LETRA S
Octubre 4 de 2001

Abstinencia sexual.

La tentación autoritaria

ls-jisLos movimientos que promueven la abstinencia sexual en adolescentes, responden más a los intereses y preocupaciones de los adultos que de los propios jóvenes. Las razones que los impulsan son de tipo moral, religioso o político, pero no de salud. Sin contar con sustento científico sobre su efectividad, pretenden imponer programas de "educación sexual" basados en la consigna de "sólo abstinencia". En México los vientos de intolerancia soplan en esa dirección. Por ello, consideramos pertinente la reproducción del siguiente texto sobre este tipo de programas y su reproducción en Estados Unidos.


Las escuelas se han vuelto un campo de batalla en las guerras culturales de Estados Unidos. En esta lucha que involucra a corazones, mentes y libidos de los y las adolescentes, la escaramuza más reciente es la educación sexual. La cuestión no es si la sexualidad debe estar en las escuelas (hay un acuerdo universal en torno a esto), sino cómo abordar el tema. "Sólo di no" es la respuesta de los partidarios de la abstinencia sexual como única opción. Los programas de sólo abstinencia incluyen discusiones sobre valores y el desarrollo de habilidades para decir no al sexo, al tiempo que prohiben las discusiones específicas sobre métodos anticonceptivos y el sexo más seguro.

El movimiento de sólo abstinencia se ha impulsado por la persistente, pero errónea creencia de que la educación sexual integral induce, por sí misma, a los adolescentes a la actividad sexual. Según este razonamiento, el tema debería ser ignorado en las escuelas o discutido sólo en términos de miedo y enfermedad. Las víctimas en esta guerra son los propios adolescentes faltos de información sobre cómo prevenir embarazos no planeados o infecciones de transmisión sexual (ITS).

Las propuestas de sólo abstinencia obtuvieron un gran impulso cuando el Congreso estadounidense aprobó destinar 50 millones de dólares al año, durante cinco años, para promover el programa sólo abstinencia en las escuelas, con el fin de enseñar las supuestas "ventajas sociales, psicológicas y de salud" de practicar la continencia sexual. A esos fondos se sumaron otros de fuentes públicas y privadas, con lo que la suma ascendió a 87 millones de dólares anuales.
 
 

¿Abstinencia para quién? ¿Hasta cuándo?

El movimiento de sólo abstinencia busca impulsar la continencia sexual de los y las jóvenes hasta el matrimonio. En apoyo a este objetivo, las propuestas de esta corriente utilizan argumentos que hacen caso omiso del conocimiento científico y de la experiencia humana e incluyen aseveraciones como la siguiente: "la actividad sexual fuera del contexto del matrimonio muy probablemente tendrá efectos dañinos a nivel psicológico y físico". Esta conclusión es tan insostenible a la luz de las estadísticas que señalan que 93 por ciento de los hombres y 80 por ciento de las mujeres estadounidenses entre 18 y 59 años ya habían tenido relaciones sexuales antes de su noche de bodas.

En el debate sobre el papel de la abstinencia en la educación sexual, se ha evadido hacer distinciones entre, por ejemplo, la abstinencia sexual de menores de 12 o 13 años y la abstinencia entre jóvenes de 17 o 18 años. Pocos podrían cuestionar un enfoque que contemple la abstinencia para adolescentes menores, pero para el otro grupo la educación sexual tiene que contemplar a los y las adolescentes que eligen tener relaciones sexuales, ya que dos terceras partes (66 por ciento) de los y las estudiantes de preparatoria en Estados Unidos han iniciado su vida sexual.

La propuesta de promover la abstinencia de toda actividad sexual hasta el matrimonio debe reconsiderarse a la luz de la edad promedio actual en la que las personas deciden contraer nupcias: 24 años para las mujeres y 26 para los hombres. Además, los exhortos para evitar las relaciones sexuales hasta el matrimonio no tienen ningún sentido para los gays y las lesbianas adolescentes.
 
 

La relación conocimiento-comportamiento

El debate sobre educación sexual algunas veces se vuelve tan candente que pierde el sentido de las proporciones. Hay grandes expectativas derivadas de los programas escolares. La mayor parte de la enseñanza se evalúa midiendo su impacto en el conocimiento, en lugar de medirlo en el comportamiento fuera del salón de clases. Es imperativo establecer la relación entre la educación sexual en el salón de clases y los cambios de comportamiento sexual, como la postergación del inicio de las relaciones sexuales o el aumento del uso de anticonceptivos. Además, en la instrucción recibida al interior del aula debe considerase un elemento más: la conflictiva mezcla de influencias exteriores, la del grupo de amigos y amigas, de los padres y las madres, de las iglesias, de los mensajes pro-sexo en los medios masivos de comunicación, etcétera. Para la mayoría de los jóvenes, tomar riesgos es parte de una constelación de influencias internas y externas. Una encuesta nacional de 1995 reveló que 16 por ciento de las chicas que tuvieron su primera relación sexual antes de los 16 años, reportó que esa iniciación no fue voluntaria.

El movimiento de sólo abstinencia ha criticado los abordajes más amplios de la sexualidad porque a su parecer, se enfocan únicamente en "la plomería" corporal, "mandan dobles mensajes" o ignoran los valores. Sin embargo, los mejores programas de educación sexual tienen que abarcar mucho más que sólo la biología del sexo y sus riesgos (obviamente los chicos y las chicas deben saber los conceptos fundamentales sobre el funcionamiento de sus cuerpos y sobre cómo protegerse contra embarazos no planeados y las ITS).

Además, los programas de sólo abstinencia han fracasado en el intento de comprobar científicamente su efectividad. En una revisión reciente1 se encontraron únicamente seis estudios publicados sobre los programas de sólo abstinencia. De acuerdo con ellos, ninguno se consideró efectivo (aunque puede haberse debido, en parte, a una evaluación pobre) y uno se encontró claramente ineficaz. Si el gobierno federal va a financiar ese tipo de intervenciones sin conocer su efectividad, los estados que acepten esas partidas del presupuesto deberán insistir en que los programas sean completa y rigurosamente evaluados.

El nuevo programa federal de sólo abstinencia se basa en una agenda religiosa y política, no de salud. Este enfoque político y la incomodidad social que provoca en la población adulta la sexualidad de los y las adolescentes obstruyen la capacidad de reconocer y entender cuáles programas funcionan mejor en la prevención del VIH/sida y los embarazos no planeados. No es suficiente estar de acuerdo en lo que la población adulta quisiera que los y las jóvenes escucharan. Lo que es políticamente aceptable, quizá sirva a los intereses de los adultos, pero muchos y muchas jóvenes, con seguridad, se sentirán engañados.
 
 

Versión editada del texto ¿Debemos enseñar únicamente abstinencia en la educación sexual?, tomado de HIV prevention: looking back, looking ahead. Universidad de California e Instituto del Sida, en Harvard, publicado en la revista Sida/ETS. Conasida/Ssa. 1998, vol.4, No.1. Traducción Guillermo Egremy Mendívil y Erika Tamayo Gómez.

1 Kirby, D. No Easy Answers: Research Fundings on Programs to Reduce Teen Pregnancy. Washington. National Campaing to Prevent Teen Pregnancy, 1997.