Una batalla contra la privatización del paisaje
Los pescadores de Zihuatanejo se oponen a una especie de club de golf marino para pocos privilegiados, que modificaría profundamente el territorio y la vida en la zona, y proponen, en cambio, un proyecto que mantendría, renovándola, la laguna de La Salina, beneficiando a todos los habitantes de la zona y preservando su vida cultural y sus tradiciones, así como el paisaje, parte fundamental de los llamados recursos naturales
GUILLERMO Almeyra
La
laguna de La Salina conecta directamente con la hermosa bahía de
Zihuatanejo y adorna el centro de la ciudad. De allí partían,
desde 1527, para surcar el Pacífico, las naves que comunicaban la
Nueva España con Mindanao, Manila y las islas Molucas, trayendo
las riquezas de Oriente. En ella siguen fondeando sus embarcaciones más
de 200 trabajadores del mar, que también reparan sus barcas en un
astillero artesanal allí situado.
Pues bien, ese espejo de agua y los terrenos colindantes tienen un valor calculado de unos 200 millones de dólares. Sin embargo, según Fonatur, todo eso sería privatizado, se expropiaría la laguna, los pescadores serían desalojados de su refugio pluricentenario y de la inmediata cercanía al centro de la ciudad, y la inversión privada de 70 millones de dólares construiría en la laguna de La Salina una marina ultraexclusiva, para pocos propietarios de costosos barcos de placer, y prepararía, además, las condiciones para una lucrativa operación inmobiliaria posterior, expulsando a los habitantes ribereños y a los pequeños comerciantes de la zona y desventrando Zihuatanejo.
Por supuesto, el proyecto ha movilizado a los pescadores y a los ecologistas, provocando, además, la división entre los comerciantes portuarios. Ahora se enfrentan dos proyectos: el desarrollo para Zihuatanejo, respetando y preservando el ambiente, la historia y el paisaje y cautelando las fuentes de vida y de trabajo de los pescadores, y el llamado "desarrollo turístico", depredador, y ecológica y socialmente nocivo. Ante la amenaza de privatización de la laguna de La Salina, los pescadores y lancheros han resuelto que, al primer intento de concretarla, ocuparán el espejo de agua con sus embarcaciones y se instalarán a bordo con sus familias, para resistir el tiempo que sea necesario.
* Los daños de la privatización salvaje
Los
daños del llamado desarrollo turístico y del crecimiento
de la ciudad sin plan alguno son ya enormes. Las lagunas, pantanos y manglares
son un refugio fundamental para la reproducción de muchas de las
especies marinas de las que tradicionalmente han vivido los pescadores.
La destrucción del pantano de Ixtapa, para la urbanización,
redujo en 60% la pesca en la zona y alentó poderosamente el fenómeno
de las "mareas rojas". Por su parte, la construcción de un espigón
de piedra de unos 80 metros de largo, que se interna transversalmente en
la bahía frente a Puerto Mío, modificó el curso de
las corrientes marinas y desvió las que entran y salen de la laguna,
azolvando algunas zonas y dificultando la renovación de las aguas
laguneras.
Ahora bien, las mareas naturales cada seis horas renuevan el suelo marino. Si se reducen, el agua lagunera comienza a estancarse, lo que agrava el problema planteado por el hecho de que, con el crecimiento de la población en los cerros y colinas aledaños, las aguas cloacales y los desechos de todo tipo van a parar a ese espejo de agua, convirtiéndolo en un foco de contaminación de toda la bahía, con la cual está conectado. De modo que hay una interrelación entre, por un lado, la construcción de instalaciones portuarias sin tener en cuenta los efectos colaterales de las mismas y, por otro, la falta de planes de desarrollo urbanístico y la despreocupación por las necesidades y la sanidad de los habitantes, pues no se tratan las aguas negras y el amontonamiento de los más pobres en las chozas insalubres, en las zonas altas, es incluso una de las condiciones para reducir los salarios de esta reserva de mano de obra que ofrece domésticas baratas a los turistas y hoteles, y peones de albañil a la construcción.
