio por primera vez a los jóvenes, con el espacio llamado La
Yerbabuena, que permitió programar a diversos grupos de rock para
el solaz de la chaviza, que siempre desborda las calles de Guanajuato por
estas fechas, y pone los pelos de punta a quienes no soportan y no pueden
comprender que lo que ellos necesitan son espacios, sus espacios, con su
onda y gritería, y así todos contentos, pues para todos sólo
es cuestión de acordarse de ellos y darles algo.
MUSICA, SIEMPRE FUERTE y de gran calidad, teatro y títeres de países de los confines de la tierra, exposiciones de pintura, dibujo y fotografía, entre las que vimos la de Fabrizio León, su blanco y negro recortado, implacable, recordándonos la violencia de la muerte; rostros y cuerpos transfigurados de las chicas del talón en puebluchos y por las crudas calles de la ciudad, un testimonio de aspectos de nuestra memoria, huidiza tantas veces y que fotógrafos como León, con su calidad indiscutible, oportuna, precisa y tajante, nos la devuelven para recordar los hechos, los mundos, los rostros, que pareciera que la gente prefiere olvidar.
Música, teatro y danza, en la clausura
DUATO, DESDE EL 26, muestra su obra Multiplicidad, formas de silencio y vacío en representación de España, y la Troupe africana presenta Yemoja: un espectáculo de pasión, que se trata de una historia amorosa entre los dioses del panteón Yoruba, de la mitología ancestral de su raza.
YEMOJA, que no es otra que la diosa del mar y de los peces, que en las culturas afrocaribeñas, como las de Cuba, Haití, Cartagena y hasta Brasil, se llama Yemayá. Yemayá asesú, con sus propias historias y míticos enredos familiares, ahora con la representación de Nigeria, vasto país de Africa Occidental, escenificará un antiguo mito, bello, humano y divino, que vuelve siempre la mirada a su pueblo.
YEMAYA, SEGUN EL MITO, es hija tierna, ya que lo
protege y ayuda. Ogún, el dios del hierro y los metales, es el esposo
de Yemayá, pero es terco e irritable y ama las batallas, por lo
que, al irse a la guerra, deja encargada a su esposa con Echú, un
dios intrigante y tramposo, que causa grandes problemas a la diosa instándola
a romper la calabaza sagrada para que sea castigada; luego, pide ayuda
a Obatalá, el padre, para obtener su amor. Sin embargo, el pérfido
Echú también mandó llamar a Ogún del frente
de batalla, diciéndolo que Yemayá y Obatalá lo engañan,
al ser despreciado por la diosa.
Esto causa la furia del esposo que, irracionalmente,
no entiende súplicas ni razones de su esposa, quien decide perderse
en el mar profundo desde donde atiende los llamados de su pueblo bien amado,
en el más bello espectáculo de danza africana, ritmos portentosos
y el vigor y sabor que sólo ellos pueden imbuir a sus danzas tradicionales,
de modo que el Festival Internacional Cervantino dará fin a su vigesimonovena
edición con una serie de fuertes espectáculos. Hasta el próximo.