Lunes en la Ciencia, 21 de mayo del 2001



 

Planificación, la luz que será guía de los adelantos científicos y tecnológicos


Instituciones mexicanas de investigación

Esther Orozco

México es la undécima economía mundial y el octavo país en población. En contraste, el ingreso de 40 por ciento de la población es menor a dos dólares diarios y 14.9 por ciento gana sólo uno o menos. Entre 5 y 20 por ciento de los mexicanos mayores de 15 años, según la entidad, no saben leer ni escribir y 35 millones sólo tienen educación primaria. Curiosamente, tenemos el lugar número dos en las horas trabajadas al día por persona. Las causas de esta relación perversa se encuentran en la poca inversión en educación, ciencia y tecnología y en la injusta distribución de la riqueza. Ser pobre e ignorante y trabajar tanto, es ser casi esclavo. El saber da libertad espiritual, el aplicarlo da libertad económica.

La investigación científica es una actividad prioritaria, por lo que debe ser fundamentalmente de sostenimiento público y requiere de inversión. Pero si hay una planificación adecuada de ella, genera además de conocimiento, bienestar, divisas y fuentes de trabajo. La investigación científica básica produce la mayor parte del conocimiento en todas las áreas y es la estructura sólida sobre la cual se sostienen la tecnología. No hay desarrollo tecnológico sin investigación básica, sin recursos humanos preparados para resolver problemas científicos y sin instituciones de investigación científica. Pensar en producir y asimilar tecnología sin estos elementos es arrojar monedas al pozo de los deseos.

centro de investigacion México cuenta con 39 universidades públicas, 28 Centros SEP- Conacyt y otras instituciones que juntas hacen 158 centros de investigación. Cada una tiene características distintas y puede aportar algo para lograr las metas nacionales en ciencia básica, en tecnología, en la formación de recursos humanos, en la solución de problemas locales o nacionales. Pero requieren de los elementos económicos, humanos, normativos y filosóficos para realizar el trabajo que les corresponde.

Los 158 centros mexicanos de investigación científica y tecnológica tienen características diferentes. Forman investigadores en distintas áreas. Unos hacen investigación en biología, química, física, historia, humanidades, otros en tecnología.

En muchos se hace investigación y docencia, en otros, la docencia en a nivel de maestría y doctorado y se forman estudiantes en los laboratorios. Unos tienen más recursos que otros. Pero el mayor obstáculo para hacer más eficientes y eficaces a los centros de investigación mexicanos es la desvinculación que hay entre ellos y su aislamiento de la sociedad. Esto se debe a la falta de políticas que establezcan redes para cumplir las metas nacionales en investigación y los objetivos de a cada uno de los centros de investigación. Una actitud poco generosa del sistema castiga la participación de los investigadores en otras instituciones que no sean la de su adscripción nominal. El libre tránsito de científicos y tecnólogos por las instituciones de investigación promovería las colaboraciones, la descentralización de la ciencia, el enfoque multidisciplinario de los problemas, el uso eficiente del equipo y de los recursos humanos y el acceso a nuevas metodologías, entre otros lucros.

Cada institución debe saber qué espera el país de ella. Las metas y la evaluación de su cumplimiento debieran estar enmarcadas en las potencialidades y los instrumentos que tienen las instituciones y los investigadores para realizar su trabajo. El acceso a fondos gubernamentales y a financiamiento de instituciones privadas nacionales o extranjeras, así como de la industria y el sector social, debe estar marcado por la calidad del trabajo y los resultados que se obtengan. Se esperaría que todas las instituciones científicas, para merecer tal nombre, realizaran trabajo de calidad, aunque en diversas áreas y en diferente cantidad.

Pero para que las instituciones cumplan con las metas establecidas deben contratar suficientes investigadores que realicen trabajo de calidad publicable, resuelvan problemas de investigación básica o tecnológica, desarrollen patentes y tengan buenos posgrados. Para ello requieren infraestructura y acceso al conocimiento, personal capacitado, y un presupuesto acorde con sus metas. Los convenios con instituciones nacionales e internacionales y con los sectores productivo y social aumentan la productividad científica, ligan a las instituciones con la sociedad y las proveen de recursos. La eficacia de las instituciones tendría que ser evaluada por lo que gastan y lo que producen, por su capacidad para obtener financiamiento externo, por sus políticas de uso compartido del equipo y la metodología necesarios para competir en la primera línea, por sus reuniones científicas institucionales nacionales e internacionales. Compartir el conocimiento hace más eficiente su aplicación en problemas científicos, tecnológicos y sociales.

Las instituciones debieran facilitar la producción de patentes, para aumentar nuestro acervo científico. El coeficiente de inventiva de un país es el número de patentes por cada 10 mil habitantes y es un parámetro para medir la competitividad de los países. El de México es 0.1 y el de Estados Unidos 3.6. La relación de dependencia de un país es el número de patentes solicitadas por extranjeros entre las solicitadas por mexicanos. La de México es 10.8 y la de Estados Unidos 0.95. Tenemos que cerrar el círculo y llevar los resultados científicos a término, patentándolos.

La evaluación del SNI está dirigida sólo a los investigadores. El SNI debe valorar también la capacidad de las instituciones de formar grupos de investigación, de establecer colaboraciones multi-institucionales y multi-disciplinarias, de producir libros científicos y de texto, de apoyar a las universidades, de promover la descentralización de la ciencia y de resolver problemas de la sociedad. Estas actividades fortalecen a la ciencia mexicana, no pueden ser dejadas de lado, ni considerarse de poco rango.

En conclusión, sin una política de Estado que incluya metas, objetivos y sistemas de evaluación adecuados para la ciencia, sus instituciones y sus investigadores, no será posible construir el país que deseamos, ni la ciencia y la tecnología podrán servir a México con toda la potencialidad que tienen. Se requieren recursos, sí, pero también se necesitan mejores proyectos y más integración de los actores con potencialidad para incidir en el desarrollo económico del país: gobierno, empresa, instituciones científicas, investigadores, entre otros.

La autora es investigadora del departamento de patología experimental del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados del IPN

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