Xalapa: cuando la basura se atora
Nació, hace 12 años, como una medida de urgencia para contener el daño ambiental que representaba el manejo de la basura en la capital de Veracruz. Y desde entonces, pese a que el basurero ha sido declarado como violatorio de las leyes ambientales, que se le calificó como foco de contaminación para los mantos freáticos de Xalapa y que ha generado la inconformidad de cientos de vecinos durante más de una década, el depósito de basura sigue en operación. Del asunto supieron tres gobernadores. Todos ordenaron su clausura. Y ninguno la llevó a cabo
ALBERTO Nájar
Xalapa, Ver. Esta es la historia de un basurero que en el nombre lleva la fama: El Atorón.
Desde hace 12 años los vecinos de las colonias La Pitaya, El Seis, Mariano Escobedo y El Atorón mantienen una lucha permanente para su clausura, sin que hasta el momento hayan conseguido casi nada.
En
la última década los inconformes ensayaron casi todos los
métodos de protesta, desde el cierre de carreteras hasta el bloqueo
a las oficinas de los gobernadores que conocieron el asunto: Dante Delgado
Rannauro, Patricio Chirinos Calero y Miguel Alemán Velasco. Hasta
un corrido se compuso al basurero.
Todos los gobernadores prometieron su clausura, pues como se deposita basura de varios municipios, es un asunto que compete al gobierno estatal. Pero las promesas se quedaron en el aire. Sin tregua, diariamente se tiran en El Atorón 500 toneladas de desechos provenientes de Xalapa, Tlaltetela, Emiliano Zapata, Coatepec, Banderilla, San Andres Tlalnehuayocan y Xico.
En el área existen cafetales de sombra que producen grano de alta calidad, además de que constituyen un refugio para varias especies de aves migratorias. También allí corre el único río limpio de la región, el Pixquiac.
Justo al lado de este afluente se instaló en 1989 el tiradero como una medida provisional, según dijo el cabildo de la época, mientras se encontraba un predio que sustituyera al basurero de Rébsamen, que ya estaba rebasado en su capacidad.
En El Atorón existe una mina de arena propiedad de Agustín Martínez, uno de los mayores concesionarios de transporte urbano de Xalapa quien, cuentan algunos vecinos, gustosamente ofreció el predio para que se habilitara como basurero.
No fue una acción filantrópica: por cada camión que entra a su propiedad el empresario cobra una cuota. Y como cada día aumenta la cantidad de desechos (al principio llegaban sólo de Xalapa; hoy se tira basura de siete municipios), es necesario cavar más pozos para depositarlos.
La arena que sale de las excavaciones se vende, sobre todo a las compañías constructoras que realizan obras para el gobierno estatal. Es, pues, un negocio redondo.
Tal vez es esta una de las razones por las que nunca se ha hecho caso de las protestas de los vecinos afectados, y que iniciaron desde el momento mismo que se anunció la instalación del tiradero.
La primera acción -en 1989- fue cerrar la carretera Xalapa-Coatepec e impedir la entrada a los camiones cargados de basura.
Con la protesta -que duró todo un día- los vecinos ganaron la primera de una larga cadena de promesas incumplidas. Esa vez el cabildo xalapeño se comprometió a cerrar el tiradero en un plazo de seis meses, mientras se localizaba otro sitio para depositar los desechos.
El plazo se cumplió y El Atorón siguió abierto. Día tras día la basura se depositaba sin precaución alguna, e incluso se detectó que al tiradero llegaban también desechos hospitalarios.
El 13 de julio de 1991 en la Gaceta Oficial de Veracruz se publicó un decreto firmado por el entonces gobernador Dante Delgado Rannauro mediante el cual se declaró como reserva ecológica al área conurbada que conforman Xalapa, Banderilla y Coatepec. Todas las minas de arena que existían en esta zona fueron cerradas... menos El Atorón.
En 1993 el Consejo Consultivo del Corredor Xalapa-Coatepec recomendó el cierre del tiradero por considerarlo el mayor foco de contaminación de toda la zona. Pero, otra vez, nada ocurrió: al concluir la gestión del entonces presidente municipal, Conrado Arenas, el asunto fue archivado.
