MARTES Ť 21 Ť AGOSTO Ť 2001

Marc Chagall: huir de las trampas de la historia

MERRY MAC MASTERS

ganadoEl arte de Marc Chagall no se integra a la historia: él la integra a su arte. Tal vez éste sea el secreto de una grandeza intemporal, intacta, pese a las vicisitudes del tiempo, ha escrito el crítico francés Pierre Schneider. El mismo pintor de origen ruso manifestó: ''Esta es mi alma. Búsquenme por aquí'', a la vez que añadió: ''Aquí están mis cuadros''.

Su presencia, rica en evocaciones misteriosas, se cristaliza en una obra cuyas raíces se remontan a su tierra natal y a una cultura que le permitirá expresar la desgarradora tragedia de su pueblo: el judío.

Para los ojos de la historia del arte, sin embargo, Chagall (1887-1985) es un ''artista desplazado''.

''Durante largo tiempo hubo una gran laguna en el origen de los movimientos que fusionarían la poesía y las artes plásticas -dadá, el surrealismo- para hacerle justicia a Chagall aunque fuera sólo parcialmente'', escribió André Breton, en 1942, uno de los fundadores de la escuela surrealista.

A su vez el hijo pródigo de Vitebsk, en la República de Bielorrusia, no ha facilitado la tarea. La historia prefiere las categorías de apariencia estable -escribió Pierre Schneider en el catálogo de Chagall en nuestro siglo, muestra del artista que se exhibió de octubre de 1992 a enero de 1992, en el Centro Cultural/ Arte Contemporáneo-. Ya en 1914, Guillaume Apollinaire describía a Chagall como un ''artista extremadamente versátil, capaz de realizar pinturas monumentales''; ''no le preocupa ningún sistema''. Incluso, su repugnancia hacia los cánones rayaba en fobia.

Uno de los rasgos esenciales de su obra es la dualidad, propiciada por la cercanía con su ciudad natal y la psicología de sus habitantes. Nacido un 7 de julio, Chagall fue el mayor de los nueve hijos de una familia ortodoxa. En Vitebsk asiste al taller de pintura de Yehuda Penne. A los 20 años viaja a San Petersburgo y estudia en la Escuela Imperial de Bellas Artes. Pero no tarda en cambiarse a la escuela Zvantseva, dirigida por el pintor Léon Bakst.

Genialidad soslayada

En 1910, Chagall viaja a París gracias a una pensión proporcionada por Max Vinaver, diputado representante en la Duma. En la ciudad luz se asombra con los pintores fauvistas, mientras que Vincent van Gogh hace lo propio a partir del empleo tan intenso del color. De nuevo en Vitebsk, lo sorprende la Primera Guerra Mundial. En 1917, Anatoli Lunacharski le encomienda el comisariado de Bellas Artes de la región de Vitebsk. Allí, Chagall instituye una escuela de arte moderno. Participa en la primera exposición de arte revolucionario en Petrogrado, después San Petersburgo. Renuncia a su cargo y se va a Moscú, donde le encargan los decorados para el Teatro de Arte Judío. En 1922 abandona la capital de la Unión Soviética y vuelve a París. Realiza los grabados de su autobiografía Ma vie para Cassirer.

Dentro del hogar judío, la transmisión se efectúa ante todo en forma verbal. Se aprende a leer la vida cotidiana en voz alta. Se murmuran cantos y bendiciones solemnes de allí que el mundo pictórico de Chagall semeja un gran circo gozoso y lleno de colorido en el que igual vuelan elfabrizio gallo músico, la cerda con cabeza de mujer, el trineo con pareja e hijo, que el flautista o el cántaro-gallo. Sin embargo, la pareja primordial son los enamorados.

Vendrán su primera retrospectiva en París (1924), así como una individual en Nueva York (1926-27); la ilustración de Fábulas, de Jean de La Fontaine, de La Biblia, así como los viajes a Israel, para la inauguración del Museo de Tel Aviv; a Holanda y a Florencia (Italia). En 1937 se naturaliza francés y en 1941, con motivo de la Segunda Guerra Mundial, abandona Francia y se dirige a Nueva York, invitado por el Museo de Arte Moderno (Moma).

En agosto de 1942 llega a México para preparar la escenografía y el vestuario de Aleko, obra dirigida por Léonide Massine, basada en el Trío en la menor para piano, violín y violoncello, de Tchaikovski.

A partir de su exilio en Estados Unidos, hará más diseños para ballet. En 1948 vuelve a Francia y gana el primer premio para el arte gráfico en la 25 Bienal de Venecia. Diseña los vitrales para la catedral de Metz (1958); hace un mural para el Teatro de Frankfurt (1959), los vitrales para la sinagoga de la Hadassah University Clinic en Jerusalén (1960); los vitrales para el edificio de las Naciones Unidas (1964), las pinturas para la nueva Metropolitan Opera y el Lincoln Center en Nueva York (1965), los mosaicos para la Universidad de Niza (1968).

Si bien Chagall buscó sin cesar huir de las trampas de la historia, no lo hizo a ciegas, sino con conocimiento de causa, siempre atento a los sucesos de su época, no obstante que la crítica de arte soslaye la relevancia de su genialidad y muchos especialistas aborden el estudio de su obra aunque ''sea a regañadientes''.