LUNES Ť 11 Ť JUNIO Ť 2001

Ť Salón El Legislador cuenta con billar para "relajarse luego de un largo día de trabajo"

Instalan nuevas mesas de discusión en San Lázaro

Ť El lugar de esparcimiento para los diputados desplazó al creado por los panistas

CIRO PEREZ SILVA

A menos de dos meses de su inauguración, el salón El Legislador se ha convertido, después del de plenos, en uno de los pocos sitios capaces de reunir a diputados de todas las corrientes y de los signos más opuestos para discutir desde el proyecto foxista de reforma hacendaria hasta las distintas posibilidades de la relección para legisladores.

Es la contraparte del salón very important person (VIP), que crearon los panistas hace dos legislaturas a instancias del entonces coordinador parlamentario y hoy presidente de la Mesa Directiva, Ricardo García Cervantes, y que, a decir de algunos sobrevivientes de esos años, "ha visto mejores épocas".

Se ubica en el primer piso del edificio H, entre las oficinas de las bancadas de PRI y PAN, y surge, asegura su promotor, Efrén Leyva, a propuesta de varios diputados de su grupo parlamentario. Se llama El Legislador y desde el mes de abril se convirtió en el refugio de los reyes de la botana y la virola, de la punta y el taco.

Cuenta con una mesa de billar para pool y dos mesas para el dominó, una televisión, un pequeño refrigerador y algunos sillones. "Aquí los diputados se vienen a relajar, a leer los diarios o a jugar un rato", comenta Leyva.

A pesar del corto tiempo que tiene funcionando, ya se cuentan las hazañas del presidente de la Comisión de Gobernación, el panista Armando Salinas Torre, destacado jugador de dominó, o del profesor de educación primaria y media superior, el priísta chiapaneco José Jacobo Nazar Morales, quien se distingue en los lances de rambersé y el efecto contrario, ya sea para el rosario, bola ocho o pool bolita.

Otros émulos de Gabriel Fernández, Joe Chamaco y Héctor Boné son el diputado perredista por Guerrero David Augusto Sotelo Rosas y el panista Néstor Villarreal Castro, doctor y licenciado en derecho, a quienes sigue de cerca José Jesús Garibay García, de Michoacán.

En su defensa, dice Leyva, "son diputados que cumplen con su responsabilidad como representantes populares, y que cuando tienen un tiempecito se dan una vuelta por aquí, donde se les recibe como amigos".

Pero junto al arte de unos, no falta el desconocimiento de otros, quienes, como el propio Leyva, son los "genios" del sombrerito y el acarreo -los que pegan de filo lleno a bolas muy juntas, haciendo que la botana pegue dos veces a la blanca o que de plano tiran la bola al suelo- y de milagro, confiesan, no se han llevado el paño de la mesa, que si bien no cuenta con calefacción en las bandas para que "agarren bien los efectos" ni tiene pizarra italiana bajo el trapo verde, le permite a los expertos manejar el contra y el derecho, o conseguir la trayectoria adecuada golpeando centro arriba y centro abajo.

Demandan mayor espacio

Además de estos "detalles", únicamente se quejan de lo estrecho del salón, ya que la cercanía de las paredes los obliga a usar tacos cortos y no les permite contar con sus "armas" profesionales, "esas que vienen en estuches de cuero y que se atornillan, como las de la película de Tom Cruise y Paul Newman", explica uno de los ayudantes que espera a su jefe mientras se "despacha" un rosario, "cuatro bolas sencillas a la buchaca y la quinta de tres bandas", completando el juego en poco más de 20 minutos.

En el bicho de Leyva, aseguran, no se cruzan apuestas ni se alambrea, tampdiputado_billar1oco hay coyotes "que quieran completar la quincena" y sólo se bebe de vez en vez una copa de tequila o mezcal, "pero pasamos un buen rato, cargando pilas para seguir con la chamba, o descansando después de un largo día de trabajo en comisiones".

Y a aquellos que condenan este espacio, les recuerdan que uno de los jóvenes senadores del PAN completaba la colegiatura jugando billar. "No todo es malo, sólo hay que saberlo hacer", dicen.

Mas arriba, en el tercer piso del mismo edificio, se encuentra el VIP de los panistas. Es un salón tres veces más grande que el de Leyva. Tiene una larga mesa al centro y media docena de sillones forrados con un plástico negro, imitación piel. Al fondo, en una esquina, hay una barra con los entrepaños vacíos y en el lado opuesto una pequeña fuente.

Aunque los panistas trataron de "revivirla" el pasado mes de diciembre durante la discusión del Presupuesto de Egresos, veteranos de otras legislaturas aseguran que ha visto mejores tiempos. Recuerdan que hace tres años se formó la Concopa, comisión de coadyuvancia "que a diferencia de la Cocopa, sí tenía un mandato específico", y que era proveer de bebida suficiente para mantener una barra "decente".

Hoy, lamentan, "se ve algo triste".