MIERCOLES Ť 6 Ť JUNIO Ť 2001

Ť Primer disco solista de Orlando López y el más reciente de la serie Buenavista Social Club

Cachaíto lo mejor de la descarga de los 50 con la música cubana contemporánea

Ť Con Siempre swing, Amadito Valdés inicia el compacto, grabado en La Habana y en Londres

PABLO ESPINOSA

Leidis an yentlemen. Señoras y señores. Medam e mesié. En nombre de Cachaíto López, Miguel Angá Díaz, Charly González, Pedrito Depestre, Manuel Galván, Jesús Tombique Aguaje Ramos, Bigga Morrison y yo, Amadito Valdés, siiiieeempre-con-swing. Buenaj noche, bon nuí, gud nái.

De esa manera culmina una joya discográfica: Cachaíto (discos CoraSon), el primer disco solista de una leyenda de la música cubana: Orlando Cachaíto López, gema fonográfica que fue grabada en La Habana y en Londres con una serie de luminarias y presentado a lo grande en la capital mexicana el pasado viernes.

Esa manera de terminar el disco recuerda, retrata, rememora y revive en la mente del melómano de manera inevitable el inicio de una joya literaria, la novela Tres tristes tigres, de Guillermo Cabrera Infante, en la que el escritor retrata -Arsenio Cue y Bustrófedon, dos de sus personajes, hechos uno solo- la atmósfera de las noches en el Tropicana. Un maestro de ceremonias inicia la novela en inglés y en francés y en cubano entreverados de manera similar a como en el disco -Cachaíto se titula el disco- que ahora tiene embelesados nuestros cuerpos, tímpanos y entendederas, Amadito Valdés construye literal y musicalmente escenas de las noches de La Habana. La Habana, la imbatible.

Entrañable, el mejor timbalista del planeta, el maestro Amadito Valdés despide el disco Cachaíto pero también lo inicia: el track uno, titulado Siempre con swing y que es una expresión característica, un santo y seña, un sinónimo de quiúbole mano, cómo te va, una divisa del alma del lado izquierdo de los músicos que hicieron este disco, es en realidad una escena, otra de las muchas que pueblan este disco: suena un timbre de teléfono en La Habana, contesta una voz de mujer que pasa la bocina al señor de la casa, Cachaíto, quién dice al auricular: "Bueno, sí, Cachacachaito-3íto, ah sí sí sí, Cachaíto sí, siiiiieeempre-con-swing".

Jalones sonoros que transportan al paraíso

Y esto es, señoras y señores, medam e mesié, leidis an yentlemen, que suena la música: Cachaíto rasca, jala, tunde, pellizca, acaricia, hace vibrar las caderas de su contrabajo con una serie de jalones sonoros que nos transportan, de plano, al paraíso. Pero eso no es todo, desde los timbales, Amadito Valdés deja deslizar una serie de corcheas así como quien no quiere la cosa, una serie de blancas y redondas, de negras, fusas, semifusas que se desparraman, morenas, sobre la blancura amorosa de los parches de los timbales y lo que suena, señoras y señores, es el equivalente a mil besos de un hada morena y cubanísima, que baila.

Emerge entonces el trombón maestro de Jesús Aguaje Ramos, cimbra el aire la flauta magnífica de Policarpo Polo Tamayo, el violín que es una orquesta (Arcaño y sus Maravillas, por ejemplo) y que suena mejor que el mejor de los Stradivarius, un violín rojo porque es comunista, el violín de Pedro Depestre y encima de este jardín de encantamiento, el maestrísimo Miguel Angá Díaz le tunde a los tambores de manera semejante a como el Marqués de Sade lo hubiera hecho si le hubiera sido dado en vida una visita, al menos una, a Cuba y hubiera podido tundir pieles de tambor y otras pieles para ser humano, profunda e inocentemente humano. He aquí, señoras y señores, leidis an yentlemen, medam e mesié, el prodigio de la descarga. La música cubana en su máximo esplendor. Ah, también está la voz de arcángel negro de otro cantante de entraña amorosa, el inigualable maestro don Ibrahim Ferrer.

Pero ojo, mejor dicho, oído, no es lo que el lector pudiera imaginarse prontamente. Cachaíto es el primer disco solista de Orlando López y el nuevo disco de la serie Buenavista Social Club, pero es completamente diferente a lo que el público hubiese conocido. Se trata del ayuntamiento íntimo del pasado con el futuro, es decir lo mejor de la descarga de los años cincuenta con la música cubana contemporánea, con el mejor contrabajista de montuno del planeta, el maestro Orlando Cachaíto López.

Música experimental, lances arriesgados, música sensual, cachondérrima, laboratorio sonoro donde por igual cabe el scratcheo de un diyei que la magia de los tambores africanos que un flugelhorn que mueve al acid jazz que un homenaje a Charlie Mingus que guiños de reggae que una trompeta africanérrima que, caracho, cuánta maravilla en tan solo un disco. Luego de escucharlo durante tres días consecutivos, solamente aumentan las convicciones y las certezas: estamos frente a una obra maestra de la música cubana de todos los tiempos. De ese tamaño.

Ritmo del corazón

Quien tenga la desdicha de todavía no conocer a Cachaíto, permitamos que un amigo entrañable lo presente a la amable concurrencia. Transcribo a continuación el inicio del track 5 del disco que nos maravilla: luego del scratcheo del diyei Dee Nasty, escuchamos la voz de Amadito Valdés: "Orlando Cachaíto López, hijo de Orestes López y sobrino de Israel. (Aquí Amadito Valdés le deja ir al respetable una penetrante sucesión de notas como fluido cordial desde sus timbales). Testigo y guardián de la llama musical de la familia López y la revolución musical cubana -sigue Amadito su discurso amatorio- maestro de las grandes generaciones de bajistas de Cuba y del mundo. Ritmo del corazón del Buenavista Social Club".

ƑQué más se puede decir cuando una respuesta cabal y sabrosérrima a la vieja pregunta de los filósofos acerca del sentido de la existencia está, completita y copeteada, dicha con harta dicha y donosura en un disco que se llama Cachaíto?

Siiiiie-m-pre-con-swing, medam e mesié, leidis an yentlemen. Bon nuí. Gud nái. Bai bai.