DOMINGO 10 DE JUNIO DE 2001


El gobierno foxista: sin proyecto y rehén de grupos priístas


Café: la crisis ya es eterna

La crisis del café, que arrancó en 1989, ha dado lugar a un sinnúmero de lugares comunes: del "retiro del Estado paternalista que abrió las puertas a los coyotes o a la organización social" al "catalizador del alzamiento zapatista". Los afanes dirigidos a develar la crisis cafetalera, sin embargo, pocas veces toman en cuenta la tragedia de abajo, que puede expresarse en tres líneas: Nicolás, un campesino de Pantelhó, Chiapas, vendió su producción de café en menos de seis pesos el kilo. En el mercado, ese kilo cuesta entre 80 y 100 pesos

Luis HERNANDEZ NAVARRO * Fotografías de Arturo FUENTES

Nicolás González, pequeño agricultor de Pantelhó en Chiapas, obtuvo este año mil 800 pesos por la venta del café que produce en su parcela de una hectárea. En ciclos agrícolas con precios regulares usualmente obtiene el doble. Ahora él y su familia deberán vivir con esos cincos pesos diarios hasta que termine la próxima cosecha.

ni–os granosUn kilo de café tostado y molido cuesta entre 80 y 100 pesos en la ciudad de México, pero Nicolás sólo recibió por la misma cantidad de su grano alrededor de seis pesos. Las dos terceras partes de lo que cuesta una taza del aromático servido en un establecimiento de moda. Y eso que de un kilo de café pueden obtenerse unas 90 tazas.

Este año la situación fue fatal para González y los cerca de 250 mil productores de café que hay en México. No se salvaron chicos ni grandes, indígenas o descendientes de alemanes, caficultores de altura o de zonas bajas. A todos les fue mal. Los precios del aromático en la Bolsa de Nueva York están por debajo de los 60 dólares el quintal, cuando la cotización promedio durante mucho años fue de 120 dólares las 100 libras.

Según Fernando Celis, veracruzano asesor de la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras, y uno de los más profundos conocedores de la problemática cafetalera en el país, "el precio promedio pagado en la cosecha fue de 350 pesos el quintal de pergamino (de 57.5 kilos), cuando se necesitan 900 pesos para recuperar la inversión. El productor no recibió ni 40% de lo que requiere para sacar su costo".

*La crisis

El 30 de mayo llegaron al municipio de Atzalan en Veracruz siete cadáveres de migrantes muertos en el desierto de Yuma en Arizona. Atzalan es el municipio con más productores de café en el país. A su cultivo y al del limón y la naranja se dedicaban las víctimas.

Tomás Navarrete, asesor de muchos años de la cooperativa que agrupa a parte de los cafetaleros de ese municipio y de Tlapacoyan, cuenta que la situación en la región es dramática y la gente está triste. En Sierras, Cuatro Caminos, Ojo de Agua, San Bartolo, Copalillo y El Tesoro, comunidades de ese municipio veracruzano, cerca de 70% de los habitantes migraron, la mayoría a Estados Unidos. Se trata de una migración nueva, que tiene apenas tres o cuatro años. Antes la gente no necesitaba salir, al menos no como ahora. "Hasta Celso Rodríguez, presidente del consejo de administración de la cooperativa, se fue a trabajar a Arizona ?dice consternado?. Le hace a todo: cortador de naranjas, jardinero, peón de albañil".

Ramiro Barradas, alcalde de Atzalan, concuerda con Navarrete. De acuerdo con sus datos, unas 2 mil familias del municipio han migrado, en mucho por la crisis del aromático.

El café no tiene precio. "La cosecha no se cortó -afirma Tomás- Y la broca está muy fuerte. Pero no hay pa dónde hacerse. La naranja llegó a estar a 100 pesos la tonelada, y la mandarina, a cinco pesos la reja".

