La Jornada Semanal, 15 de julio del 2001


(h)ojeadas
 
 

Cine en las venas

Álvaro Buela

 


 
 
 
 
 

Martin Scorsese y otros,
Mis placeres de cinéfilo 
(textos, entrevistas, filmografía),
Paidos,
Barcelona, España, 2000.

Tenía cinco años cuando vio por primera vez Duelo al sol (King Vidor, 1946), y la explosión furiosa y sensual que emanaba de aquel Technicolor dejó su huella. En las salas de la Little Italy, adonde concurría con sus padres, siguieron otras furias y otras sensualidades que no sólo confirmaron el acto iniciático sino que lo renovaron, una vez y otra también, en su hechizo redentor y subyugante. En una ocasión su asma lo obligó a hacer cama y se perdió la esperada proyección de La legión invencible (Ford, 1949), algo que volvió a ocurrirle con el reestreno de La diligencia (Ford, 1939), a pesar de haber implorado para que lo llevaran. Siendo estudiante en la Universidad de Nueva York, o aun después, como cineasta consolidado, pudo valorar esas películas muchas veces. Pero ya no era lo mismo. “Tengo la impresión de no haberlas visto nunca de veras. Como si el periodo ideal para apreciarlas hubiera caducado para siempre –escribió en una oportunidad. Y ahora, cuando voy a verlas, ya no experimento el mismo tipo de satisfacción que habría tenido si las hubiese visto cuando representaban algo verdaderamente fundamental.”

En la infancia, parece decir Martin Scorsese, está la patria del cine. Lo demás son sólo brasas del fogonazo inicial, torpes intentos de recuperar la epifanía primera. Esa dinámica alimenta también una pasión del siglo XX conocida como cinefilia, ya en su vertiente mnemotécnica, ya en su versión activa y reproductora. El niño-adulto Scorsese tiene mucho de ambas y ha logrado unirlas de maravilla en una filmografía compacta que, sin perder fidelidad a sus preceptos temáticos y formales, está advertida de su lugar evolutivo, de un pasado glorioso donde las películas “representaban algo verdaderamente fundamental”. Es decir, está advertida de la fugacidad y la pérdida, elementos que no por casualidad conforman la esencia de lo poco que puede considerarse poesía, o arte, o amor. No conforme con su insoslayable, privilegiada posición como cineasta –que ya es bastante responsabilidad–, Scorsese se ha abocado a la preservación o recuperación de viejos títulos, a la docencia y a la difusión del cine que lo formó, innegables actos de cristiana generosidad por parte de un apóstol moderno, pero también necesidad de compartir la experiencia y, tal vez, recuperar el fuego de la infancia.

Todas esas facetas tienen un punto de encuentro en el volumen Mis placeres de cinéfilo, conformado en su mayor parte por material extraído del número 500 de Cahiers du Cinéma, donde Scorsese fue tema central. Mediante entrevistas o textos propios, el libro va perfilando un proceso –no necesariamente cronológico ni gradual– que integra al espectador y al cineasta como estadios de un mismo deseo, de modo que el artista innovador ya se prefigura en el niño asmático, y en el cineasta adulto pervive el espectador virginal. Una perfecta materialización de esa dialéctica es el capítulo sobre A Personal Journey with Martin Scorsese Through American Movies (1995), apasionado y apasionante documental realizado a pedido del British Film Institute. En una de las entrevistas recogidas en este libro, Scorsese se explaya sobre el criterio puramente subjetivo y acronológico que lo guió para el ensamble de tres horas de obras, directores y escenas; criterio que, por otra parte, transformó el resultado en un laberinto viviente, ubicado en las antípodas de la enumeración erudita o la clasificación de museo. Casi una contrahistoria de Hollywood, A Personal Journey... propone una múltiple celebración: en primer lugar, de la memoria como mayor capital cinéfilo (por supuesto, el documental empieza con Duelo al sol), y luego de una serie de nombres menospreciados o ya olvidados por la cultura aunque no por su infancia, desde Allan Dwan y Edgar Ulmer hasta Bud Boetticher y Douglas Sirk.