Tres años después, el 30 de mayo de 1996, se emitió la Norma Oficial Mexicana sobre Disposición Municipal de Desechos Sólidos que prohibe los tiraderos de basura a cielo abierto, los cuales debían clausurarse en un plazo máximo de 90 días a partir de esa misma fecha.
La disposición preocupó al entonces gobernador Patricio Chirinos Calero, quien prometió que antes de cumplirse el término legal El Atorón estaría cerrado.
Fueron palabras, pues lo único que se hizo fue cubrir de tierra los cerros de basura acumulados en siete años... Y sobre esta capa depositar nuevos desechos.
Los vecinos intensificaron sus protestas.
"Estaban destruyendo todo el ecosistema -cuenta Eckart Boege, uno de los inconformes-. Además, nunca se cubrió el fondo del arenero, que es poroso como una coladera. Imagínate la cantidad de contaminantes que se van al subsuelo".
Y no es sólo una queja más. Además del río Pixquiac, en la zona de El Atorón existen algunas de las principales fuentes de abastecimiento de agua para la ciudad de Xalapa, así como los pozos de una empresa refresquera y otra de alimentos.
A tal punto llega el riesgo de contaminación que en 1997 la Comisión Nacional del Agua emitió un dictamen en el que advierte la posibilidad de que los lixiviados (líquidos muy contaminantes que produce la basura almacenada) lleguen a los mantos freáticos de la zona, y urgió a las autoridades locales para que clausuren el tiradero.
La respuesta fue una nueva promesa. El gobierno estatal expropió un terreno en Pacho Viejo que se utilizaría como relleno sanitario, e incluso sometió a concurso la concesión para el manejo de los desechos de la región.
Y ya. El proyecto fue archivado, "porque un diputado del PRD tenía propiedades cerca del predio y no quería que lo molestaran", denuncia Adriana Chávez Tejada, una de las principales promotoras del movimiento de protesta.
Pero la historia no termina aquí.
El año pasado el entonces alcalde xalapeño, Rafael Hernández Villalpando, anunció la firma de un convenio entre las secretarías de Gobierno, de Desarrollo Regional y de Medio Ambiente para construir, a más tardar en julio del 2000, la primera celda del relleno sanitario que sustituiría a El Atorón.
La obra nunca se inició.
En noviembre de ese año, en su segundo informe el gobernador Miguel Alemán Velasco anunció la conclusión de cinco rellenos sanitarios en Pánuco, Tampico Alto, Poza Rica, Orizaba y San Andrés Tuxtla, y presentó los avances de otros dos en Tuxpan y Cazones.
Además, "se concluyeron 14 proyectos ejecutivos de rellenos sanitarios para las regiones de Temapache, Cerro Azul, Vega de Alatorre, La Antigua, Zongolica, Jalcomulco, Perote, Cosamaloapan, Lerdo de Tejada, Tierra Blanca, Acayucan, Carlos A. Carrillo, Playa Vicente y Las Choapas".
Esa vez, el gobernador Alemám Velasco no dedicó una sola palabra al problema de El Atorón.
La última promesa para cerrar el tiradero se formuló el 5 de junio pasado, cuando los vecinos lo clausuraron de manera simbólica.
Chávez Tejada cuenta que, ese martes, la Secretaría de Desarrollo anunció a los inconformes la compra del predio El Terrero, en el municipio de Dos Ríos, para reubicar el basurero.
El asunto parecía tomar cauces de seriedad. "Hasta nos pidieron que formáramos un comité ciudadano para supervisar el saneamiento del tiradero -dijo-. Pero tenemos 12 años de oír promesas, no tenemos por qué creerles".
Tuvo razón.
La semana pasada el asunto de El Atorón se volvió a atascar: el primer regidor del ayuntamiento de Xalapa, Antonio Luna Sánchez, anunció que el relleno no se construirá en el predio de El Terrero.
Y advirtió: "No tenemos un lugar preciso donde ubicarlo. La basura tendrá que seguirse tirando en El Atorón".*