La frontera le parece atractiva a la gente. Si logran pasar -que muchos lo hacen- ganan cuatro o cinco dólares la hora contra los 40 pesos por día que pueden obtener aquí, si bien les va. En las comunidades cafetaleras las historias de éxito del otro lado son impactantes. La gente regresa y mejoran su casa, echan un colado o ponen block en lugar de tablones de madera. Todo mundo lo puede ver y envidiar. En las zonas donde no había migración, la cosa ha cambiado. Ahora es masiva. Los peligros, los malos tratos, el aislamiento que sufren, son lo de menos. Al regresar hay una recompensa.

La situación es generalizada en todas las montañas del país donde se siembra café. Los pueblos se están vaciando de hombres como no se había visto en mucho tiempo. Las mujeres y los niños se hacen cargo de las huertas como pueden. En la central de autobuses de ADO en Tehuantepec, Oaxaca, se anuncian corridas a Ciudad Juárez sin escalas. En las comunidades más remotas se programan salidas de camiones para la frontera regularmente.

Fernando Rojas, técnico cafetalero de Chiapas, cuenta que los habitantes de su municipio, Coapilla, no dejan de irse. Tan sólo en la región Sierra de Chiapas -una zona donde la migración era poco frecuente- se van rumbo a Tijuana cerca de 500 personas a la semana, aunque, según el profesor Luis Anuario Herrera, encargado del Consejo Estatal del Café, muchos se regresan.

Y, acompañando al éxodo, está el abandono de las huertas y la venta de tierras, sobre todo de los agricultores medios que no pueden absorber los costos de fertilizante y contratación de jornaleros. En la Sierra de Chiapas, dice Víctor Pérez-Grovas, se venden parcelas de 10 hectáreas, ya sembradas con cafetos, en 50 mil pesos. Toda una ganga.

*Los que ganan

sanxDurante años, los países productores y la mayoría de los consumidores que formaban la Organización Internacional del Café (OIC) tuvieron un pacto económico para regular oferta y demanda. De esta manera los agricultores tenían un ingreso asegurado y el mercado mundial no se inundaba de café de mala calidad que nadie consumía y que disminuía su valor.

En 1989, en plena euforia neoliberal, el acuerdo se rompió con el apoyo entusiasta del gobierno mexicano. El precio del café se derrumbó. Desde entonces las cotizaciones suben y, sobre todo, bajan, como si estuvieran en una montaña rusa. Los únicos que realmente ganan son las grandes empresas y los especuladores de las bolsas de Nueva York y Londres. El libre mercado no es buen negocio para los campesinos.

Ahora van dos años seguidos de precios pésimos para las cosechas, y este es el peor. La crisis actual es todavía más mala que la que se sufrió en el ciclo 1992-1993, que precipitó la insurrección chiapaneca. Aquella crisis los productores la veían como algo pasajero, pero en esta no hay esperanza de que los precios suban a corto plazo.

La disminución de ingresos de los productores no ha beneficiado mayormente a los consumidores del grano. Según datos de la OIC, en promedio, el precio de café molido y tostado bajó tan sólo 15%, y en Estados Unidos -que consume alrededor de 20 millones de sacos- aún menos.

Si la materia prima es cada vez más barata y los precios que deben pagar los aficionados a beber el aromático no disminuye, eso significa que alguien está ganando, y mucho. La Nestlé, una de las principales empresas que controlan el mercado mundial de este producto, tuvo, según reporta la agencia Oxfam, un incremento en sus beneficios en febrero de este año de 20%. A Starbucks, una enorme cadena de cafeterías en Estados Unidos y parte de Canadá, le ha ido todavía mejor: durante los primeros tres meses del año sus ganancias crecieron en 41%. Lo mismo puede decirse de gigantes comercializadores como Philip Morris o de compañías como Tesco.

 Los productores están recibiendo tan sólo 8 mil millones de dólares de un negocio que representa 50 mil millones de dólares. Menos de la sexta parte.

*Sobreproducción

El mercado mundial está saturado de café. Sobran, cuando menos, 9 millones de sacos de los 115 millones que hay. La producción mundial ha crecido mucho más rápidamente que el consumo. Tan sólo en los países compradores hay inventarios por 17.7 millones de sacos.