Un sector del libro procede en la misma dirección, en especial el capítulo “Un mundo mágico”, algo así como una autobiografía a través de películas. Otros se componen de opiniones acerca de amigos y compañeros de generación (Coppola, Lucas, Spielberg, con mayor afecto De Palma), de su compleja y productiva relación con Robert De Niro, de las implicancias estéticas de “filmar Nueva York”. Diversos textos –por ejemplo, los sentidos homenajes a James Stewart, Robert Mitchum, Ida Lupino o Samuel Fuller– demuestran que el Scorsese escritor puede ser tan refinado y preciso como el cineasta memorioso. La historia personal vuelve a brillar, oportuna, en el obituario de Saul Bass, eminente y revolucionario diseñador de carteles y secuencias de créditos, que además era su compinche: “El cartel de una película que aún no se ha estrenado es como la promesa de un sueño y con aquel cartel (el creado por Bass para El hombre del brazo de oro) uno sabía enseguida que se trataba de otro tipo de sueño.” Y cada vez que surge el nombre de John Cassavetes, la tónica se impregna de un respeto severo e incondicional (“Su ejemplo es una fuente muy poderosa”). La última parte está reservada al trabajo propiamente dicho, con una charla sobre Casino, una entrevista a su fiel montajista Thelma Schoonmaker y –único apartado anodino– una mesa redonda titulada “A propósito de la representación de la historia”.

De su visión de los otros, del prurito con el que se refiere a su trabajo, de sus dudas, de su entrega, llegan nuevos matices para completar el retrato de un hombre con cine en las venas. Sin embargo, la cinefilia sería una blanda, fácil coartada si no estuviera sustentada en una ética infranqueable que, más allá de altibajos, ni el Hollywood de hoy ha podido doblegar (por si acaso, basta ver sus reciente Vidas al límite/Bringing Out the Dead). Una ética de artista, que, como todos los grandes, Scorsese ubica afuera: “El gran arte tiene una claridad penetrante que produce el choque del reconocimiento: capta algo que parece fugaz y efímero. Por ello es al mismo tiempo embriagador y desgarrado: siempre debe llegar a su fin.” •
 

n o v e l a

Libertad y cosas pequeñas

Marco Antonio Campos


 
 
 
 
 
 
 

Ernesto Sabato, 
La resistencia
Seix Barral, 
México, 2000.

Pocos hombres públicos son vistos en Argentina con sus grandes luces y sus grandes sombras como Ernesto Sabato. Provoca las admiraciones más intensas y los rechazos más enconados. Nadie sería capaz de negar sus turbadoras contradicciones, siendo quizá la mayor, su conducta de apoyo a los militares en los primeros tiempos de la terrible dictadura, o más concretamente, a la Junta Militar que tomó el poder en 1976 (Videla, Massera y Agosti), pero es imposible negar la valentía y la entereza civiles que, una vez dándose cuenta y confirmando las atrocidades infinitas, demostró en la presidencia de la Comisión Nacional de Desaparecidos, órgano que investigó, contra viento y marea, los crímenes de las sucesivas Juntas, y consiguió documentar cerca de diez mil desapariciones, producto de una de las operaciones más espantosas de terror de Estado que se registre. Nadie asimismo que lo conozca, puede desmentir la desproporcionada vanidad de Sabato, su necesidad de ser reconocido como un verdadero grande, pero tampoco puede negar su amor, pleno de modestia sincera, por los seres pequeños y las humildes cosas.

La resistencia, publicada por Seix Barral, es un libro melancólico y esperanzador, sombrío pero iluminado por las luces del relámpago, y es acaso el resumen existencial de cerca de noventa años en la vida de un hombre que ve ya a unos pasos la casa de la niebla. Son páginas donde se busca mostrar hasta dónde los valores en Occidente han cambiado para mal y la masificación se ha vuelto aún más espesa que en los años cuando Ortega Gasset la estudiara con gran lucidez, un mundo donde somos cada vez más engranajes y menos seres con anhelos de libertad y sueño, donde los valores de la competencia y el individualismo, que los anglosajones han deificado, han hecho más que nunca que triunfe el más fuerte y el más hábil y donde cada día crece el ya incontable número de miserables y desvalidos. Se han olvidado, subraya Sabato, o ya no son los mismos, o se ven de otra manera, los grandes valores de antaño como “la dignidad, el desinterés, la grandeza ante la adversidad, las alegrías simples, el coraje físico y la entereza moral”, y también –como escribe dos páginas después– “la honestidad, el honor, el gusto por las cosas bien hechas, el respeto por los demás”.