Los ejemplos negativos de la urbanización sin plan y sólo para los poderosos son muy claros. Puerto Mío fue creado por una empresa, que privatizó, por lo tanto, todo un sector de la bahía de Zihuatanejo. Ha construido ya una marina para yates de lujo y el famoso espigón de 80 metros, pero planea además instalar en medio de la bahía un muelle de 170 metros de largo para que allí atraquen los grandes cruceros que, con sus grandes hélices, afectan el fondo marino, y vomitan en todas las más hermosas ciudades de la costa mexicana del Pacífico cientos de turistas efímeros que no comen ni beben por miedo de enfermarse y que sólo aumentan el comercio de souvenirs entre un 3 y un 5%, según encuestas realizadas en Zihuatanejo.
El proyecto de Puerto Mío, además de privatizar buena parte de la bahía, destruyó una playa popular muy concurrida, llamada del Almacén. Desde ésta se podían botar embarcaciones, mientras que hoy se debe pagar para hacerlo porque, naturalmente, los privatizadores no respetan la propiedad federal de las costas nacionales. Otra hermosa y pequeña bahía natural, rodeada de cerros ?la Majahua?, está cerrada desde hace años para todos. El frondoso bosque que tenía fue destruido cuando fue privatizada para el goce privado de Raúl Salinas de Gortari. Ahora todo está abandonado y lo que era público dejó de serlo, sin beneficio para nadie y con grave daño para todos. En cuanto a la Marina Ixtapa, que fue construida destruyendo el pantano más rico de la zona, como hemos dicho redujo la pesca a menos de la mitad y acabó con la fauna y la flora del lugar...
Eso
sí, ahora hay un lujoso campo de golf que, aunque poco concurrido,
absorbe diariamente enormes cantidades de agua para el riego. Además,
los restaurantes de la marina privatizaron el paisaje, cerrando las playas
y ocultando hasta la vista del mar a los lugareños y los turistas,
que sólo pueden contemplar construcciones de cemento y madera de
muy dudoso gusto. De allí a Playa Quieta ninguna playa tiene ya
acceso y tampoco se ve el mar. Largos muros y edificios lo impiden y hasta
se privatizaron los miradores. Habría que observar que la preservación
del paisaje es una preocupación fundamental en otras partes del
mundo y que la urbanización necesita permisos especiales y tiene
vínculos paisajísticos. En todos los lugares turísticos
del mundo que poseen mar, éste es visible y no se lo puede ocultar
construyendo sobre la playa, pues se dejan malecones o avenidas costaneras.
¿Qué sería de La Habana o de Río de Janeiro
si se cerrase la vista del mar? En Zihuatanejo, en cambio, el capricho
y los privilegios no tienen límites y el capital privado se apodera
también del goce de todos, expropiándoles la vista del mar
y de las puestas de sol...
Ante la amenaza de privatización de la laguna de La Salina, los pescadores y lancheros han resuelto que, al primer intento de concretarla, ocuparán el espejo de agua con sus embarcaciones y se instalarán a bordo con sus familias, para resistir el tiempo que sea necesario
*El proyecto popular de desarrollo
Frente al proyecto de privatización de la histórica laguna de La Salina se han alzado las cooperativas de pescadores, algunos intelectuales y ecologistas del lugar y grupos de comerciantes que ven la posibilidad de recuperar parte del espacio que están perdiendo con el llamado "desarrollo turístico" y con una "modernización" excluyente de las mayorías populares. Se oponen así dos conceptos del desarrollo, de la propia modernización y, por consiguiente, dos proyectos concretos.
Este frente social, con el apoyo de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma México (UNAM), está elaborando un nuevo proyecto -en el cual trabajan cinco arquitectos, maestros de las más diversas áreas, y más de 40 alumnos- que está siendo discutido por todos los interesados y está buscando financiamiento y apoyo político para contraponerse al plan de privatización de la laguna y, con ella, del territorio todo.