 Este incremento no es un accidente. Fue promovido deliberadamente por organismos multilaterales y grandes potencias económicas, y aceptado por los países pobres para adquirir divisas con las que afrontar sus deudas.

 En el corazón de la nueva crisis se encuentra uno de los últimos países con economía planificada: Vietnam, la pequeña nación que derrotó la intervención de Estados Unidos. Hace apenas 10 años casi no cultivaba café, hoy es el segundo exportador en el mundo. En poco tiempo pasó de una producción de 5 millones de sacos a exportar más de 13 millones de sacos el año pasado, y 14 millones en esta cosecha. El "milagro" de los sobrinos del tío Ho Chi Min es obra de la promoción del Banco Mundial y Francia, y de los bajísimos costos de producción basados en salarios raquíticos y cultivo en tierras nacionales.

Según Oxfam, el incremento productivo ha sido resultado, también, de la acción de programas de Naciones Unidas para estimular en Colombia y Bolivia el cambio de la producción de coca por la de café. La OIC financió a Angola para que facilitara la siembra del aromático.

Curiosamente, la acción de todos estos organismos internacionales para multiplicar la producción no se acompañó de una sola medida para hacer crecer el consumo, o para tratar de equilibrar ambos.

El gobierno mexicano se embarcó, durante el sexenio pasado, en una aventura similar, con la idea absurda de que si Estados Unidos consumía 20 millones de sacos nuestro país debía producir 10 para vendérselos. En lugar de invertir recursos fiscales para mejorar la calidad y facilitar la comercialización se le metieron al incremento de la producción. Y aunque de alguna manera ese proyecto naufragó, en el ciclo anterior tuvimos la cosecha más alta en la historia: 6.4 millones de sacos. En cambio, la cosecha se cayó en este ciclo a cuando mucho, 4.5 millones de sacos.

La sobreoferta mundial fue el acicate que incubó la propuesta de retener café y destruir el de mala calidad para elevar su precio. Según Fernando Celis "Brasil y Colombia acordaron impulsar en marzo del año pasado un plan de retención. En abril hubo una reunión con los países latinoamericanos a la que asistió México, que se sumó, por primera vez en mucho tiempo, a discutir medidas de reordenamiento del mercado. En mayo se acordó, en una nueva reunión, impulsar un plan de retención de 20%. Brasil inició la retención desde junio. En septiembre debían incorporarse los demás países. En enero de este año se hizo una evaluación del plan. Allí Costa Rica presentó un análisis en el que concluyó que retirar 20% de la producción del mercado era insuficiente. Propuso que, además de la retención, se destruyeran 5 millones de sacos de baja calidad.

Cuando se comenzó a discutir la retención el precio era de 95 dólares, actualmente está en 60 dólares. A pesar de que están fuera del mercado cerca de 7 millones de sacos, la diminución del impacto de la medida se debe a varias causas. Según la Asociación de Países Productores de Café (APPC), la producción ha sido mayor a la estimada inicialmente, varios países no participaron en la retención, y ésta se ha cumplido sólo en 70%. Entre ellos están El Salvador, Guatemala, México, Costa de Marfil, Uganda e India. Sin embargo, de acuerdo con Celis, de no haberse tomado esta medida la situación sería mucho peor: los precios estarían en 45 dólares o menos.

Hasta el momento, México ha retenido, tan sólo, 74 mil sacos, 13% de lo que se comprometió. Argumenta, sin razón, que su producción de por sí ha disminuido este ciclo más de lo esperado. Pero según Alfonso Carreón, asesor de cooperativas de pequeños y medianos productores en los Altos y el Norte de Chiapas, ese no es un pretexto válido. La desconfianza internacional que existe hacia el país por su política de esquirol durante los últimos 12 años es muy grande, y obliga a un comportamiento diferente, si es que se quiere mejorar la reputación y ayudar verdaderamente a mejorar los precios.