Pero quizá lo más terrible de este mundo que tiende cada vez más a la globalización y a la uniformidad, es eso: la pérdida de la diversidad y la originalidad de cada pueblo. Una verdadera tragedia, o si se quiere, una catástrofe: si durante un siglo, Occidente ha sobrevivido a la muerte de Dios, ahora también empiezan a morir los mitos, raíz y sentido de la vida de los pueblos, las leyendas fértiles de imaginación y las tradiciones que hacen que nos parezcamos en sus enseñanzas a quienes fueron como nosotros antes de nosotros.

La resistencia parece escrito con una palabra que resume la nostalgia triste del autor: antes. Todo era mejor antes, es decir, en el pasado del escritor, en las ciudades mágicas de la infancia, pero también en el pasado de los pueblos, en especial, desde luego, el argentino. Ante el tiempo actual cualquier tiempo anterior ha sido más humano. Las previsiones imaginativas de Huxley, de Bradbury o Asimov, de tantos escritores de ciencia ficción y de hombres de ciencia, que vaticinaron desde las primeras décadas del siglo xx un futuro inhumano y deshumanizado, o peor, robotizado, si no han sido exactamente como en sus libros, sí lo han sido en la idea y la experiencia esenciales. El tiempo creativo ha sido sustituido por el tiempo utilitario.

La resistencia es un libro en cuyos valores todavía se alcanzó a formar mi generación, pero no sé hasta dónde se reconocen en él las generaciones siguientes que están inmersas en el engranaje atroz de la industrialización salvaje, en los alucinantes cielos horizontales de las computadoras, en la infinitamente abrumadora información del internet antiformativo, en la instantaneidad del e-mail que ha borrado de golpe la belleza de las correspondencias por carta, y en el hechizo atroz de la televisión, que se ha apoderado, con sus imágenes y su lenguaje impositivamente sonoro, de los lugares públicos, de manera que la plática fructífera y el diálogo creador, se van alejando cada vez más de cafés, restoranes, pistas de baile, salas de espera de centrales de autobuses y de aeropuertos... ¿En cuántas ciudades de Occidente la diversión de fin de semana ya no es ir al cine o al teatro o al campo sino a los malls?

Sabato nos invita a que valoremos de nuevo la grandeza de lo admirablemente pequeño: ciudades, personas, hechos, piezas artísticas. Ante el hacinamiento monstruoso que vivimos en las megaciudades queda aún el refugio de los pueblos chicos, donde el tiempo aún transcurre lento, las horas libres son disfrutables, se aprecian los gestos cotidianos y las almas simples y las modestas cosas las vemos a cada momento en su luz a la luz del día; en fin, sitios donde “podemos crear un clima de belleza en nuestro pequeño mundo”. Frente a un mundo de competencia feroz y de individualidad desalmada, donde los grandes valores son el dinero y el poder, con todos sus defectos, los pueblos chicos siguen siendo una reserva de humanidad.

La resistencia es un libro muy bello que nos hace formularnos continuas preguntas, y nos llama, con amables razones, a revivir los buenos tiempos, los tiempos de antes, y a llevar con pasión el destino que un día elegimos. Un libro donde los instantes éticos son también luces estéticas.

“Sin libertad nada vale la pena”, dice Sabato en alguna página; “sin libertad y sueños nada vale la pena”, me diría yo •


c u e n t o

El ansia por tocar con la palabra

Humberto Rivas


 
 
 

Salvador Castañeda, 
Papel revolución
Ayuntamiento de Torreón 
2000-2002/Dirección Municipal de Cultura, 
Torreón, México, 2001.'