El plan alternativo encara el vaciado total de la laguna, para retirar las vertientes contaminantes y dejar el fondo limpio. Al vaciar el espejo de agua se podrían construir en seco los amarraderos para las embarcaciones menores, un muelle de desembarco para pasajeros y una pequeña marina para barcos mayores, con sus respectivos servicios. También en seco, junto a los muelles y circundando toda la laguna, se construiría un paseo peatonal que comenzaría en Puerto Mío y terminaría en el muelle, junto al actual y popular Paseo del Pescador. Después se llenaría nuevamente la laguna, donde ya podrían volver a desarrollarse las especies marinas locales y fondear las embarcaciones.
La
segunda etapa del proyecto consistiría en la parquización
y la instalación de servicios e iluminación en toda la zona.
El proyecto encara además el traslado de la base naval, que ocupa
una parte del centro y obstruye su desarrollo. En la tercera etapa se construirían
ocho edificios que contarían sólo con dos plantas cada uno,
para respetar el paisaje, colocados cuatro de cada lado de la laguna. En
ellos funcionarían restaurantes y tiendas en la planta baja y almacenes
o bodegas en la alta. Además, se construiría o terminaría
un hotel de por lo menos 150 habitaciones y un puente peatonal colgante
por sobre la mitad de la laguna, así como una rampa y una grúa
mecánica para sacar o botar embarcaciones. En la boca de la laguna
estaría el edificio administrativo del Fideicomiso Laguna de La
Salina (Filasa), responsable de la construcción y administración
colectiva de este proyecto alternativo, que estaría integrado por
tres miembros de las cooperativas de lancheros y pescadores, uno por el
estado de Guerrero, otro por el municipio de Zihuatanejo, otro por Fonatur,
uno por la Canaco y otro por el Movimiento Ecologista SOS. La última
etapa terminaría con la parquización, la construcción
de rutas de acceso y estacionamientos y servicios, así como de un
conjunto deportivo popular en los terrenos frente a La Noria y con el establecimiento
de la vigilancia.
¿De dónde vendría el financiamiento para este proyecto que no excluye el mercado ni la participación privada, pero que los subordina al interés colectivo y pretende salvaguardar los recursos naturales y culturales que pertenecen al pueblo de Zihuatanejo?
No habría una única fuente. En efecto, además de créditos internacionales (del Banco Mundial o instituciones similares) avalados por el estado de Guerrero o el Estado nacional, y de los aportes de Fonatur y las secretarías de Turismo estatal y federal, se obtendrían recursos de la venta del hotel o de los derechos de explotación del mismo, así como de la venta de los locales, bodegas y oficinas de los ocho edificios. Por último, se darían en concesión o se venderían espacios en la marina y en los amarraderos, y se vendería o se concesionaría el muelle de atraque de naves mayores, el trailer park y los estacionamientos.
En Morelos, la comunidad de Tepoztlán impidió la construcción de un club de golf que, además de monopolizar el agua, cada vez más escasa, habría desvirtuado el paisaje y cambiado la vida de la comunidad. Los pescadores de Zihuatanejo se oponen ahora a una especie de club de golf marino para pocos privilegiados, que modificaría profundamente el territorio y la vida en la zona, y proponen, en cambio, un proyecto que mantendría, renovándola, la laguna de La Salina, beneficiando a todos los habitantes de la zona y preservando su vida cultural y sus tradiciones, así como el paisaje, parte fundamental de los llamados recursos naturales. Las cooperativas de pescadores defienden el entorno y su vida, como muy cerca de allí, en la sierra, la cooperativa de campesinos se opuso a la tala indiscriminada y tiene ahora en la cárcel a dos líderes premiados mundialmente por su lucha. De ahí el carácter ejemplar del proyecto de los trabajadores del mar de Zihuatanejo, en un país donde tan fácilmente se privatiza el paisaje y hay una apropiación privada de los recursos, como se pudo ver en Huatulco, en la Riviera Maya o en Ixtapa misma o en Los Cabos.*