*Mecánica nacional

camaraEl año pasado los productores de café realizaron distintas movilizaciones de protesta. El 15 de marzo presionaron a la Secretaría de Agricultura para que se incrementaran los recursos destinados a los programas de la Alianza para el Campo y de Empleo Temporal. Hicieron plantones y tomaron edificios en Veracruz, Guerrero, Chiapas y San Luis Potosí. Ultimamente han efectuado marchas y plantones en Yajalón y Tapachula en Chiapas, la Huasteca Potosina, Atoyac en Guerrero y Tlapacoyan y Jalapa en Veracruz.

Con la nueva administración acordaron un apoyo a la comercialización de 750 pesos por hectárea hasta por cinco hectáreas por productor; sin embargo, los recursos que se destinaron para levantar la cosecha fueron menores. Aunque la nueva Secretaría de Agricultura (Sagarpa) planteó un presupuesto de 500 millones de pesos, los diputados del PRI influyeron para que la Cámara aprobara sólo 357. Este subsidio apenas absorbió cerca de 12% de las pérdidas de los productores, que fueron de más de 3 mil millones de pesos.

Con un nuevo gobierno sin operadores políticos, desinteresado por la suerte de los pequeños productores ("si el café no les deja, dedíquense a otra cosa", ha dicho Javier Usabiaga, según distintos dirigentes campesinos) y rehén de los grupos de poder locales del PRI en el agro, la aplicación del programa se topó con problemas muy graves.

Según Fernando Celis "hubo una inflación del padrón el año pasado. Fue algo deliberado de los gobiernos de los estados. Utilizaron los recursos con fines políticos antes de las elecciones. La Sagar en México no le puso peros. Le convenía. Los padrones se duplicaron con los recursos de Alianza para el Campo y de Empleo Temporal. Había padrones de casi 600 mil productores, cuando los que debían recibir eran alrededor de 250 mil. Veracruz, por ejemplo, tenía un padrón de más de 100 mil. Para evitar eso, Sagarpa puso normas más estrictas que complicaron la aplicación del programa emergente. En Oaxaca apenas están entregando los recursos. En otros lados no se han dado. Además, hubo manejo político de los grupos priístas que siguen manejando los recursos públicos para tener una base social".

Luis Anuario Herrera coincide con esta explicación. La medida gubernamental sufrió, según él, de los embates de "gente que no son productores pero le meten mano a los programas". Un padrón inicial de 80 mil productores creció, mágicamente, a 160 mil personas. En Chiapas, grupos ligados a antiguos funcionarios de Sedeso secuestraron en diversas ocasiones y regiones a los funcionarios encargados de entregar los recursos, para tratar de negociar más dinero.

El mapa de la pobreza rural coincide con el de la producción cafetalera y con el de la resistencia armada y las protestas campesinas en el país. La desesperación es grande

*Llueve sobre mojado

El no contar con un padrón confiable afectó los intereses de los productores más pequeños en Los Altos, el Norte y la Selva de Chiapas. Allí sólo alcanzó para entregar 340 pesos por productor. "Se benefició a las regiones bien documentadas", dice Víctor Pérez-Grovas.

se–ora y ni–aLa revaluación del peso no ha sido una buena noticia para los productores de café. Para ellos significa que sus ingresos son menores y el costo de sus insumos más elevado.

De acuerdo con Fernando Celis, "afecta mucho el peso tan revaluado. Los bienes que utiliza el productor han aumentado de precio. Los fletes, los salarios de los jornaleros, el costo de fertilizante y transporte, se han incrementado más que la inflación, pero la paridad está detenida. Es como un impuesto adicional que le quita al productor casi 30% de su ingreso". Y añade: "el gobierno federal debería reconocer alguna compensación".

Usualmente después de una cosecha buena viene una baja. El ciclo agrícola pasado resultó magnífico, el actual fue malo. En varias regiones, sobre todo en zonas bajas relativamente desprotegidas de la sombra de los árboles, se juntaron sequías con fuertes lluvias. "Donde antes los productores levantaban 10 o 15 bultos -afirma Luis Anuario Herrera- ahora sólo recogieron dos". Así las cosas, muchos agricultores no sólo se enfrentaron a los bajos precios sino que se encontraron con una producción más baja. Les llovió sobre mojado.