Salvador Castañeda ha publicado varias novelas en las que ha relatado, a veces sesgadamente y otras de manera directa, su participación en los movimientos armados de los años setenta y su estadía en cárceles del Distrito Federal, tristemente célebres. En forma esporádica publica textos de análisis político de esos años y de la actualidad. Ahora entrega un libro de narraciones breves en las que vuelve a sus temas, a sus atmósferas.

Papel revolución está compuesto por doce relatos en los que se plasman dos realidades que se antojan obsesivas en el autor: la calle y la cárcel. O más bien la calle como opresión y campo de batalla, de lucha por la sobrevivencia, y la cárcel como obsesión. Son dos extremos que se tocan para mostrar una trama social que se desgarra paulatinamente, y cuya recomposición parece compleja, lejana; los personajes llamados esta vez a comparecer, que van desde los miserables que nada tienen hasta un ex guerrillero y una profesora sindicalizada y militante, parecen ser los excluidos que nunca alcanzarán redención; nos enfrentamos a un mosaico perturbador.

Para contar estas historias, Castañeda se vale de un lenguaje aglutinante que describe el exceso de realidad (de injusticia) que capta, paseando la mirada por la calle y la memoria. Esta parece ser, como en su obra novelística, una apuesta del autor por no dejar resquicio para el dato superfluo, por levantar un inventario detalladísimo de los elementos, los objetos de la vida cotidiana con que tropieza su mirada. Se percibe una ansia por tocar con la palabra todas las rugosidades y excrecencias del mundo material (celdas, oficinas burocráticas, banquetas plenas de vendedores ambulantes...) en que se ahogan sus personajes, con una mezcla de asco y de denuncia. De esta manera, en Papel revolución no hay concesión alguna al lector, ni al recuerdo; se atiene a lo que Franz Kafka escribió un día: sólo magnificando los defectos pueden señalarse las anomalías •



VIII Premio Anual de Ensayo Literario Hispanoamericano Lya Kostakowsky. Queda abierto a la participación de los escritores que en forma individual o colectiva presenten un ensayo inédito, en español, de al menos cincuenta (50) cuartillas a doble espacio. El tema es ¿qué es ser latinoamericano? En los cien años de Luis Cardoza y Aragón. Premio único e indivisible de veinticinco mil dólares o su equivalente en moneda nacional al momento de la entrega. La fecha límite de entrega es el 31 de octubre de 2001, y los trabajos deberán ser presentados por cuadruplicado, firmados con seudónimo, y en sobre cerrado aparte deberá incluirse identificación del autor o autores, domicilio, teléfono y, en su caso, fax. Para los trabajos recibidos después de la fecha señalada, se tomará en cuenta la del registro postal. La decisión del jurado será dada a conocer en enero de 2002; el concurso puede ser declarado desierto. El premio será entregado dentro de los tres meses siguientes al anuncio del veredicto. No se devolverán los trabajos recibidos. El Comité Técnico se reserva durante un año el derecho de publicar, en una primera edición, el ensayo premiado. Fundación Cultural Lya y Luis Cardoza y Aragón, A.C. Callejón de las Flores núm. 1, barrio del Niño Jesús, Coyoacán 04230 México, D.F. Teléfono y fax: 5554 4010, correo electrónico: [email protected]

