SABADO Ť 29 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Víctor M. Quintana S.

La victoria tiene nombre de mujer

Tan escasa de triunfos está nuestra sufrida sociedad civil, que los pocos que tiene son de echar las campanas al vuelo. Por eso hay que celebrar la magnífica victoria que se acaban de anotar las organizaciones de mujeres del estado de Chihuahua, con el apoyo de organizaciones civiles y de los grupos parlamentarios de PAN y PRD en el Congreso del estado. El pasado martes 18, la legislatura estatal adoptó prácticamente todas las propuestas de esta coalición de la dignidad en materia de libertad y seguridad sexuales, de violencia familiar y secuestro. Así echó por tierra la contrarreforma operada por el PRI apenas 28 días antes.

Se han incrementado las penas para los violadores. Se elimina la atenuante de que la víctima "incurrió en acciones de provocación". Se elimina también la expresión denigrante "...al que tenga cópula con mujer casta y honesta, menor de 18 años y mayor de 14" en lo relativo al delito de estupro. Se incrementa también la penalidad en los casos de abuso sexual. Además, se obliga a la reparación del daño al responsable de estupro y violación cuya víctima resulte preñada, obligándolo con el pago de "mil salarios mínimos" y el pago de alimentos para el hijo o hija producto de la comisión de estos delitos. Se tipifica como violación la penetración violenta con un objeto que no sea el miembro viril. La violencia intrafamiliar que antes debía ser denunciada personalmente por la víctima, ahora se persigue de oficio.

Se dice fácil, pero la lucha de las mujeres chihuahuenses y quienes las apoyaron fue larga, difícil y diversa. Ya en 1992 habían logrado importantes reformas al Código Penal y al Código de Defensa del Menor, gracias a sus protestas en contra de la violencia contra mujeres, niñas y niños. En 1999 comenzaron a trabajar con el Congreso del estado toda una serie de reformas en materia de libertad y seguridad sexuales, para tener un cuerpo jurídico que en realidad castigue con rigor a los violadores, abusadores y golpeadores en un entorno en el que estas conductas se han recrudecido. Veintidós meses se prolongó el trabajo de las mujeres organizadas junto con algunas y algunos legisladores. De aquí salieron una serie de reformas que fueron incluso aprobadas por el Congreso del estado en febrero de 2001.

Pero la letra murió. El Ejecutivo del estado argumentó luego que "había algunas fallas e imprecisiones técnicas" en las reformas aprobadas y nunca se llegaron a publicar en el Diario Oficial de la Federación. Ya en las postrimerías de la legislatura, la fracción priísta dio el madruguete el 20 de agosto y aprobó un paquetote de reformas, entre ellas las referentes a libertad y seguridad sexuales y violencia intrafamiliar tomando como recinto legislativo un restaurante de la ciudad de Chihuahua, dado que la furiosa reacción de las mujeres impidió que la sesión se celebrara en la sala de sesiones del Congreso. Así, los priístas hicieron solos sus reformas, con ausencia de los diputados y diputadas de oposición. Las fracciones de PAN y PRD elaboraron una propuesta conjunta de reforma retomando las demandas de las organizaciones de mujeres, pero fue desechada.

Se esperaba que el gobernador del estado interpusiera su veto y no se llegara a publicar la contrarreforma tricolor. No fue así. La mano no le tembló ni un tantito y la joya de legislación retardataria quedó plasmada en el Diario Oficial. Pero las mujeres chihuahuenses no están mancas, ni ciegas, ni sordas, ni mudas. Emprendieron una firme campaña de denuncia que colocó a los tres poderes del estado en el ridículo nacional y hasta internacional por su lenidad con violadores, golpeadores, hostigadores y demás calaña.

La protesta tuvo su efecto. A principios de agosto, el gobernador Patricio Martínez tuvo que pedirle al Congreso que "abriera una consulta" para recibir opiniones y propuestas sobre la tan controvertida reforma. Ya encarreradas, las mujeres pasaron a la propuesta. Desataron una formidable campaña para recabar firmas de apoyo a su propuesta retomada por PAN y PRD. Y numerosas organizaciones civiles de todos los colores y militancias partidarias hicieron llegar varias decenas de bien estructurados documentos en los que diferentes exposiciones de motivos llegaban a propuestas coincidentes con la de las mujeres. Fue una bella, organizada y pensada acción civil.

Y las mujeres triunfaron. En otra sesión extraordinaria, con el recinto del Congreso lleno de sociedad, se dio marcha atrás a las reformas del 20 de agosto. Por unanimidad se aprobaron las reformas propuestas por las organizaciones y retomadas por las fracciones panista y perredista.

Es iluso pensar que sólo el 2 de julio de 2000 basta para democratizar este país, pletórico todavía de estructuras antidemocráticas, injustas y sexistas. La transición a la democracia se ha de ganar cada día en las trincheras cotidianas como lo hicieron las mujeres chihuahuenses. Por eso su victoria y de todos quienes las apoyaron es una prueba de la única vía por la que avanzará la democratización en México: desde abajo.