Pero, entre todas las malas noticias que afectan a la caficultura mexicana, hay una buena: los diferenciales con los que se castigaba el café mexicano en la Bolsa de Nueva York, y que llegaban a ser de 20 dólares las 100 libras, se redujeron a un dólar. Para los centroamericanos esto es resultado de la retención. Pero según Fernando Celis, es obra de las trasnacionales del sector. "Si los diferenciales no se hubieran mejorado -afirma- las grandes compañías habrían tenido graves problemas para que se levantara la cosecha. Cargarle a un precio ya de por sí bajo un diferencial de 20 dólares habría sido terrible". Ironías de la adversidad, este año los cafés mexicanos han tenido los mejores diferenciales en muchos ciclos.

*El sonido del agua

En las comunidades cafetaleras hay malestar, indignación y tristeza; hay desesperanza. La situación familiar es muy precaria, las organizaciones están quebradas o con graves dificultades económicas y los coyotes-acaparadores- hacen de las suyas. Han sido muchos años de luchas y esfuerzos organizativos y, como si se tratara de un juego de serpientes y escaleras, de retrocesos.

El nuevo gobierno asumió formalmente los planteamientos de las organizaciones nacionales: reestructuración del Consejo Mexicano del Café, apoyo para levantar la cosecha, reorientación de los recursos fiscales para mejorar la calidad y la comercialización en lugar de aumentar la producción, nuevo censo, fondo de estabilización. No las ha cumplido. "La nueva administración debe aprender más rápido de como va", asegura Fernando Celis.

El panorama hacia adelante no parece ser mejor. El próximo ciclo disminuirán los recursos gubernamentales destinados al café -probablemente en alrededor de 30%- y no se ve en la nueva administración la capacidad, la disposición y la destreza para enfrentar los retos que tiene enfrente. Aunque la clave para mejorar la situación del sector está, en buena parte, en el terreno internacional, no se decide a transitarlo. México fue el país que empezó a promover la idea de que más que retener café había que destruirlo, pero no lo ha hecho. Ha dudado mucho. Dice pero no hace.

Mientras tanto, el malestar de los productores crece. A finales de abril se propuso en la asamblea del Consejo Regional del Café en Coatepec la realización de un paro nacional, a la orilla de las carreteras. La idea está siendo discutida en ejidos y organizaciones de productores. Las asambleas de la CIOAC, la CEPCO de Oaxaca y los agricultores de San Luis Potosí la han analizado con seriedad.

"¿Tendremos que dedicarnos a sembrar otras cosas para que se convenzan de la utilidad del café?", señala un productor de la Montaña de Guerrero al escuchar los estímulos que reciben los cocaleros de Colombia y Bolivia. "Los asaltos en los caminos y los robos en las comunidades han crecido", asegura Miguel Tejero, asesor de los caficultores oaxaqueños. "Va a haber mucha inquietud. Vamos a una colisión si el gobierno no rectifica. La gente no se va a dejar", advierte Fernando Celis, que organiza y asesora organizaciones en el sector desde hace más de 20 años. "¿Cuántos muertos más en los desiertos de Estados Unidos van a tener que poner los cafetaleros para que se den cuenta de la situación?", se interroga Tomás Navarrete.

A ninguno de ellos le falta razón. Este año, Nicolás González, el pequeño agricultor de Pantelhó, y muchos más como él en 12 estados de la República, deberán sobrevivir con un ingreso de cinco pesos al día. Al gobierno no parece importarle mucho.

El mapa de la pobreza rural coincide con el de la producción cafetalera y con el de la resistencia armada y las protestas campesinas en el país. La desesperación es grande. Será mayor los próximos meses. "Es que no se merecen los productores de café tantos esfuerzos que hacen para lo que reciben -afirma Fernando Celis, meneando con pesar la cabeza-; me cai que no se lo merecen".*