Paseos culturales del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Huaxtecos y totonacos, castillo de Teayo y Cuyuxquihui, estado de Veracruz. Motivos: arqueológicos, ecológicos y geográficos. Expositor: arqueólogo Eladio Terreros Espinosa. Fecha: 14 y 15 de julio. Costo: $910.00.
  Cacaxtla, Puebla y Puerto de Veracruz. Visita a sitios arqueológicos en Cacaxtla, Cempoala y Quihuistlan, además de La Antigua, la ciudad de Puebla, el Fuerte de San Juan de Ulúa y el acuario y las playas de Veracruz. Motivos: arqueológicos y coloniales. Expositor: arqueólogo Enrique Alcalá Castañeda. Fecha: 19 al 22 de julio. Costo: $3,380.00.
  Zona arqueológica y ex convento de San Gabriel Cholula, estado de Puebla. Motivos: arqueológicos e históricos. Expositor: arqueólogo Eladio Terreros Espinosa. Fecha: 21 de julio. Costo: $215.00.
  Yauhquemecan, Xaltocan y Hueyotlipan, estado de Tlaxcala. Arquitectura del siglo XVI e importancia de la producción pulquera. Motivos: históricos y artísticos. Expositor: historiadora Alicia Viesca Segura. Fecha: 21 de julio. Costo: $215.00.
  Para participar en estos paseos se requiere de inscripción previa en los siguientes domicilios del INAH, donde también se informa sobre requisitos, indicaciones especiales, recomendaciones generales y visitas especiales: Frontera 53, Tizapán San Ángel. Teléfonos: 5616 5227 y 28, fax: 5550 3503, de lunes a viernes de 8:00 a 18:00 horas. Museo Nacional de Antropología, Av. Reforma y Gandhi. Teléfonos: 5553 2365 y 5553 3822, de lunes a sábado de 9:00 a 17:00 horas.

c r ó n i c a

África no existe

Gabriela Valenzuela Navarrete


 
 
 
 
 
 
 

Ryszard Kapuscinski, 
Ébano
Anagrama, 
España, 2000.

“¿La imagen de África que se ha forjado Europa? Hambre, niños-esqueletos, tierra tan seca que se resquebraja, chabolas llenando las ciudades, matanzas, el sida, muchedumbres de refugiados sin techo, sin ropa, sin medicinas, sin pan ni agua”, nos dice Ryszard Kapucinski en un capítulo de su nuevo libro, Ébano, obra que bien podríamos considerar una radiografía de la historia del Continente Negro de los últimos cuarenta años. O una tomografía, si buscamos un método que iguale en precisión a las descripciones de este periodista.

Nacido en Polonia, en 1932, Kapucinski ha sido considerado a menudo como el mejor reportero del siglo xx por la calidad, viveza y objetividad de sus escritos. Así, después de otras obras ya conocidas como El imperio o El Sha o la desmesura del poder, este autor trae ahora una novela-crónica-reportaje sobre el Continente Africano, los acontecimientos políticos que lo han puesto en la dirección que sigue ahora, pero también sobre las visiones personales de los habitantes del mosaico formado por los diferentes países de ese lado del planeta.

A quienes no hemos visitado África, tal vez lo primero que nos viene a la cabeza al pensar en ella es un safari entre elefantes y leones, o las caravanas de camellos pasando frente a la pirámide de Keops, o un grupo de hombres negros pintados, cubiertos los rostros con máscaras enormes, danzando alrededor de una hoguera. Estereotipos, claro está, pero mucho más arraigados que las noticias de cientos de personas muriendo de hambre en Somalia, o acribillados por las metralletas en Argelia, o acabados por el sida en Sudáfrica. Pero he aquí que este libro de Kapucinski, merecedor del Premio Viareggio, se encarga de romper con las nociones establecidas sobre los países africanos que documentales y películas han creado a través de los años. Detalles personales y detalles sociales, historias de la vida diaria y de hechos violentos o no, que han ocurrido en las últimas décadas. Por ejemplo, ¿sabía usted que a los niños swahili no se les dice “duérmete o viene el coco y te come”, sino “duérmete porque viene el mzungu (hombre blanco) y te come”? ¿Y que las pérdidas militares de Tanzania en la guerra contra Uganda, en 1978, se elevaron a sólo un tanque?

Guerras al norte y al sur, guerras contra sistemas coloniales y contra hombres ebrios de ambición que ejercen el poder dictatorial desde los más aberrantes excesos, es lo que ha marcado la geografía histórica del continente desde el final de la segunda guerra mundial, y es también lo que ha determinado el modo de vida de estos años, con sus crueldades y paradojas desde el punto de vista occidental. “Leo a veces que en América o en Europa un niño ha disparado sobre otro niño. Que ha matado a uno de su misma edad o a un adulto. Este tipo de información suele ir acompañada de expresiones de estupefacción y espanto. Pues bien, en África los niños llevan años, muchos, mucho tiempo, matando a otros niños, y en masa. A decir verdad, las guerras contemporáneas que se libran en este continente son guerras de niños.” Y son los niños los soldados más feroces, los kamikaze de los ejércitos modernos, los que llegan a ser los dictadores más duros... aunque a veces no hayan terminado ni la educación básica.

