MIERCOLES Ť 11 Ť JULIO Ť 2001

Ť Peces de ciudad y El hijo del ferroviario son los títulos de los discos

Ana Belén y Víctor Manuel regresan a escena y lanzan por separado nuevas producciones

ARTURO CRUZ BARCENAS

ana belenSerá porque son pareja, porque han compartido los años y lo que eso implica, en términos de hacer una familia, de acumular recuerdos, buenos y malos, a veces han dado conciertos juntos. Ahora cada uno ha dado a conocer su nuevo disco: Ana Belén (las damas primero) presenta Peces de ciudad, y Víctor Manuel El hijo del ferroviario.

Ana Belén ofrece 11 canciones, algunas de compositores no desconocidos, como Joaquín Sabina, quien en Pisando charcos piensa en voz alta en un recuentro de alguien que ya se estaba olvidando. Recuerda a ese ser que, la de malas, llevaba puesto el reloj que él no pudo comprarle. A veces se queda tan mal, ¡chíntole! Es una de esas rolas que provocan pena ajena. Es mejor acabar de olvidar y ya.

De Fito Páez, Yo vengo a ofrecer mi corazón, que en México Eugenia León ha dado una versión con 10 de calificación. La de Ana no desmerece y se escucha bien. Luego una rolota íntima: Un extraño en mi bañera, de Franco de Vita. Luego una cadencia de olas y ocotales, de estuarios de dedos agua, en Puerto viejo.

Así, una tras otra, Ana Belén llega a Peces de ciudad, también de Sabina, un alucine de bohemia, muy francés. Es una pequeña gran historia. No es como en El capitán de ultramar, sino de alguien que pisa tierra y va de una isla a un continente. Peces de ciudad la escribió Joaquín entre Madrid y México en marzo del año pasado. Habla de su pasado bucanero. Ya no hay islas para naufragar, canta Ana Belén, quien pide que le manden sus comentarios a www.anabelen.es.

Historia de padre e hija

victor manuelPor su parte, Víctor Manuel abre con una historia de padre e hija: Nada nuevo bajo el sol. Es sobre los momentos que se dan dentro de una casa: vestirlos, prepararlos para ir a la escuela; contarles cuentos y el terror de ponerles una inyección. Ver que las niñas son tan exageradas como sus mamás.

Sigue El hijo del ferroviario, especie de rap-flamenco basado en la simbología del tren y su carga de transportar viajeros a ninguna parte y a familias que pagan su boleto para ir al mar. La vida entre los andenes. Ver los convoyes perderse en el horizonte con su carga de ovejas "balando su espanto". "Mi padre, por cierto, era ferroviario".

Si Víctor Manuel nos ha dado historias de jardín, de parejas en parques, ahora nos entrega un disco que refleja su necesidad de estar dentro de cuatro paredes. Para Ana Belén estas líneas: "Si pudiera comerla como un pan/ sé por donde empezar/ ella es más de lo que pude soñar/ lo que puedo abarcar", y es que el que mucho abarca poca aprieta.

A la mar fui por naranjas es una melodía cansina, con el acompañamiento de Hevia y su gaita electrónica multitímbrica, muy de Europa. Sigue una fábula que alecciona que No es bueno que el hombre esté solo, con pasajes bíblicos que hablan del Paraíso, de Eva y Adán. Si el hombre está solo se vuelve un lobo. ¡Orale!

Desemboca este disco en una canción-proyecto utópico: Si nos llegaran los niños, y lo que nos revelarían si los escucháramos. "Si ellos pudieran dejarnos/ cuando somos un fracaso".

En total, 14 canciones para quienes están lejos de Cooper y creen positivivamente en la familia feliz, en la integración. Y todo lo demás. Víctor pide que le hablen a: www.click2music.es.