Relatos de países, de desigualdades, de paradojas, de injusticias: el precio de una “comida” (si así se le puede llamar a un puñado de maíz o mijo cocido) en un campo de refugiados es mayor que el de una cena en el restaurante más lujoso de París; países que a nosotros, habitantes de América, se nos presentan idílicos e inalcanzables, pero que existen y son tan reales como los desplazados por las guerrillas en Chiapas y Sudán, como los indígenas que sólo esperan que pasen los días bajo un sol inclemente en la sierra de Chihuahua o en las llanuras del Sahel, como los presos en las cárceles de las regiones pobres que, igual que muchos hombres en Etiopía, prefieren el encierro a la vida libre porque ahí tienen seguro algo que comer.

A menudo se ha dicho que el estilo de Kapucinski se sitúa entre Kafka y García Márquez. No es una idea descabellada en cuanto a que las historias de este periodista son profundas y conmovedoras, y logran llevar a su acalorado lector de las arenas del Sahara a los húmedos bosques de Camerún, y lo hacen entrar al realismo mágico pero descarnado de un continente de ébano y marfil, formado por mil pueblos todos distintos, que claman al unísono que no se les reduzca más a una sola palabra, África, pues “en la realidad, salvo por el nombre geográfico, África no existe” •


e n s a y o

Y sin embargo, se mueve

Siddharta Camargo


James Petras, 
La izquierda contraataca. 
Conflicto de clases en América
Latina en la era del neoliberalismo
Akal,  España, 2000.

En los últimos años América Latina ha visto resurgir a un viejo fantasma que los corifeos de la derecha habían dado por muerto: la izquierda. 

Analizar las causas de este resurgimiento y proponer elementos para el debate ideológico que los nuevos actores sociales han propiciado para enriquecer la práctica de dichos protagonistas, serían algunos de los objetivos de La izquierda contraataca. Conflicto de clases en América Latina en la era de la globalización, texto cuya autoría debemos al conocido intelectual norteamericano James Petras.

Petras nos propone una lectura marxista de movimientos de origen campesino, tales como el EZLN, el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (mst) de Brasil, las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (farc) y el movimiento de los campesinos cocaleros bolivianos.

Retomando categorías como la lucha de clases, y en el marco de los efectos devastadores para las mayorías latinoamericanas de las medidas que el dogmatismo neoliberal nos ha impuesto, Petras nos propone un análisis que busca explicar las nuevas formas de lucha, los nuevos discursos y decursos de una izquierda que ya ha efectuado un importante relevo generacional y una revisión ideológica, sin por ello haber dejado de lado la crítica del capitalismo. Dicha renovación ideológica pasa necesariamente por la crítica de las posiciones dogmáticas y esencialistas del pasado; de esta manera, las reivindicaciones de clase se concatenan con las de género y etnia para conformar un ideario multifacético, crítico del patriarcado, del racismo y del capitalismo, lo que permite que los nuevos movimientos sociales planteen una política incluyente. 

Esto los distancia de un pasado autoritario y rígido de la propia izquierda, pero también de las posiciones esencialistas de la derecha y aun de la izquierda posibilista, la cual es también abordada por el autor a través de una crítica devastadora del texto "La utopía desarmada" del actual canciller foxista Jorge G. Castañeda, así como de los regímenes que, como el de Enrique Cardoso en Brasil, estarían llevando a la práctica las medidas del dogma neoliberal. 

Un claro ejemplo del enfrentamiento de las nuevas posturas, incluyente desde la izquierda y esencialista desde la derecha, ha sido el debate en torno a las condiciones de vida de las mujeres indígenas en el marco de sus propias culturas, los argumentos vertidos sobre la supuesta discriminación que sufrirían las mujeres si el reconocimiento de sus derechos étnicos fuera elevado a rango constitucional, y la respuesta contundente de la Comandanta Esther en su participación ante el Congreso de la Unión. 

El análisis de Petras se enmarca asimismo en el estudio de los intereses de Estados Unidos en nuestra región y en el papel fundamental que el gobierno y el propio Estado norteamericano han jugado históricamente en la formación y protección de las grandes fortunas y las enormes compañías que operan en todo el continente, contradiciendo claramente la fe neoliberal en la no intervención del gobierno en los asuntos del mercado.

Otros temas abordados por el autor son el papel de los intelectuales ante las nuevas organizaciones sociales, el papel de los medios, el de los agentes culturales y el de intermediarios tales como los miembros de las Organizaciones No Gubernamentales (ong) que, financiadas por el capital internacional, estarían buscando crear "proyectos productivos" en zonas de alta marginalidad con el fin de relevar al Estado de sus responsabilidades sociales, para que éste pueda destinar el grueso de su presupuesto al beneficio de los grandes capitales –léase rescates bancarios, subsidios fiscales a la especulación financiera, y un largo y costoso etcétera. 

La izquierda contraataca... es un libro que deben leer, tal como señalan los editores, no sólo quienes desde las aulas desean acercarse a la realidad latinoamericana, sino sobre todo, quienes piensan y trabajan cotidianamente para transformar dicha realidad •


FICHERO
LOS LIBROS QUE LLEGAN A NUESTRA REDACCION
ensayo (literario)
• El centauro en el túnel. (Ensayos sobre narrativa mexicana), Mauricio Carrera, Col. Criterio 3, tunAstral/Conaculta/Fonca, México, 2001, 146 pp.

narrativa
• Beber del espejo, Héctor Cortés, Col. Aquí enfrente, Jaíser, México, 2001, 107 pp.
• Crónica de la intervención,Juan García Ponce, tomo I, Col. Letras mexicanas, Fondo de Cultura Económica, México, 2001, 813 pp.
• Crónica de la intervención,Juan García Ponce, tomo II, Col. Letras mexicanas, Fondo de Cultura Económica, México, 2001, 812 pp.
• El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes, tomo I, estudio preliminar de Federico de Onís, Col. Biblioteca universal, Conaculta/Océano, México, 2000, 584 pp.
• El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes, tomo II, estudio preliminar de Federico de Onís, Col. Biblioteca niversal, Conaculta/Océano, México, 2000, 635 pp.
• El fantasma de Anil,Michael Ondaatje, traducción de Isabel Ferrer Marrades, Col. Áncora y delfín, Ediciones Destino, México, 2001, 295 pp.
• El oeste más lejano, Berta Serra Manzanares, Col. Narrativas hispánicas, Editorial Anagrama, Barcelona, España, 2001, 391 pp.

• Muchacha en azul, Silvia Molina, Col. Narradores contemporáneos, Joaquín Mortiz, México, 2001, 193 pp.
• Senectud, Italo Svevo, traducción de Carmen Martín Gaite, Col. Narrativa del acantilado, 7, El Acantilado, Barcelona, España, 2001, 349 pp.
• Si me necesitas, llámame, Raymond Carver, Col. Panorama de narrativas, Editorial Anagrama, Barcelona, España, 2001, 126 pp.

poesía
• Nocturnos en cuarto menguante, Luis Francisco Acosta, Col. Signos del oficio/poética, Ediciones del Taller de Letras/Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Morelos, México, 1998, 34 pp.

revistas
• Crítica, núm. 87, mayo-junio de 2001, nueva época, textos de John Updike, Juan Antonio Montiel, Ernesto Santana, entre otros, Universidad Autónoma de Puebla, México, 144 pp.
• Zona franca, núms. 6 y 7, abril y mayo de 2001, edición especial, año I, volumen I, textos de Alejandro Farbán, Marco Antonio Regalado, Iván González Cruz, entre otros, Diversa Ediciones, México, 64 pp.

teatro
• La puerta, Edgar Ceballos, Ignacio Padilla, Luis E. Gutiérrez, et al., Col Dramaturgia, Fondo Editorial Q/Consejo Estatal para la Cultura y las Artes, Querétaro, México, 2000, 295 pp.